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Tu comportamiento te define

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Tu comportamiento te define

Empezaremos por decir que …Somos seres de impulsos…

La verdad es que no es tan fácil ser coherentes cuando puede que en un momento dado, algunas personas nos eclipsen la voluntad de nuestras emociones.

Esta es una posibilidad que siempre está presente y que nos amenaza de manera constante.

Para valorar una conducta es necesario tener en cuenta el contexto en el que se ha desarrollado esa conducta.

Cuántas veces nos hemos preguntando:                                                                  «¿por qué he hecho eso? No quería».

Así pues, en última instancia, a veces, tampoco somos lo que hacemos.

En ocasiones nos dejamos arrastrar por circunstancias externas e internas inadecuadas.

Ni todo el mundo es bueno, ni todos somos perfectos, por lo que nuestra reacción dependerá de que valoremos todo aquello que consideremos que puede influir.

Es probable que muchas veces nos hayamos sorprendido e incluso decepcionado con los comportamientos de los demás.

 Esto, habitualmente, supone un antes y un después para nosotros, pues sentirnos defraudados es un duro golpe que cuesta asumir.

Cuando esto sucede puede que incluso nos resulte complicado concretar o definir la razón o razones por las que nos ha impactado tanto lo que alguien ha hecho o dicho.

La cuestión es que nos da la sensación de que han intentado enmascarar sus verdaderas intenciones a través de las palabras.

Nos definimos por cómo nos comportamos

No nos definimos por lo que decimos, sino por cómo nos comportamos

Aunque también….Sea como sea, por la boca muere el pez.

Esto tenemos que entenderlo en el sentido de que podemos decir lo que queramos, pero siempre teniendo en cuenta lo que de verdad sentimos y si vamos a poder llevarlo a cabo.

De hecho, diría que menos mal que la mayoría de personas no nos definimos por lo que decimos, porque si no viviríamos en un mundo demasiado ideal como para ser cierto.                                                        

Es decir, que sería tan perfecto como falso.

Con esto queremos resaltar que es justificable e incluso deseable que cometamos estos errores, pues contribuyen a que nuestras relaciones sean más plurales y maduras.                                                O sea, que la incertidumbre no es sinónimo de caos.

De todas maneras, aunque el mundo sería demasiado aburrido si todos fuésemos perfectos, sí que es verdad que tenemos que buscar alcanzar un punto intermedio en el que no todo esté premeditado ni deje de estarlo.

En este sentido, debemos procurar ser lo más íntegros y coherentes posible, poniendo cuidado en no hacer daño a los demás ni fallar a nuestra autenticidad.

A veces nos empeñamos en formar una imagen de los demás que nos desilusiona.

Generalmente las personas no son blancas o negras, sino que se tiñen de muchos colores en cada momento.

Solemos comportarnos de manera demasiado rígida cuando valoramos a los demás, lo que ocasiona que nos decepcionen con frecuencia. 

Sin embargo, es frecuente que no nos paremos a analizarnos a nosotros mismos, cometiendo el fallo de pensar que nuestros errores son menos graves y más pasajeros.

La solución se encuentra, en parte, en desligarnos de todas aquellas expectativas que hacen que nos castiguemos esperando de las demás cosas que nunca van a llegar.

De hecho, es probable que incluso no sepamos ni qué esperamos al dar por hecho que alguien va a actuar como nosotros lo haríamos.

Aferrarnos a las expectativas de cómo deberían comportarse los demás es un acto normalmente involuntario pero que puede conllevar un gran sufrimiento.

Ya que cuando su comportamiento no encaje con lo que habíamos proyectado en ellos, nos sentiremos decepcionados.

Sin embargo, debemos ser conscientes que en realidad, no ha sido la otra persona la que nos ha fallado.

Sino nuestra creencia en que nunca se comportaría como lo ha hecho.

Una de las ramas de la psicología más famosas es la Psicología de las diferencias individuales, también conocida como                            Psicología Diferencial.

Esta se encarga de investigar acerca de las diferencias psicológicas que existen entre los individuos y, en ocasiones, acerca del modo en el que estas se relacionan con otras características individuales de tipo no psicológico.

Dicho de otro modo, nos permite distinguir entre tipos de personas atendiendo a diferentes características de su cuerpo o de su comportamiento.

A lo largo de la historia de este ámbito psicológico se han creado diferentes criterios con los que clasificar los diferentes tipos de personas.

