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Autoaceptación

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Autoaceptación

La importancia de aceptarse a uno mismo implica que a pesar de que fallemos, nos equivoquemos y las circunstancias no ocurran como pensábamos, tendremos nuestro apoyo libre de juicios.

Juzgarnos a nosotros mismos no nos ayuda, de hecho, provoca todo lo contrario: comenzamos a sentirnos peor y al final nos ahogamos en las profundidades del malestar.

Más allá de la autoestima:  autoaceptación y automotivación

La autoestima es un tema con cierto protagonismo en nuestros días. Un gran número de libros de autoayuda, charlas y talleres se refieren a este concepto como una de las claves fundamentales para sentirnos bien con nosotros mismos y alcanzar la ansiada felicidad.

Ahora bien, ¿de verdad nos hace más felices y nos ayuda a tener éxito?

Desde luego eso es lo que nos prometen.

Sin embargo, que sea un tema muy recurrente también abre más posibilidades a que sea mal entendido, mal utilizado y que finalmente acabe por no corresponderse con su verdadero significado.

Un grupo de investigadores descubrió una serie de aspectos muy llamativos sobre la autoestima:

Los altos niveles de autoestima están estrechamente relacionados con el egoísmo, el narcisismo y la arrogancia.

La alta autoestima está relacionada con un mayor número de prejuicios y discriminaciones.

Por último, también encontraron que los altos niveles de autoestima se relacionan con el autoengaño y con la adopción de actitudes defensivas ante comentarios sinceros.

Increíble, ¿verdad?

Sin duda, estos resultados nos invitan a reflexionar sobre el concepto de autoestima y todo lo que conlleva.

Y más si tenemos en cuenta que cuando las personas con baja autoestima intentan animarse a través de afirmaciones positivas se acaban sintiendo peor.

Entonces, ¿qué podemos hacer?

Hay otros aspectos más importantes…

Según el psicoterapeuta Russ Harris, la autoaceptación, la autoconciencia y la automotivación son más importantes que la autoestima.

El poder de la autoconciencia

La autoconsciencia es la llave que abre la puerta a la autoaceptación, la automotivación y la autoestima.

Se trata de la capacidad de ser consciente de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.

Solo cuando somos plenamente conscientes, podemos desprendernos de los pensamientos inútiles, implicarnos de forma total con lo que hacemos y actuar con eficacia y desde el compromiso.

Todo ello conlleva una adecuada gestión de las emociones, lo que quiere decir que no nos dejaremos llevar por nuestros impulsos y sentimientos, sino que aprenderemos cómo identificarlos, experimentarlos y manejarlos.

La importancia de aceptarse a uno mismo

Aceptarse a uno mismo también es importante porque implica que a pesar de que fallemos, nos equivoquemos y las circunstancias no ocurran como pensábamos, tendremos nuestro apoyo libre de juicios.

Esto no quiere decir que no prestemos atención a cómo nos comportamos y que olvidemos las consecuencias y el impacto de nuestras acciones, sino que simplemente no nos atacaremos con dureza, no nos criticaremos ni nos trataremos mal.

No podemos olvidar que cometer errores es un aspecto fundamental del proceso de aprendizaje, pero fustigarnos por ello no -aunque hayamos entrenado durante años a nuestra mente-.

Juzgarnos a nosotros mismos no nos ayuda, de hecho, provoca todo lo contrario: comenzamos a sentirnos peor y al final nos ahogamos en las profundidades del malestar.

Ahora bien, saberlo no impide que ocurra y más cuando llevamos tanto tiempo con este hábito.

Lo que sí podemos hacer es comenzar a desprendernos de los juicios sobre nosotros mismos, tanto positivos como negativos.

Si nuestra mente comienza a atacarnos o alabarnos, lo ideal es que etiquetemos ese tipo de pensamientos como “juicios”, los observemos y los dejemos ir.

Porque nuestra mente no somos nosotros.

Las palabras son solo palabras, lo que importa es: ¿son útiles? Ahora bien, también tenemos la experiencia de que aquellas que nos decimos, cambian como el viento.

Algunos días nuestra mente nos dirá que somos personas maravillosas y otros que somos egoístas y estúpidos.

La clave está en no creer lo que nos dice porque, al fin y al cabo, son solo historias.

Son más importantes las cosas que hacemos y cómo nos comportamos más que las historias que nos contamos a nosotros mismos.

También hay que dejar de juzgar a los demás.

