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DECEPCIÓN

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DECEPCIÓN

El concepto de decepción proviene del vocablo del latín tardío deceptio.

El término alude a la congoja o la angustia que se experimenta a partir de un engaño o una traición.

La idea de decepción también se emplea respecto a la sensación que alguien tiene cuando no se cumplen sus expectativas o cuando algo no se desarrolla de acuerdo con lo que esperaba:

La decepción es uno de esos conceptos especialmente difíciles de definir porque no sólo se manifiesta de forma diferente en cada individuo, sino que puede tener una repercusión muy negativa en sus allegados.

Así como el amor o la felicidad, cada persona puede sentir decepción por diferentes motivos, ante diferentes estímulos; sin embargo, esta pena que nos invade cuando los demás no están a la altura de nuestras expectativas puede hacernos mucho daño en algunos casos.

Muchas veces confundimos decepción y desilusión.

Diferencias entre decepción y desilusión

La desilusión y la decepción no son exactamente lo mismo.

La desilusión no es lo mismo que la decepción. La desilusión es del campo de la fantasía, en cambio en la decepción hay una certeza en juego, algo que es verdad y se rompe.

Una desilusión es la pérdida de ilusión en algo en lo que habíamos depositado un deseo o una esperanza.

En la desilusión se destruye algo posible pero poco probable; cuando nos ilusionamos en algo, normalmente sabemos que son cosas que no tienen por qué ocurrir.

En cambio, en la decepción hay una certeza, una realidad que se desmonta; no es que algo fuera posible o probable, sino más bien, que algo que era, de repente, ya no es.

Qué es la decepción

Una decepción es el pesar causado por un engaño o una traición, o por el fracaso en alguna expectativa previa que teníamos.

Así, es un sentimiento de insatisfacción, que surge, generalmente, cuando no se cumplen las expectativas que teníamos sobre un deseo, una persona o una situación.

Sufrir una decepción puede llevarnos a aislarnos y desconfiar del mundo. No obstante, tarde o temprano deberemos aprender a abrirnos de nuevo.

Todos hemos confiado alguna vez en alguien que ha terminado haciéndonos daño.

Tras este episodio, seguramente hemos dicho que nunca más “volveríamos a caer” en el mismo juego y nos inundaremos de desconfianza.

Sea cual sea el caso, lo normal es que la decepción profunda nos deja también una herida profunda que va a tardar en cicatrizar.

Un daño que a menudo tiene que ver con la confianza, una de las cosas más difíciles de restaurar.

Después de una decepción solemos cerrar las puertas a nuevas experiencias por miedo a volver a sufrir, a sentir ese profundo dolor por la decepción.

Es por ello que muchas personas prefieren o eligen no encariñarse con alguien pensando que así minimizarán el riesgo de ser lastimados de nuevo.

Tras atravesar una decepción nos veremos obligados a lidiar con una serie de sentimientos negativos; y no tendremos más remedio que mirarlos y aceptarlos si queremos seguir adelante.

Permitirnos sentir y expresar esas emociones será fundamental, así como obtener un valioso aprendizaje de esta experiencia.

Pero, ante todo, habremos de aprender a confiar de nuevo.

“La decepción te enseña que la gente no siempre es lo que dice ser y uno aprende que, aunque a veces duela, no cualquiera merece un lugar en nuestras vidas” y a veces las decepciones son el modo que tiene la vida de hacer limpieza.

Aprender cómo aliviar el dolor por la decepción puede ayudarnos.

Existen muchos tipos de decepciones: decepción amorosa, decepción familiar, decepción de amistad… Superar una decepción no siempre es fácil, aunque con la ayuda adecuada el proceso es más sencillo.

Causas de la decepción

Existen múltiples causas que explican el por qué nos sentimos decepcionados.

Aunque de forma genérica podemos decir que una decepción se produce ante el no cumplimiento de una expectativa o deseo que tuviéramos, podemos concretar un poco más en las causas de la decepción:

Un desengaño amoroso.

Una tradición o una mentira (por parte de la pareja, de un familiar, de un amigo…).

Sentir que nos hemos fallado a nosotros mismos.

El no cumplimiento de una expectativa previa.

El fracaso en un proyecto personal.

No llegar a unos objetivos que nos habíamos marcado.

Personas más susceptibles a ser decepcionadas

Aunque todos hemos sido decepcionados en alguna ocasión (y lo seremos más veces), hay personas que son más susceptibles a ser decepcionadas.