En este programa haremos un repaso general a los principales tipos de persona definidas por varias de las dimensiones de la personalidad más utilizadas.

Eso significa que cada categoría de las que una porción de estos tipos de personas puede vivir en el interior de uno mismo en ciertas cantidades, aunque una de ellas sobresaldrá más que el resto, dependiendo de cada caso.

1. Extravertidas

Este tipo de persona está definido por la necesidad constante de buscar fuentes de activación a través de la interacción con el entorno.

A la práctica, eso significa que las personas extravertidas disfrutan de la compañía de los demás, porque el diálogo (verbal o no verbal) es una fuente de estímulos constantes. Del mismo modo, acostumbran a preferir moverse a permanecer en un mismo lugar.

2. Introvertidas

Aunque con frecuencia se confundan, los introvertidos no son, técnicamente, personas tímidas, aunque con mucha frecuencia son ambas cosas.

Lo que define a los introvertidos es que no necesitan estar expuestos a estímulos externos constantemente, y que si estos son muy intensos o se prolongan en el tiempo, acostumbran a causarles molestias antes que al resto de personas.

Los introvertidos viven volcados hacia su vida mental, su imaginación y sus recuerdos, es decir, hacia las acciones que se pueden realizar solamente mediante procesos mentales que no producen movimientos de músculos.

3. Estables emocionalmente

Este es uno de los tipos de personas con una mayor capacidad para gestionar los momentos difíciles o estresantes, ya que este tipo de experiencias no producen un impacto tan notorio en su manera de pensar, sentir y actuar.

Sin embargo, esto no significa que necesariamente deban ser alegres. De hecho, en algunos casos podrían parecer todo lo contrario y presentar aplanamiento emocional.

4. Rebeldes

Aunque estos días parece que la palabra “rebelde” solo se utilice en campañas de publicidad y estrategias de marketing, también forma parte de uno de los instrumentos de medición de la personalidad más utilizados:

Este tipo de persona tiende a mostrarse más receptiva a formas de pensar y de hacer que resultan chocantes e innovadoras, y muestra mucho menos respeto por la autoridad que el resto.

5. Conservadoras

Las personas conservadoras son la antítesis de las rebeldes. Tienden a dar por buenas las costumbres y los modos de hacer que han sido practicados durante mucho tiempo y desconfían de las novedades.

6. Ciclotímicas

La ciclotimia es un concepto que se usa para hacer referencia a una alta afectividad y a una gran sensibilidad en general.

Este tipo de personas son capaces de experimentar las emociones más intensas a partir de las experiencias más cotidianas e insignificantes.

Por ejemplo, podrían llegar a llorar con cierta facilidad al recordar una película.

7. Esquizotímicas

Este tipo de personas son la cara opuesta de las ciclotímicas, y experimentan las emociones de un modo muy débil.

Además, muestran una tendencia al aislamiento, entre otras cosas porque la interacción informal con los demás no les aporta tanta sensación de bienestar.

Esta es una característica que, cuando es muy extremada, está vinculada con la esquizofrenia, aunque no en todos los casos se tiene por qué producir el paso a esta enfermedad.

8. Astutas

Las personas astutas se caracterizan por tener la capacidad de ver las cosas con un distanciamiento que les permite descubrir explicaciones alternativas sobre lo que está pasando y sobre lo que puede pasar.

De este modo, no pensarán a partir de un marco mental que les llega desde otras personas, sino que construyen el suyo propio.

9. Ingenuas

Las personas ingenuas son todo lo contrario que las astutas.                        

Son mucho más confiadas y dan por buenas las ideas y las propuestas de los demás, pensando a partir de esta clase de discursos impuestos desde fuera.

Esto hace que puedan ser manipuladas con relativa facilidad, o que incluso lleguen a disculparse por aquello que no es su culpa. También son sensibles a un tipo de engaño llamado gaslighting.

¿En qué consiste el Gaslighting?

“Gaslighting” es un patrón de abuso emocional en la que la víctima es manipulada para que llegue a dudar de su propia percepción, juicio o memoria. Esto hace que la persona se sienta ansiosa, confundida o incluso depresiva.

