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AUTOACEPTACIÓN

AUTOACEPTACIÓN

Empezaremos con la Validación emocional: aceptando las emociones propias y ajenas

¿Por qué es tan importante validar las emociones?

Vivimos en una sociedad que ensalza las emociones agradables como la alegría o el amor.

Sin embargo, aquellas más difíciles de transitar como la tristeza, la culpa o la rabia, suelen poseer una muy mala fama.

Todos en nuestra niñez hemos recibido comentarios del tipo “no llores”, “no te pongas así”, “no es para tanto”…

Mensajes que, aunque bienintencionados, tratan de anular los estados internos incómodos.

La realidad es que todas nuestras emociones son necesarias, ya que siempre aparecen por una razón.

Por eso, clasificarlas como positivas o negativas es un error que nos impide relacionarnos de manera saludable con cada una de ellas.

Es cierto que algunas son más agradables que otras, pero en cualquier caso debemos verlas como aliadas y nunca como enemigas.

Escuchar con atención el mensaje que cada una nos da nos permite comprender mejor aquello que nos pasa, regularnos y mantener el equilibrio psicológico.

La mayoría de nosotros hemos crecido sintiendo que esas emociones más desagradables eran inadecuadas.

No hemos recibido una buena educación emocional y esta carencia nos puede hacer difícil la aceptación de los estados internos propios y ajenos.

En otras palabras, se nos hace muy complicado validar las emociones.

En este sentido, la validación emocional se podría definir como la capacidad de reconocer y aceptar lo que alguien está sintiendo, respetando dicho sentir desde la empatía, sin juicios de por medio.

Al margen del malestar asociado a la emoción, la persona reconoce que esta tiene una razón de ser y un sentido, por lo que la acepta en lugar de tratar de anularla o camuflarla.

Cuando validamos las emociones propias o de otra persona estamos reconociendo su valor, asumiendo que estas son naturales acordes al contexto.

Además, validar al otro no tiene por qué significar que estemos de acuerdo con su reacción.

Aunque nosotros hubiéramos respondido diferente, entendemos que los demás tienen derecho a sentirlo de otra manera.

Cuando somos capaces de validar todas las emociones, dejamos de asignar valores morales a los sentimientos y podemos tomar una mejor perspectiva de las situaciones que vivimos y su impacto en nuestro estado mental.

Además, mejoramos nuestras relaciones con los otros, ya que logramos conectar mejor con sus experiencias.

Dejamos de ver el malestar ajeno como un fuego que debemos apagar con rapidez, y en su lugar vemos en las emociones una alarma que nos avisa de que algo no va bien y debemos escuchar.

Todos en algún momento hemos caído en la trampa de la invalidación.

Algunas de las formas en las que la llevamos a cabo son las siguientes:

Reprimir: Cuando tragamos nuestro malestar en lugar de ventilarlo, nos convertimos en una olla a presión a punto de explotar en cualquier momento.

Reprimir una emoción indica que, en el fondo, creemos que esa emoción no es adecuada, que lo que sentimos en ese momento está mal.

Al reprimir nuestro sentir solemos juzgarnos con dureza: “No deberías sentirte así”, “Tendrías que ser más positivo”, “No tienes derecho a estar mal”.

Negar: La negación implica no ser capaces de reconocer que estamos sintiendo una emoción determinada.

Esta estrategia suele aparecer en entornos donde no nos han dado permiso para sentir, con frases como: “no llores”, “no tengas miedo”, “no te enfades”…

Minimizar: Cuando minimizamos emociones tratamos de quitar importancia a nuestro sentir con la intención de volver a encontrarnos bien.

Sin embargo, esta táctica suele dar el resultado contrario. Ejemplos de minimización son frases como: “Hay más gente como tú”, “Siempre hay alguien peor”, “Esto es una tontería”.

¿Cómo aprender a validar todas las emociones?

Si crees que validar las emociones es una tarea pendiente para ti, puede que te ayude conocer algunas claves para empezar a relacionarte mejor con todas ellas.

Empezaremos con algunas ideas para sostener mejor las emociones difíciles de otras personas:

Evita frases vacías: Cuando otra persona está compartiendo su malestar, enseguida nos apresuramos a decir frases vacías para llenar el silencio.

Sin embargo, con estas palabras sólo harás que el otro se sienta muy incomprendido.

Si no sabes qué decir, un silencio acompañado de gestos de afecto y cercanía puede ser mucho más sanador.

Muestra empatía con la otra persona: Ser empático implica conectar con lo que el otro siente y acogerlo.