Esto solo reforzara el hábito de clasificar a la gente -y a nosotros mismos- según ciertas categorías y lo cierto es que no hay “ganadores” y “perdedores”, sino personas que a veces pierden, a veces ganan…

Los matices, las alternativas, las escalas de grises están ahí.

“Lo más importante que he aprendido en el transcurso de los años es la diferencia entre tomarse en serio el trabajo de uno y tomarse a uno mismo en serio. Lo primero es necesario; lo segundo, desastroso”.

-Margaret Foney-

¿Cómo podemos motivarnos?

La automotivación es otro de los aspectos importantes que según Harris se encuentran por encima de la autoestima.

Se trata de esa dosis de energía que nos ayuda a recorrer el camino hasta nuestros objetivos. Ahora bien, ¿cómo podemos obtenerla?

Lo primero es tener claro que la motivación simplemente es el deseo de hacer algo.

Y luego, saber qué decisiones queremos tomar y cuáles de nuestros valores pueden sustentarlas.

De alguna forma, estos funcionan como una brújula: nos ayudan a mantener el rumbo. El siguiente paso consiste en comprometernos.

Además, es importante tener cuidado con nuestra mente cuando experimentamos falta de motivación, ya que nos recordará que no somos disciplinados ni tenemos fuerza de voluntad, pensamientos que pueden quebrar nuestro grado de implicación y compromiso.

Así, cuando la mente nos lance el mensaje de que no estamos motivados, tenemos que reconocer que eso es imposible.

Cada acción que ponemos en marcha siempre trata de conseguir algo.

Luego, reflexionemos sobre qué tipo de deseo experimentamos: ¿es el deseo de evitar el malestar o es el deseo de actuar con nuestros valores y enriquecer nuestra vida?

Después es recomendable cuestionarnos que, si dejásemos que ese deseo rigiera nuestros actos, ¿lo haría en la dirección que queremos?

Y por último, reflexionar sobre la idea de que si no nos sintiéramos motivados, ¿estaríamos dispuestos a hacer aquello que enriqueciera nuestra vida?

Las respuestas a esas preguntas nos mostraran en qué territorio queremos movernos y hasta qué punto tenemos motivación para conseguir lo que queremos.

Como vemos, ser conscientes de nosotros mismos, de todo nuestro repertorio (emocional, cognitivo y conductual), aceptarnos tal y como somos y ser capaz de motivarnos desde nuestros valores son pilares básicos sobre los que apoyarnos y fundamentales si queremos sentirnos bien con nosotros mismos.

Porque entonces, ¿cómo vamos a valorarnos y vivir en plenitud?

Si le preguntamos a alguien ¿Qué tal tu AUTOACEPTACIÓN?

Y TE CONTESTA…. LO NORMAL

Te voy a contar algo de la práctica de mi profesión, que seguramente podrás aplicar también en tu comunicación con los demás.

Como te imaginarás (o conocerás por experiencia), en nuestro trabajo los psicólogos indagamos con muchas preguntas en el “mundo” de cada persona que nos consulta, para así poder diseñar una buena estrategia en cada caso.

 Hay una respuesta, normalmente de dos palabras que suele ser habitual.. y que no nos sirve.

Lo Normal

 Personalmente, la considero crítica (más adelante te contaré por qué) y es muy, muy importante no “aceptarla” como respuesta ni dejarla pasar en la conversación.

 ¿A qué me refiero?

A responder a una pregunta con:  “Lo normal” 

Ejemplos:

¿Qué tal tu AUTOACEPTACIÓN? Lo normal

¿Duermes bien? Lo normal

¿Cuánto bebes los fines de semana? Lo normal

¿Te llevas bien con tu padre? Lo normal

¿Te estresa tu trabajo? Lo normal

¿Discutes mucho con tu pareja? Lo normal

¿Has tenido días malos esta semana? Lo normal

¿Te preocupa mucho este tema? Lo normal

 …y es una respuesta que nunca se debe aceptar: porque no sabemos qué es “lo normal” para esa persona.

 .. y porque muchísimas veces se acaban normalizando cosas que no son “normales” o que incluso son perjudiciales o patológicas.

 Porque el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación y de aguante…

Para alguien que viene de un ambiente violento en casa, discutir a los gritos le puede parecer “lo normal”.

“Lo normal” indica aquello que ha normalizado la persona. 

…y a veces normalizamos cosas que te sorprenderían.