Entre ellas, encontramos a personas con expectativas poco realistas en general, muy exigentes consigo mismas, muy soñadoras, sensibles, dependientes de los demás, con grandes aspiraciones…

También lo son aquellas que le otorgan un valor desmedido a la verdad, o aquellas que confían mucho en los demás.

Las personas pueden decepcionarnos por múltiples causas: engaños, traiciones, mentiras…

Sin embargo, en la base de toda decepción siempre se encuentra una expectativa previa que nosotros depositábamos en la otra persona.

Esto implica confiar en ella (por ejemplo: confiar en que no nos dañará, en que no nos mentirá, etc.). Cuando esa expectativa fracasa, eso es, no se cumple, nos sentimos personas decepcionadas.

Una de las decepciones más frecuentes es la decepción amorosa o decepción de amor.

Cuando nos sentimos decepcionados por amor, sus causas pueden ser múltiples: el fracaso de una relación, el engaño de nuestra pareja, una infidelidad…

Si te sientes triste y decepcionada o decepcionado, porque alguien a quien querías te ha hecho daño y no sabes cómo gestionar esa tristeza, pide ayuda profesional.

La decepción de amigos es aquella que nace del hecho de depositar ciertas expectativas en los amigos (por ejemplo: pensar que podemos confiar en ellos), para después sentir que esas expectativas no se han cumplido.

Esto puede generarnos angustia y malestar, e incluso hacer que nos cueste volver a confiar en ese amigo en concreto que nos ha fallado o en las personas en general.

Decepción y tristeza van unidas, muchas veces, en estos casos.

Decepción y tristeza son dos fenómenos que suelen aparecen conjuntamente.

Así, cuando nos sentimos decepcionados, muchas veces también nos sentimos tristes. ¿Por qué?

Porque se han roto unas expectativas, una ilusión, un deseo o una confianza en algo o en alguien.

Es una sensación de pérdida la que nos sobreviene, y gestionar esa tristeza derivada de la pérdida resultará fundamental para gestionar también la decepción.

Cuando uno se siente decepcionado o decepcionada, muchas veces puede ocurrir que la autoestima quede dañada.

Así, la baja autoestima es una de las posibles consecuencias de la decepción.

Por ejemplo, si sufrimos una infidelidad, podemos sentirnos fácilmente heridos, como si no fuésemos suficientes para el otro (aunque esto no sea real).

Por ello trabajar en la seguridad personal puede ser un elemento clave para mejorar nuestra gestión de las decepciones.

Otro de los efectos de las decepciones es la ira y el enfado.

Es normal sentirnos enfadados cuando nos decepcionan, porque estamos heridos y muchas veces también nos sentimos atacados.

Sin embargo, tras ese enfado, con frecuencia se esconden otras emociones, como, por ejemplo: tristeza, sensación de soledad…

Si te acaban de decepcionar y te sientes así, te recomendamos que pidas ayuda profesional.

Diferencias entre hombres y mujeres ante la decepción:

Aunque cada persona es un mundo y no se puede (ni se debe) generalizar, lo cierto es que hombres y mujeres suelen presentar diferencias en su manera de gestionar o manifestar el hecho de sentirse decepcionados.

Una mujer decepcionada puede ser más proclive a sentirse triste y a verbalizar lo que le ocurre al otro, sobre todo si hablamos de la decepción de una persona.

Un hombre decepcionado, al igual que una mujer decepcionada, puede sentirse así por múltiples razones y, de igual forma, gestionar esa decepción también de muchas maneras.

Los hombres pueden ser más propensos a sentirse atacados o a sentir enfado, rabia y rencor ante la decepción.

Gestionar estas emociones no es fácil y, muchas veces, la ayuda de un psicólogo será beneficiosa para recuperar la sensación de paz y control.

La decepción de pareja también conlleva un marcado malestar. ¿Por qué?

Porque normalmente, la pareja es la persona en la que más confiamos, y si esta nos “falla” es normal que nos sintamos defraudados.

La desilusión o la decepción generada por esta situación nos puede hacer sentir muy tristes, e incluso podemos llegar a creer que nunca podremos volver a confiar en nuestra pareja (o en cualquier otra).

Sin embargo, superar una decepción de pareja es posible.

Entre las decepciones de la vida encontramos la decepción de pareja, algo que muchas personas experimentas.

Si has sufrido una situación de este tipo, o la desilusión por un proyecto personal con tu pareja, por ejemplo, quizás sea hora de que trabajes en todas las emociones que estás sintiendo ahora mismo para evitar que estas te generen mayor sufrimiento.                Un psicólogo online puede ayudarte en esta tarea.