Evita frases como “Sé por lo que estás pasando”, porque realmente no lo sabes.

En su lugar, es mejor utilizar expresiones como: “Me imagino que debes estar sufriendo muchísimo con esta situación”.

Evita hablar de ti y de tus experiencias similares, ya que con esto no estás empatizando sino desviando la conversación hacia tu sentir.

Y, sobre todo, no juzgues lo que la persona siente.

Da permiso para sacar fuera el malestar: Crea un entorno cálido donde la persona pueda exteriorizar sin reparo lo que siente.

Cuando se trate de validar tus propias emociones, puede ayudarte lo siguiente:

Dar permiso para exteriorizar la emoción: permítete llorar y sacar fuera lo que llevas dentro (siempre que eso no signifique herirte a ti o a alguien más).

Busca formas de canalizar lo que sientes: Puedes expresarte a través del dibujo, la escritura, el movimiento, la música…

Analiza que te dice tu emoción: Escucha lo que esa emoción te dice y qué puedes hacer al respecto.

Si, por ejemplo, sientes mucha culpa, piensa qué has podido hacer mal y cómo lo puedes reparar.

Autoaceptación

La autoaceptación nos recuerda que somos nuestra relación más importante.

Que deberíamos ser una relación de amor y aceptación incondicional.

Sin embargo, por distintos motivos y experiencias este no suele ser tan fácil de cultivar.

Muchas veces nos es fácil, aceptar aquellas partes de nosotros que nos gustan, si, pero no nos llevamos tan bien con nuestras debilidades.

Creemos que la autoaceptación es parte clave de nuestro bienestar. Por eso, hoy te queremos contar en qué consiste, por qué es importante y cómo cultivarla.

¿Qué es la autoaceptación?

El concepto de la autoaceptación según la Asociación Americana de Psicología, en su diccionario define a la auto-aceptación como “un sentido o reconocimiento relativamente objetivo de las propias capacidades y logros, junto con el reconocimiento y la aceptación de las propias limitaciones.

La autoaceptación a menudo se considera un componente importante de la salud mental.” La autoaceptación puede tener un significado para las diferentes personas, por eso piensa en que…

La autoaceptación es el estado de aceptación completa a uno mismo.

Es aceptar quienes somos, sin condiciones, considerando no solo nuestros aspectos positivos, sino también los negativos.

Es un estado incondicional.

No es solo cuando recibimos elogios, premios, ascensos, cariño, etc.

Sino también se aplica para cuando estamos en nuestro punto más bajo, cuando nada parece salirnos bien.

Esa es la verdadera autoaceptación. Es entender que quién somos está separado de nuestras acciones y cualidades.

Podemos cometer errores y tener defectos, y aún así aceptarnos sin juicios. Es aceptar que somos humanos.

Beneficios de la autoaceptación

Se ha comprobado que la autoaceptación se relaciona a una reducción de síntomas depresivos, menores niveles de ansiedad, más emociones positivas, patrones de pensamiento más positivos, y en general, un mayor bienestar psicológico.

De la misma forma, desde la autoaceptación podemos mejorar aquellos aspectos de nosotros que necesitan mejoras. Desde esa compasión y amor propio podemos cuidarnos más y mantenernos motivados.

Por el contrario, si no nos aceptamos plenamente, nuestra salud mental se verá perjudicada.

¿Cómo trabajar la autoaceptación?

Podemos hacer distintos esfuerzos para trabajar en nuestra autoaceptación:

Perdonarnos: Para aceptarnos es importante reconocer nuestros errores, pero no culparnos obsesivamente sobre ellos.

Como digo muchas veces, errores se pueden cometer, lo importante es que aprendamos de ellos

Se refiere a hacer esfuerzos de reparación y darnos permiso para avanzar.

Practicar la autocompasión: Se refiere a ser amables con nosotros mismos en los buenos y malos momentos. Considera cómo te hablas a ti mismo. Procura hablarte como a alguien a quien eres responsable de ayudar.

Conocer nuestras cualidades: Reconócete por aquellos aspectos en los que brillas. Parte de una buena relación con uno mismo es felicitarnos y reconocernos. Ser esa persona que nos motiva. Si te cuesta identificarlas, pregúntale a alguien de confianza para que te ayude. Todos tenemos cualidades.

Desarrollar un discurso positivo: Nota cuando te estés hablando de manera poco amable y trata de cambiar ese discurso.

Busca analizar aquellas creencias limitantes que puedas tener sobre ti mismo y modificarlas por unas más amables.

