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Actitud positiva

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Actitud positiva:

Ser una persona positiva implica intentar sacarle partido a cada una de las situaciones que se nos presenta en la vida.

Poseer una buena actitud o una actitud positiva es la clave para disfrutar de las etapas de nuestra existencia desde la mejor perspectiva.

Y tú, ¿Ves el vaso medio vacío o medio lleno?

Descubre si posees una actitud positiva.

Una actitud positiva no implica ver el mundo de color de rosa o ignorar los aspectos negativos de nuestra vida.

La realidad es que tener una buena actitud significa abordar cada uno de los desafíos desde una perspectiva positiva.

Por lo tanto, aquellas personas que tienen actitudes positivas suelen ser mucho más capaces de afrontar los errores, fracasos y sus propios miedos.

De esta forma, la mentalidad positiva fomenta llegar más lejos que si se ve la realidad a través de una nube negra de pesimismo.

Y si las cosas a veces no vienen como queremos aprender a aceptar y para esto tenemos que conocer las diferencias entre aceptación y resignación

La resignación te invita a no hacer nada y por tanto a ver pasar la vida.

En cambio la aceptación nos anima a cambiar y a movernos por conseguir objetivos.

Entendemos y sentimos que la realidad es así y que partir de ahí, podemos poner todas nuestras fuerzas en construir y modificar aquello que queremos.

Ambas palabras se relacionan con las crisis y los momentos difíciles, pero hay que distinguirlas.

Una de las preguntas que más insistentemente ha intentado responder la filosofía es la siguiente:

¿cuál es el punto en el que uno debe dejar de luchar por cambiar algo y empezar a aceptar lo que ocurre?

Las diferencias entre aceptación y resignación, dos conceptos relacionados que, si sabemos distinguirlos entre sí, nos ayudan a tomar el control de nuestras vidas sin obsesionarnos con metas imposibles.

La relación que existe entre la aceptación y la resignación puede ser vista como la que hay entre las dos caras de una misma moneda.

Si nos paramos a pensar en lo que tienen en común, en seguida nos daremos cuenta de que hacen referencia a dejar de intentar algo.

Sin embargo, cada una de estas palabras tiene implicaciones muy diferentes para nuestro desarrollo personal.

De hecho, madurar psicológicamente significa, entre otras cosas, comprender cuáles son las diferencias entre la aceptación y la resignación, dado que no tenemos por qué conformarnos con lo que puede ser mejorado, pero tampoco podemos sentirnos obligados a cambiar aquello que escapa a nuestro control.

Así pues, veamos qué es aquello que permite distinguir entre ambas.

1. La aceptación nos ayuda a recuperarnos

Aquellas situaciones que nos dañan y que escapan a nuestro control, nos desgastan psicológicamente mucho menos si los interpretamos a través de la aceptación, y no de la resignación.

Incluso si dos personas son la diana del mismo acontecimiento catastrófico, como por ejemplo un huracán que destruye su casa, la que lo experimente desde la aceptación estará preparada mucho antes para seguir con su vida.

El motivo es que se sentirá menos atada a la manera de pensar que tenía antes del accidente, lo cual le ahorrará mucha frustración añadida.

2. La resignación alimenta la pasividad

Resignarse a algo significa que estamos más predispuestos a dar por imposibles mejoras que, en realidad, no tienen por qué serlo.

Aunque parezca paradójico, a veces buscamos cualquier excusa para no admitir que si nos esforzásemos algo podríamos mejorar la realidad que nos rodea, y la resignación es una excusa para hacer pasar esa pasividad por un desenlace trágico que le dé sentido a lo que estamos viviendo.

3. La resignación no nos deja aprender de los errores

Quien experimenta un suceso negativo desde la resignación, se limita a centrar su atención en lo malo.

En cambio, cuando esa situación indeseada ha aparecido en parte por nuestra culpa o mejor dicho nuestra responsabilidad,

Me gusta más porque…Mientras que frente a una situación  la culpabilidad te paraliza y no haces nada para mejorar la situación o al menos, intentar mejorarla, la responsabilidad te invita a hacerlo. la aceptación implica aceptar también ese hecho y plantearse hacerlo mejor en el futuro.