Este término, que realmente no tiene traducción al español, viene de la película clásica de Hollywood llamada “Gaslight”, Luz de gas, en la que un hombre manipula a su mujer para que crea que está loca y así robar su fortuna escondida.                                                                            Él esconde objetos (cuadros, joyas) haciéndole creer a su esposa que ella ha sido la responsable, aunque no se acuerde.                        También atenúa la luz de gas (no había electricidad) y le hace creer que el fuego sigue brillando en la misma intensidad que antes.

Por supuesto, eso hace que la protagonista sienta que se está volviendo loca, no quiera salir de la casa, se encuentre ansiosa y llore continuamente.                                                                          El esposo le advierte que dejará la relación, y la amenaza con mandarla a un doctor para que la medique o recluya.                           Por supuesto, el manipulador sabe muy bien lo que está haciendo y casi consigue su cometido si no fuera por un investigador que descifra la situación y desenmascara al esposo.

10. Obsesivas

Las personas obsesivas tienden a quedarse atrapadas en bucles de pensamientos de los que les cuesta salir, un fenómeno conocido como rumiación.

Por ese motivo les cuesta más tomar decisiones y llevar a la práctica sus propuestas, o bien quedan estancadas a causa de la parálisis del análisis.

11. Hostiles

Las personas hostiles experimentan rabia con mayor facilidad que el resto, y su umbral de tolerancia a la frustración tiende a ser bajo.

Por consiguiente, son especialmente proclives a crear situaciones conflictivas y a expresar su desacuerdo ante las opiniones, intenciones o actitudes de los demás.

Esta es una característica de la personalidad que suele ser alta en personas con trastornos como el Trastorno Explosivo Intermitente, aunque esta es una categoría claramente patológica.

12. Cínicas

Este es uno de los tipos de personas que podrían ser relacionados con el pesimismo, aunque no son exactamente lo mismo.

Las personas cínicas tienden a pensar que los demás tienen motivaciones poco nobles que quieren esconder, aunque sin caer en el extremo de la manía persecutoria, ya que no se sitúan en el centro de una narración específica acerca de lo que ocurre a su alrededor.

Egocéntricas Facilidad para fingir. Las personas cínicas no son simplemente individuos que no están conformes con las convenciones sociales; tampoco se ajustan a una moral en la que la honestidad tiene valor. Pueden decir lo que piensan, sin vergüenza

13. Neuróticas

El neuroticismo es un concepto amplio que agrupa varias características psicológicas relacionadas con las emociones y el modo en el que se experimenta el estrés, algunas de las cuales ya quedan representadas en el resto de dimensiones de la personalidad.

En concreto, las personas neuróticas son aquellas que tiene una baja tolerancia a la frustración, experimentan enfado con facilidad, son propensas a los estados depresivos y a la ansiedad, cambian de estado de ánimo con facilidad y con frecuencia sienten emociones desagradables como por ejemplo el miedo.

En cierto modo, nuestras vidas están formadas por hábitos y rutinas.

Lo que hacemos define lo que somos, y hasta cierto punto, si cambiamos nuestra manera de vivir el día a día también nos estamos cambiando a nosotros mismos.

Nuestros hábitos tienen poder transformador, y esto también puede ser aplicable a la inteligencia emocional.

De hecho, la idea en sí de lo que es la inteligencia emocional deja entrever que esta puede ser entrenada a través de rutinas.

Si la inteligencia emocional es, en definitiva, nuestra capacidad para gestionar las emociones de manera exitosa, y hacemos que el modo en el que aparecen estas emociones varíe, también estaremos transformando en otra cosa el reto que supone enfrentarse a ellas.

Hábitos que caracterizan a las personas con una alta inteligencia emocional.

1. Aprenden a expresar sus sentimientos de forma clara

Las personas con una alta inteligencia emocional saben que gestionar sus propias emociones no significa reprimirlas.                             Sin embargo, también saben que, cuando se está en compañía de otras personas, hay que tener en cuenta el modo en el que esas interpretan lo que expresamos.                                                                                 El equilibrio es la clave en las interacciones.

Por eso, procuran encontrar maneras de revelar con honestidad su estado emocional, sin generar mensajes contradictorios.

Esto requiere entrenarse en el modo en el que autoexaminan sus emociones, lo cual nos lleva al siguiente punto.                                      Estamos hablando de personas sinceras y auténticas.

2. Se mantienen siempre a la escucha de sus propias necesidades

Entre otras cosas, tener claro en todo momento que las necesidades humanas van mucho más allá de las fisiológicas, como la comida o la bebida, y abarcan otras de carácter emocional.