Conectar con personas que nos motiven: Nuestro contexto influye mucho en cómo nos sentimos sobre nosotros mismos. Trata de rodearte de personas que te ayuden en este proceso.

Practicar Mindfulness: El mindfulness implica observarnos sin juicios y desde la aceptación radical. Eso nos permite no quedarnos en conductas del pasado que no nos gustan, sino avanzar y disfrutar nuestro presente.

La filosofía japonesa dispone de un concepto inspirador que te guía en ese viaje transformador. El primer paso es la aceptación.

«Ukeireru», El término procede de la cultura asiática y se popularizó hace poco. Es un tipo de filosofía y una forma de existencia que promueve el bienestar.

Se trata de una invitación a la calma, se alza, además, como una propuesta para que te aceptes a ti y a lo que te rodea sin resistencias. Si te cautiva la propuesta, te invitamos a profundizar en ella.

«No siempre pienso en el futuro o en el pasado. Ukeireru crea una especie de estado esencial de inmediatez, de estar presente».

~ Scott Haas (¿Por qué ser feliz?: El camino japonés de la aceptación, 2020) ~

Ukeireru, qué es y por qué te puede ayudar

Al mundo occidental siempre le han apasionado los conceptos filosóficos orientales.

Y si vienen del país del sol naciente, más aún. Ukeireru significa saber practicar una aceptación holística e integral hacia todo lo que te envuelve.

Eso incluye a los demás, a tu comunidad, la realidad del mundo y, cómo no, a ti mismo.

Pero cuidado, aceptación no es igual a rendición o servilismo.

Este concepto se popularizó hace tres años gracias al psicólogo Scott Haas. Su libro ¿Por qué ser feliz?: El camino japonés de la aceptación (2020) fue todo un éxito.

Viajero incansable y como profesional que también ejerce en Japón, quiso transmitir al mundo un enfoque enriquecedor capaz de mediar en la salud mental.

Sus conceptos comienzan por

1. Aceptar, el ejercicio que promueve la calma mental

Una vez que aceptas lo que te rodea tal y como es, tu mente aprende a mirar el mundo con mayor calma. Sabemos que es fácil decirlo y muy complicado llevarlo a cabo.

Pero ukeireru es una filosofía de vida que vale la pena integrar en tu universo psicológico, para reducir el estrés y el peso de la ansiedad.                                                                                               De hecho, esta idea ya la enfatizaba el psicólogo Albert Ellis.

Una de las ideas clave de Ellis es la creencia de que las personas no son conscientes de que muchos de sus pensamientos acerca de sí mismos son irracionales y afectan negativamente la manera de conducirse en relaciones y situaciones de la vida.

Algo que comentaba el célebre especialista cognitivo es que la aceptación psicológica es el mejor ejercicio para el bienestar y la recuperación.

Al respecto, un estudio divulgado en una prestigiosa publicación de psicología señala que este concepto tiene un fuerte apoyo empírico dentro de la literatura psicológica; es más, son muchas las terapias que lo integran.

2. Respetar a los demás desde el sosiego

Las relaciones interpersonales nunca son fáciles. Es posible que muchas veces te angusties porque tu pareja no actúa o reacciona como a ti te gustaría.

También, porque tus hijos, amigos o compañeros de trabajo manifiestan, en ocasiones, un carácter complicado.

Este arte japonés propone aceptar a los demás tal y como son, sin desear cambiar nada en ellos.

Es más, esta filosofía es una herramienta de transformación social que invita a relacionarte desde el silencio y no tanto desde el ruido.

Lo que sugiere, en realidad, es aprender a escuchar, a entender a quienes tienes en frente a través del sosiego.

Algo así implica dejar que la calma habite en tu mente para abrirte al otro por completo. Esto favorece el respeto y la sintonía.

Si te fijas, en cualquier escenario domina el ruido y esas interacciones en las que es más común detectar antes lo que nos distancia y no tanto en lo que nos une.

Apenas se deja espacio a esa serenidad desde la cual atender más que hablar, conectar más que criticar.

3. Situar la mente en el «aquí y ahora» para vivir mejor

Párate por un momento y toma conciencia de tus pensamientos en este mismo instante. ¿Estás pensando en algo del pasado, en alguna experiencia del ayer? ¿O quizá estás situando tu foco en el futuro? ¿Sientes ansiedad por realidades que aún no suceden?

La mente tiene una tendencia innata por ubicarse en el ayer y en lo que está por venir.

Cuando esa dinámica se intensifica aparece el sufrimiento. Este término filosófico insta a la persona a que sitúe su mirada en el aquí y ahora.