Es decir, la aceptación deja extraer conclusiones valiosas de nuestros errores, lo cual a la vez reporta alivio porque es una manera de darle sentido al malestar que sentimos en esas circunstancias.

4. La aceptación nos ayuda a ver las cosas con perspectiva

Una persona que abraza lo inevitable a través de la aceptación nota cómo el dolor emocional que experimenta se ve amortiguado, no le produce tanto malestar.

El motivo es que vive ese momento adoptando una perspectiva distanciada, como si todo lo viésemos alejándonos de nuestro cuerpo.

Este desplazamiento de la atención hacia la situación general, y no solo hacia lo malo, es muy útil como ingrediente para la resiliencia, es decir, la superación de las crisis.

Por otro lado, si aquello que nos produce dolor es en parte nuestra responsabilidad, la aceptación de ese malestar también implica que reconocemos su existencia de manera objetiva; es decir, como un factor que nos ayuda a que esa situación no se repita.

Dicho de otro modo, nos muestra que incluso en esas horas bajas el malestar ha servido para aprender una lección.

5. La resignación promueve la indefensión

Mientras que la aceptación promueve una manera de percibir lo que pasa en la que el sufrimiento no es lo importante, la resignación hace que el malestar nos desmotive y nos reste energías, dejándonos más expuestos a otros posibles riesgos.

Mucho de lo que vivimos está más relacionado con el modo con el que lo interpretamos que con el hecho objetivo en sí.

Por ello, conocer la diferencia entre la aceptación y la resignación nos permite pasar por los malos momentos del mejor modo posible, sentando las bases para nuestra recuperación mediante un proceso de resiliencia.

Como ejemplo esta historia…La Vaca:

Un maestro samurái paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar.

Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de realizar visitas, conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias.

Llegando al lugar constató la pobreza del sitio: los habitantes, una pareja y tres hijos, vestidos con ropas sucias, rasgadas y sin calzado; la casa, poco más que un cobertizo de madera…

Se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: “En este lugar donde no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen para sobrevivir?

El señor respondió: “amigo mío, nosotros tenemos una vaca que da varios litros de leche todos los días.

Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo.              Así es como vamos sobreviviendo.”

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, se despidió y se fue.

A mitad de camino, se volvió hacia su discípulo y le ordenó: “Busca la vaca, llévala al precipicio que hay allá enfrente y empújala por el barranco.”

El joven, espantado, miró al maestro y le respondió que la vaca era el único medio de subsistencia de aquella familia.

El maestro permaneció en silencio y el discípulo cabizbajo fue a cumplir la orden.

Empujó la vaca por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante muchos años.

Un bello día, el joven agobiado por la culpa decidió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar.

Quería confesar a la familia lo que había sucedido, pedirles perdón y ayudarlos.

Así lo hizo. A medida que se aproximaba al lugar, veía todo muy bonito, árboles floridos, una bonita casa con un coche en la puerta y algunos niños jugando en el jardín.

El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y fue recibido por un hombre muy simpático.

El joven preguntó por la familia que vivía allí hacia unos cuatro años.

El señor le respondió que seguían viviendo allí. Espantado, el joven entró corriendo en la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hacia algunos años con el maestro.

Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaca): “¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?

” El señor entusiasmado le respondió: “Nosotros teníamos una vaca que cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así alcanzamos el éxito que puedes ver ahora.”

Reflexión:

¿Qué cosas son Vacas? Hay cosas que nos proporciona algún beneficio, pero que a la larga nos hacen ser dependientes de ellas y no nos dejan avanzar.

Nuestro mundo se reduce a lo que la vaca nos brinda. Las vacas pueden ser desde un trabajo que no nos motiva pero en el que seguimos porque “peor es nada” o “es seguro” por ejemplo, son cosas que dependen de nosotros mismos y que no cambiamos aunque nos gustaría mejorarlas, nos resignamos debido a creencias que nos frenan, miedos que nos llevan a acomodarnos, a estancarnos.. 

¿Tenéis vacas en vuestra vida? ¿cuáles son?