 Es por eso que las personas con alta inteligencia emocional se habitúan a reflexionar sobre lo que sienten, y que tienen la misma cantidad de necesidades de este tipo que cualquier otra persona.

Vigilar esta dimensión de la propia psicología da la posibilidad de ir mejorando a la hora de realizar un diagnóstico sobre los posibles conflictos emocionales que pueden generarse en uno mismo.

3. Se entrenan para identificar bien los sentimientos

De poco sirve monitorizar el estado emocional si no se sabe distinguir un tipo de emoción de otro. Es por eso que aquellas personas que destacan por tener una buena inteligencia emocional se esfuerzan por encontrar las diferencias y similitudes entre aquellos matices emocionales que sienten.

Esto lo pueden hacer tanto centrándose en las propias emociones como en las de los demás, o incluso empapándose en obras de ficción en las que los personajes tengan personalidades complejas y una dimensión psicológica bien desarrollada.

4. Luchan por gestionar bien su atención

Las personas con alta inteligencia emocional tienen presente que en el mundo hay tantas experiencias dolorosas con las cuales, si nos centrásemos solo en ellas, no levantaríamos cabeza.

Sin embargo, también saben que ocurre algo parecido con las experiencias felices, de modo que si solo tuviésemos estas últimas en la cabeza, viviríamos en una realidad muy estimulante, aunque muy separada de la realidad.

Es por eso que procuran dirigir la atención atendiendo a criterios de utilidad para ellos mismos, y no caen en la trampa de entrar en un bucle de optimismo o de pesimismo que atrape su manera de percibir las cosas.

Dicho de otro modo, gobiernan su foco de atención para que este no las gobierne a ellas.

5. Analizan la viabilidad de sus aspiraciones

Las personas emocionalmente inteligentes tienden a decidir en qué proyectos volcar su tiempo y sus esfuerzos dependiendo de las posibilidades de éxito esperadas, para no trabajar sobre un marco irreal de expectativas.

De este modo el éxito o el fracaso no les llega tan de golpe como para no poder asimilar su impacto.

6. Tienden a evitar creer que los demás les quieren perjudicar

Las personas emocionalmente inteligentes no tienen por qué ser confiadas, pero a la vez no creen que los planes o las motivaciones de los demás pasen por perjudicarlas a ellas, como si esto de por si fuese un objetivo buscado. Es por eso que raramente se toman los incidentes como algo personal.

7. Ejercen la autocrítica

Echar la vista atrás y reconocer los errores puede ser tan útil como terapéutico, y por eso la autocrítica es un recurso muy valorado por las personas con alta inteligencia emocional.

Esto no solo hará que sea difícil que ciertos conflictos con otras personas queden enquistados, sino que además les permitirá tener una visión más realista y detallada tanto de sus propias capacidades como de las aspiraciones y motivaciones que las mueven. Esto les dota de mejores recursos para superar sus miedos y progresar día a día.

8. Dedican tiempo a aprender cómo son las otras personas

La inteligencia emocional consiste también en no ir con discursos prefabricados sobre cómo son los distintos tipos de emociones.

Es por eso que para hacer uso de esta capacidad es necesario que antes se aprenda sobre el terreno acerca de cómo son estas emociones y cómo se expresan en cada una de las personas que importan, para saber cómo es el mejor modo de relacionarse con ellas.

9. Aprenden formas de automotivarse

Uno de los mejores modos de aprender a reconocer el propio estilo de expresar emociones es experimentar con lo que resulta motivador y lo que no. Además, los resultados de este proceso de aprendizaje se pueden aplicar al instante.

10. Pasan tiempo con las personas con las que conectan mejor

Las personas con alta inteligencia emocional no tienen por qué buscar la compañía de las personas que se parezcan a ellas, pero sí con aquellas con las que encajan mejor. Sin embargo, de vez en cuando salen de su zona de confort para abrirse a nuevas amistades, lo cual les permite saber más acerca de ellas mismas.

11. No tienen miedo a conocer a personas nuevas

Las personas con alta inteligencia emocional, a pesar de ser más o menos extravertidas, son capaces de abrirse hacia nuevas experiencias.

Eso también influye positivamente a su faceta social. Son personas que no tienen miedo a conocer otras personas, aunque puedan provenir de mundos distintos

 Y sobre  la madurez ESPIRITUAL  Qué es la madurez espiritual? 