A fin y al cabo, el ayer ya no existe y el mañana aún no ocurre. Lo que de verdad importa habita en el presente.

Como bien se deduce, esta idea aparece en la práctica de la atención plena.

La revista Mindfulness describe los beneficios que existen en la capacidad de saborear el momento y el impacto positivo que tiene para tu bienestar psicológico.

Las emociones se regulan y el estrés se reduce, al igual que la sintomatología depresiva.

Un cerebro más presente da forma a una mente más relajada y feliz.

En cuanto eres más consciente de ti y te aceptas, logras una autoconciencia más tranquila y centrada.

Este enfoque es el que te permitirá cambiar las cosas que sí están bajo tu control para conseguir la felicidad.

4. No puedes controlarlo todo… y eso está bien

Hay una fuente innegable de malestar que conoces. Es frustrante ver cómo, por mucho que te esfuerces y hagas bien las cosas, a veces todo sale mal.

El destino te trae adversidades inesperadas, esas que llaman a tu puerta sin saber por qué.

Entender que no puedes controlar cada cosa que te pasa es un ejercicio de bienestar.

No todo está bajo tu dominio. La vida tiene siempre un componente caótico imposible de predecir.

Por ello, practicar la aceptación incondicional que promueve el arte del ukeireru te permitirá retirar resistencias y sufrimientos.

Solo cuando asumes la realidad tal y como llega, tu mente es capaz de prepararse para manejarla mejor. Sin negarla y con valentía.

Tal y como detallan en la revista científica de la Asociación Estadounidense de Psicología, la aceptación implica dejar espacio a tus emociones difíciles.

Aceptarlas sin reprimirlas, para comprenderlas, es una pieza más de esta filosofía de la que se desprenden adecuados beneficios para tu salud psicológica.

5. La felicidad no es una búsqueda, es un estado mental

La industria de los libros de autoayuda que te enseñan cómo ser feliz llevan décadas llenando las estanterías de millones de hogares. Pero no todos los postulados, teorías e ideas que transmiten son útiles.

La felicidad no es una dimensión estable, es un estado mental fugaz que, como una mariposa, se posa en ti y al instante desaparece.

Para el mundo nipón ser feliz significa estar en calma, aceptar lo que uno es y a quien tiene consigo.

Algo así te puede parecer muy elemental, pero en esa idea se inscribe una gran verdad.

A veces, la auténtica realización personal llega cuando se tiene una vida tranquila, asumiendo los días felices y las épocas adversas.

¿Cómo practicar esta forma de filosofía?

Este enfoque de la filosofía tradicional japonesa se integra poco a poco en la cultura occidental.

En realidad, tal corriente no es nueva, porque hay muchas prácticas orientales que sustentan en sus bases estas mismas ideas.

Pero sus beneficios son innegables y vale la pena hacerlos tuyos, usarlos a tu favor.

Te explicamos cómo: En forma de resumen

Aprecia el valor del silencio en tu día a día.

Agradece lo que tienes y las personas que te rodean.

Reduce la autocrítica y valora tu esencia y forma de ser.

Aprende a mirar el mundo desde la serenidad y el sosiego.

Acepta a los demás tal y como son, no intentes cambiarlos.

Toma mayor conciencia de tus emociones y pensamientos.

Recuerda que la auténtica felicidad reside en una mente en calma.

Asume que no todo lo que te sucede en la vida está bajo tu control.

Focaliza tu mente en el aquí y ahora, en lo que ocurre en este instante.

Ukeireru, un ejercicio transformador a tu alcance

Incertidumbres, prisas, estrés, cambios, multitareas, preocupaciones… Tu realidad tiene a menudo estos sabores incómodos tan difíciles de digerir. El mundo no es un escenario sencillo, pero es ese plano en el que debes aprender a sobrevivir del mejor modo posible. Y, aunque te cueste creerlo, hasta se puede ser feliz.

Ukeireru es un marco filosófico y psicológico al que vale la pena asomarse para ganar en bienestar. Requiere reformular tu enfoque mental y hasta tu estilo de vida. Pero esos cambios son sutiles y tienen un efecto poderoso.

Esperamos haberte podido ayudar en este camino de autoaceptación.

Sabemos que no siempre es fácil.

Si notas que te cuesta demasiado cambiar los pensamientos negativos y juicios que puedas tener sobre ti mismo, nunca está de más pedir ayuda.

Un psicólogo te puede ayudar a lograrlo.

Recuerda que no estás solo, aquí estamos para ti.

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