Ya sea en un proceso de duelo por la muerte de un ser querido, por la rebaja de las expectativas laborales, por los problemas de salud o por algo parecido, hacer de la aceptación nuestro modo de vida resulta fundamental para no dejar que las dificultades típicas de la vida nos lastren demasiado y restrinjan nuestra libertad.

La resignación te invita a no hacer nada y por tanto a ver pasar la vida.

En cambio la aceptación nos anima a cambiar y a movernos por conseguir objetivos.

Entendemos y sentimos que la realidad es así y que partir de ahí, podemos poner todas nuestras fuerzas en construir y modificar aquello que queremos.

Y aquí es donde empieza la ACTITUD POSITIVA

Beneficios de tener una actitud positiva

Diversas investigaciones en la psicología han demostrado que estos tipos de actitudes pueden llegar a beneficiarnos en diversos aspectos de nuestra vida.

Tanto es así que ver las cosas buenas de una persona o de nuestro ambiente puede otorgarnos los siguientes beneficios.

Manejar el estrés y los fracasos

Al ser positivo en la vida tenemos una habilidad más persistente a afrontar situaciones que nos pueden poner a prueba.

Tanto es así que en muchos casos la actitud mental positiva crea una resistencia ante el estrés o para afrontar el fracaso en algunos eventos.

Esto sucede ya que podemos fijarnos en aquello bueno a pesar de la adversidad que se nos presente.

Mejor bienestar psicológico

Es más que obvio que con una mente positiva las personas dispondremos de una mejor salud psicológica.

Las actitudes positivas nos benefician en muchos aspectos, ya sea en el estrés, ante nuestra propia imagen, con la relación hacia los demás, etc.

Tener una actitud positiva ante la vida hará que sufras menos enfermedades tanto mentales como físicas.

Al disfrutar de estos tipos de actitudes positivas, las personas tendremos mucha más resistencia a enfermedades comunes como pueden ser los resfriados, la gripe y a ciertas alergias.

La razón es principalmente que a través de la actitud positiva nuestro cuerpo tiene más resistencia ante virus y bacterias.

Más oportunidades

Seguramente te preguntarás porque es importante tener una actitud positiva ante los acontecimientos.

De este modo, una buena actitud en el trabajo o en tus relaciones sociales puede brindarte grandes oportunidades.

Por ejemplo puedes encontrar una oferta laboral a través de un buen gesto ante los demás o encontrar el amor fijándote más en las cosas positivas de una persona.

Disfrutar de una vida más larga

Otro de los puntos fuertes de tener una buena actitud ante la vida es principalmente que las personas que tienen este tipo de visión suelen vivir más años que los que ven la vida desde una perspectiva más pesimista.

Esto sucede ya que tener una buena actitud nos permite tener mejores defensas y disfrutar de una mayor salud.

Estos son algunos de los principales beneficios que obtenemos de practicar una mentalidad positiva frente a un pensamiento mucho más negro de los acontecimientos.

En muchos casos las personas que no pueden desarrollar este tipo de actitudes más optimistas, suelen tener problemas en su bienestar mental y físico

Si crees que este es tu caso siempre podrás contar con un profesional de la salud mental.

Claves para generar y mantener una actitud mental positiva

¿Sabías que el refrán que reza “donde una puerta se cierra, otra se abre” aparece publicado en la novela de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha? Tal vez te preguntes, ¿esto, a qué viene?

Sigue escuchando y los descubrirás mientras te contamos algunas de las mejores claves para tener una actitud mental positiva.

Quizás el refrán ha sido muy manido y usado, de manera que su significado y fuerza pueden parecer difuminados.

Sin embargo, no parece haber perdido un ápice de clarividencia.

Es una frase que, en un entorno tan tragicómico como la obra de Cervantes, sigue siendo una puerta abierta a la esperanza.

Porque una actitud mental positiva nos permite marcar diferencias, lo mismo que consiguió también Cervantes con su novela, que ha pasado a la historia como una de las grandes obras de la humanidad, dejando siempre una pequeña rendija abierta a la esperanza entre tanto realismo y pesimismo.

Precisamente esta última situación, la pequeña rendija que se abre a la esperanza, puede ser un punto de luz que sirva para que dejemos de sabotearnos y lamentarnos por las oportunidades perdidas, buscando nuevas y sacándoles todo el partido posible.