Por ejemplo, esto es algo que pasa mucho en las relaciones de pareja, normalizar dinámicas muy disfuncionales:

– “Ya sabes, lo típico.. discutir por una tontería y acabar sin hablarse durante tres días..”

– “Lo normal.. a veces tenemos alguna pelea que se nos va de las manos y acabamos insultándonos, sacando cosas del pasado, o rompiendo algo… pero solamente pasa de vez en cuando”

– “lo normal.. para que me escuche tengo que acabar gritando y enfadándome..”

-” pues ya sabes, se pone celosa y me revisa el móvil.. lo normal”

– ” Ya sabes, él no habla nunca de sus emociones.. lo normal en los tíos”

– “al final acabo teniendo sexo sin ganas para complacerle y que me deje de insistir.. lo normal”

– ” Si no vamos al sitio que quiere, después está de morros varios días.. lo normal..”

 …. he escuchado incluso aquello de “si, alguna vez hemos llegado a las manos en alguna discusión.. pero “lo normal”

 … creo que no hace falta aclarar que ninguna de estas dinámicas es “normal”, ni es para nada bueno normalizarlas.

Si normalizamos dinámicas o conductas dañinas o poco saludables iremos cada vez a peor…

Por eso es importante quitar esa etiqueta de “lo normal”, indagar, cuestionarnos …  

Que algo sea habitual no quiere decir que sea “normal” o bueno.

Que algo sea “soportable” o que me haya acostumbrado, no quiere decir que sea “normal”.

La autoaceptación significa tratarnos con cariño a nosotros mismos y reconocer que somos valiosos y dignos de ser queridos y respetados a pesar de no ser perfectos. En la teoría parece fácil, sin embargo, no es así.

Vivimos en una sociedad altamente competitiva, y la autoaceptación requiere, en muchas ocasiones, cambiar nuestra manera de pensar y reeducarnos.

No aceptarnos tal y como somos supone una barrera entre nosotros y nuestro bienestar emocional y crecimiento, porque nos impide afrontar la vida con energía y nos hace sucumbir ante las experiencias difíciles y las dificultades que nos podemos encontrar.

La vida tiene momentos buenos, pero también tiene momento difíciles y hay que aceptarlos.

Si no nos autoaceptamos, nosotros somos nuestro peor enemigo.

La autoaceptación es el camino hacia la paz interior

Autoaceptarnos es encontrar la paz interior, hallar la paz con nosotros mismos.

Asimismo, te permite no escapar de los problemas y aceptarlos, porque entender que los fallos son humanos es sano para tu bienestar.

La autoaceptación es, sin duda, una victoria en el ring de la vida.

Buda preguntó una vez: “El mal-hacer se debe a la mente…

¿Si la mente se transforma, el mal-hacer puede permanecer?”.

Esta cuestión nos lleva a una profunda reflexión:

 “Debemos cambiar la manera de pensar acerca de las cosas (o situaciones) para que mejoren.

Si nuestro pensamiento cambia en el proceso, también lo harán nuestras vidas”.

Cuando uno no construye su paz interior y la autoaceptación está a merced de la situación, que lo más probable es que le engulla.

Cuando una persona no se acepta a sí misma tendrá problemas en el trabajo, en la pareja, en las relaciones con los demás y, en definitiva, con la vida.

La autoaceptación es una herramienta tan potente, que incluso se emplea en la terapia psicológica.

Las terapias de tercera generación, por ejemplo, la terapia de aceptación y compromiso (ACT) o el mindfulness, versan en torno a esta concepto.

Albert Ellis, uno de los psicólogos más influyentes de la terapia cognitiva y creador de la terapia racional emotiva conductual (TREC), definía la autoaceptación de esta manera:

“Autoaceptación hace referencia a que la persona se acepta a sí misma de forma plena y sin condiciones, tanto si se comporta como si no se comporta de forma inteligente, correcta o incorrectamente, y tanto si los demás le conceden o no su aprobación, el respeto y su amor”.

Consejos para lograr la autoaceptación

Empezaríamos con el perdón

Es frecuente hablar del perdón y de si debemos o no perdonar a otras personas.

Perdonar a los demás y vivir sin rencores es bueno para nuestra salud emocional.

Y de hecho, es uno de los factores más importantes en nuestras relaciones interpersonales.

Pero, ¿podemos perdonarnos a nosotros mismos?

Perdonar a los demás puede ser complicado, pero peor es aún cuando a quien toca perdonar es a nosotros mismos.

Perdonarse y aceptarse a uno mismo requiere voluntad.

Unos consejos que pueden ayudarte a conseguirlo.