1. La madurez espiritual es: cuando dejas de intentar cambiar a los demás… en lugar de eso, céntrate en cambiarte a ti mismo.

2. es: cuando aceptas a las personas como son.

3. es: cuando comprendes que todos tienen razón en su propia perspectiva.

4. es: cuando “aprendes a dejar ir”.

5. es: cuando puedes eliminar “tus expectativas” de una relación y dar por el bien del amor sin esperar nada a cambio.

6. es: cuando entiendes que lo que haces, lo haces por tu propia paz y crecimiento personal, espiritual y social.

7. es: cuando dejas de demostrarle al mundo, lo inteligente que eres, solo das lo mejor de ti con humildad. 

8. es: cuando no buscas la aprobación de los demás, y te amas más a ti mismo que a otra persona.

9. es: cuando dejas de compararte con los demás y desarrollas tu Ser.

10. es: cuando estás en paz contigo mismo y con tu entorno.

11. La madurez espiritual es: cuando eres capaz de diferenciar entre “necesidad” y “querer” y eres capaz de dejar de lado tus deseos

y por último… ¡lo más significativo!

12. ¡Obtienes madurez espiritual cuando dejas de agregar “felicidad” a las cosas materiales, ….. despiertas y puedes notar la belleza de tu esencia con la sabiduría para saborear cada momento de la vida, ….con hambre de experiencias y con tu corazón lleno de amor,…. viviendo con armonía, gozo y alegría,…. fluyendo con la energía del cosmos alineado con todo ser vivo en la tierra!

Se libre de ser tu mismo, y toma tu libertad para crear una nueva vida.

El inicio del camino espiritual depende del tu Corazón y de tu Alma.

El Gran Renacer de nuestro espíritu es Ahora!

Y hablando de camino, que mejor que hablar de las enseñanzas de

EL CAMINO DEL TAO

Todo en la vida aparece, viene y va, se mueve en un proceso sin fin.

Cuando quieres controlar los procesos y dominarlos, los matas.

Cuando quieres controlar el movimiento de la vida, sin estar fluyendo en ella, te desarmonizas.

Cuando dejas que la vida fluya en ti, mostrándote su camino, entonces tú ERES.

Si vives para afirmar tu falso sentido del YO, la vida afirma en ti las causas y los efectos.

Si vives para satisfacer tus deseos, ellos generan en ti tristezas y resentimientos.

Si las metas de tu vida son solo satisfacer tus deseos, ellos te transformarán en su prisionero.

Si dejas que la vida te ofrezca sus deseos, los deseos de la vida te darán lo que necesitas.

Si los deseos se transforman en ideas fijas, lo insaciable es el signo de tu abismo.

Si los deseos se transforman en delicadezas y ternuras, en simplicidades saciadas y satisfechas en sí mismas sin nada más esperar, ellas te abren a la luz.

Siempre que esperas, deseas.

Siempre que exijas, tienes ideas fijas.

Siempre que estés resentido, en ti viven los sentimientos y energías de los otros.

Siempre que los deseos te alteren y te hagan perder la paz, ellos se mueven como objetos sin control.

Desear sin desear es dejar que la vida te muestre el camino para ser la unidad.

Cuando nada esperas, todo recibes.

Cuando buscas sin querer poseer todo posees.

Cuando sientes sin aislarte, todo lo compartes.

ENTONCES ERES, CREAS Y ESTÁS EN EL FLUIR DE LA VIDA.

¿Es el destino que nos marcamos, la meta a alcanzar lo que nos hace ser felices?

O más bien

¿Es el viaje en si, lo que nos aporta la felicidad?

Personalmente diría, hacer aquello que nos gusta y disfrutarlo…saborearlo, vivir cada uno de los pasos que damos en ese camino.

¿Y qué has aprendido después de tanto dolor, de tantas perdidas, de tantas traiciones, de tantas insatisfacciones?

Entonces le respondí: «Aprendí a siempre sonreír»

Para terminar por hoy una frase que me encanta

“Procura que lo que hagas hoy te acerque al lugar donde quieres estar mañana”

Me gustaría decirte que esta frase la dijo alguno de mis psicólogos favoritos… 

..peero…la dijo Walt Disney parece ser.

Ya sabemos que fue también un gran metafísico

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