Porque ser positivo no significa que tengamos que estar a todas horas alegres y dicharacheros.

No se puede ser feliz en todo momento, pero tampoco se debe ser infeliz siempre.

Por eso es importante no rendirse, mantener la esperanza, ver el vaso medio lleno y no centrarnos en el punto negro de una hoja en blanco.

Pero, para adoptar esta actitud, es importante saber cómo hacerlo.

Por eso os ofrecemos estas claves. Si tenemos la mentalidad adecuada, y cierta capacidad para gestionar nuestros pensamientos y atención, no es difícil adoptar una actitud positiva que nos permita ver el mundo con una mirada menos pesimista.

No confundir pesimismo con realismo

Cuando parece que todo se derrumba a nuestro lado alrededor, la realidad simula ser más siniestra y negativa.

Sin embargo, si dejamos que el malestar inunde cada uno de nuestros pensamientos, al final todo lo que nos rodea, a nuestros ojos, adquirirá ese tinte, por mucho que no sea así.

En este sentido, deformar y afear es una trampa que nos tendemos a nosotros mismos.

Busca objetivos concretos

El realismo no es pesimismo, pero tampoco ilusión y sueños imposibles.

Lo cierto es que en nuestras manos y sobre todo en nuestras mentes, tenemos el poder de marcar un camino lleno de objetivos concretos que puedan ser factibles.

Así, alcanzar uno, será motivo de alegría y felicidad, de manera que este será el combustible que nos ayude a ir con fuerzas y ganas a por el siguiente.

Es decir, actuando mentalmente de esta manera, estaremos obteniendo una fuente de motivación muy poderosa.

Rodéate de gente positiva

Evidentemente, el entorno es básico. Si la gente que tenemos a nuestro lado comparte una actitud positiva, nos resultará mucho más fácil tener nosotros también una mente ilusionada y optimista.

Así es como el entorno se convierte en estímulo y motivación. En el caso contrario, obviamente, el resultado es diametralmente opuesto.

Busca proyectos a largo plazo

Está bien que nos planteemos objetivos factibles, pero su consecución nos ha de llevar a alguna parte.

Y esa parte son los proyectos a largo plazo. Una serie de metas sencillas, unidas, dan lugar a una mucho más grande, la finalidad de cuanto hacemos.

Piensa qué quieres construir y hazlo realidad. Ponle una lógica o un telón del fondo al aquí y ahora.

Busca que lo que haces te ayude a avanzar en objetivos más grandes, y en muchos casos trascendentes, como el desarrollo personal.

Un ahora bien enmarcado es ya un gran pilar para la felicidad y el bienestar futuro.

El -Dalai Lama-dice:

“La felicidad no es algo hecho. Proviene de tus propias acciones”.

Usa la empatía, no el chantaje

No hagas favores… para pedir después que te los devuelvan. Actuar de esta manera, en realidad, no deja de ser un chantaje.

Sin embargo, si ayudas por el simple placer de hacerlo, por pura empatía, tu actitud hacia el mundo cambiará, y se volverá más positiva.

No se trata de ser el más feliz del mundo, simplemente se trata de ser lo más feliz que puedas.

Dando lo mejor que tienes, el objetivo estará mucho más próximo.

“Todo lo que Somos es el resultado de lo que hemos Pensado”

-Budda-

Los pensamientos son energía. Pueden ser de una frecuencia de energía alta o baja.

La frecuencia de energía baja contamina todo lo que toca. Cuando uno se mantiene pensando negativo continuamente, en lo que uno piensa, en eso se convierte.

Una persona optimista, está predispuesta a buscar las cosas positivas que le rodean.

Esto no quiere decir que a esa persona le pasen más cosas buenas que a otras, simplemente, se centra en buscarlas y valorarlas.

Louis L. Hay decía en su libro “Usted puede sanar su vida”

Tu mente es un Aquello en lo que creemos, será lo que nos encontraremos a nuestro alrededor.

Lo que tú crees, eso es lo que atraerás.

Es la herramienta que puedes optar por utilizar de la forma que quieras.

La actitud lo es todo

Enfócate en lo bueno de cada situación y verás como las dificultades se convierten en oportunidades

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