1. Haz una lista con los juicios negativos hacia ti mismo y déjalos ir

El primer paso para acabar con los pensamientos negativos hacia ti mismo es hacerlos conscientes.

Por tanto, es necesario detectar qué es lo que te quita la felicidad de ser tu mismo.

Puedes hacer esto con un diario de pensamientos.

Para ello, debes detectar esos pensamientos y escribirlos desde la autoaceptación y el autoperdón, haciendo un contrato contigo mismo para dejar que estos pensamientos pasen y te perdones por lo que has hecho. Esto se consigue desde una actitud no enjuiciadora.

Una idea para lograrlo es escribir lo siguiente:

Me libero y dejo ir todo el sufrimiento y la culpa en relación con ……. (rellenar el espacio en blanco).

Estoy dispuesto a perdonarme por lo que pasó.

Hice lo mejor que pude.

Me perdono a mí mismo y a todos los demás involucrados.

No voy a torturarme más por esto.

2. Aprende a validar tus emociones

A la hora de resolver conflictos interpersonales, la aceptación, a través de la validación emocional, es una de las mejores maneras de hacerlo.

Al fin y al cabo, ciertos prejuicios y creencias acerca de nuestra identidad pueden hacer que rechacemos falazmente algunos sentimientos, haciendo que dudemos y nos sintamos mal con lo que experimentamos.

Es necesaria una mirada libre de prejuicios hacia nosotros mismos.

La autovalidación emocional consiste en aceptar y dar por válido aquello que estamos sintiendo tanto si estamos de acuerdo o no.

Por tanto, no necesitamos el permiso de nadie para aceptar nuestras emociones, porque nos damos permiso a nosotros mismos.

Para validar nuestras emociones, primero de todo debemos conocerlas, etiquetarlas y después aceptarlas tal y como son, con una actitud no enjuiciadora y no crítica.

3. Cultiva una buena relación con la incertidumbre

Cultiva una actitud de coraje y sé auténtico.

Asume riesgos y no temas a la incertidumbre ni a ser vulnerable. Sal de la zona de confort.

Muchas personas quedan atrapadas en una espiral en que fracaso alimenta la historia de “no soy lo suficientemente bueno”.

Desconecta de esta sensación de fracaso y sentimiento negativo que afecta a tu autoestima y conéctate a la experiencia sabia de que no todos somos perfectos y podemos fracasar.

Sal de tu zona de confort, asume riesgos y tomate la vida como un continuo aprendizaje.

4. No te compares con los demás

Es frecuente que nos comparemos con los demás, porque vivimos en una sociedad que premia a las personas con dinero y éxito.

Si evaluarnos a nosotros por el dinero, las posesiones y el éxito laboral no es bueno, peor es compararnos con los demás.

Cuando hacemos eso, la ansiedad se apodera de nosotros y nuestra autoestima se ve afectada.

Debemos reeducarnos y dejar de pensar de esta manera.

5. Aprende a aceptar tus imperfecciones

Deja de ser perfeccionista y deja de pensar que eres indigno por tener imperfecciones.

El perfeccionismo afecta negativamente a nuestro equilibrio emocional. En cambio, cuando aceptas tus imperfecciones y las ves como algo normal, entonces ¡eran libre!

Eres libre de sentir la ansiedad por ser como eres y ya no necesitas malgastar esa energía mental en estos pensamientos que a la larga te provocan una gran fatiga emocional.

6. Practica Meditación o Mindfulness

En los últimos años, una práctica se está haciendo realmente popular en la psicología es el Mindfulness o atención plena.

El Mindfulness es una forma de vida, aunque los psicólogos han adaptado sus principios y métodos a la práctica terapéutica, conscientes del gran beneficio que aporta para la salud mental, hasta el punto de que se utiliza para tratar casos de depresiones leves.

Esta filosofía se basa en vivir la experiencia presente en toda su totalidad, y propone que encontremos la esencia de lo que somos. Esto se consigue a través de la autoaceptación, la compasión hacia uno mismo y la mentalidad no enjuiciadora.

El Mindfulness nos permite conscientes de la realidad que nos rodea y nos ayuda a vivir desde la libertad, el conocimiento en uno mismo y la aceptación.

Como herramienta terapéutica, el Mindfulness hace que nos centremos en el aquí y el ahora, juzgando las creencias acerca del pasado como lo que son, ideas inciertas e imperfectas que nos pueden ser útiles o no, dependiendo del caso.

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