Otra de las decepciones de la vida es la decepción familiar, eso es, aquella que sufrimos debido a nuestros familiares.

Este tipo de decepciones, dependiendo de su intensidad, pueden interferir notablemente en nuestro bienestar personal.

Así, podemos sentirnos decepcionados, con una peor autoestima, con un sentimiento de soledad intenso… e incluso, creer que no volveremos a confiar en nuestra familia.

Si has sufrido recientemente una decepción familiar, es importante que empieces a trabajar en ti mismo.

Deja de fijarte en el otro y empieza a poner el foco en ti:

¿qué esperabas de esa persona?

¿Eran expectativas realistas?

¿Qué es lo que depende de ti ahora mismo?

Si necesitas ayuda a estas preguntas un psicólogo puede ayudarte a superar una decepción, en este caso, familiar, y a recuperar la sensación de bienestar y paz mental.

4 formas de superar y salir fortalecido de una decepción

Ten claro que la decepción te ayudará a aprender.

No tiene por qué desconfiar de todos, ya que no todos somos iguales. Tan solo, dales tiempo a mostrarse como son

Todo el mundo ha pasado por una decepción en algún momento de su vida. Bien sea con una pareja u otra persona (amigos, familiares, etc.).

En ese momento, parece que el mundo entero se derrumba porque aquello en lo que creíamos… en realidad no es así.

Sentimos que nos han engañado y nuestra mente empieza a verse desbordada con pensamientos como: “no esperaba eso de ti, por qué no me lo dijiste desde un principio, no creía que fueras así, por qué no lo vi antes”, entre otros.

Sin duda alguna, toda decepción surge por una creencia que nosotros hemos formado previamente sobre alguien que luego, por una razón u otra, no cumple nuestras expectativas.

¿Cómo evitar que esto nos haga sufrir? Veámoslo ahora.

Hay decepciones que te hacen abrir los ojos y cerrar el corazón

Lejos de hundirnos, las decepciones deben ayudarnos a crecer como personas. Debemos aprender a asimilarlas para que no nos impidan avanzar.

¿Cuántas decepciones te has llevado a lo largo de tu vida? Seguramente, muchas. No obstante, hay algunas que te habrán hecho cambiar de algún modo.

Tras esas experiencias, has aprendido a ser más prudente y, quizás, más desconfiado.

Suele decirse que toda decepción tiene su impacto emocional en el ser humano.

Es, por tanto, un proceso normal que forma parte del ciclo vital. Ahora bien, es conveniente saber gestionarlas de modo adecuado para que no acaben cerrando el corazón para siempre.

La vida debe ser una invitación continua a experimentar, a arriesgarse, a mantener la ilusión.

Y, desde luego, toda decepción duele, pero si se viven es por algo: para aprender.

La elección de palabras de alguien no te define como persona

Hay quien, tras ser rechazado, piensa que no vale como persona.

Es un error. La opinión de una persona no te define. Es su palabra, su mundo y sus creencias, pero nada de ello tiene que ver contigo por en muy alta estima que la tuvieras.

Las decepciones que nos llegan de una o varias personas en concreto son solo muestras de que, en realidad, “no encajamos con sus mundos”.

Y, lo creas o no, existen muchos más mundos, más universos creados por otras personas que sí encajarán con tus esquinas, vacíos y recovecos.

Lo complejo de las decepciones es que, en ocasiones, llegan de personas que son muy significativas. Por tanto, es normal sufrirlas.

Ahora bien, ese sufrimiento debe ser puntual y no quedarse enclaustrado dentro de ti. Las decepciones se asumen, y después, deben servir de aprendizaje.

Es esencial “desactivar” toda emoción negativa de su recuerdo para poder avanzar.

¿Cómo gestionar las decepciones?

En efecto, hay decepciones que abren los ojos y cierran el corazón. El mundo es complejo y las personas que lo habitan no siempre actúan como uno espera.

No obstante, hay que tener claro que también tú puedes decepcionar a los demás de algún modo u otro. De ahí, que valga la pena tener en cuenta estas sencillas ideas.

Valora a las personas de forma justa, no te hagas grandes expectativas

Lo mejor para vivir en paz y equilibrio es dejarte llevar en el día a día y no crear altas expectativas.

Está claro que, si hay algo que todos necesitamos, es poder confiar en las personas que se aman. Si estas fallan, tienes todo el derecho a sentirte enfadado o indignado.

Ahora bien, algo que puede ayudar mucho es evitar ideas como: Mi pareja me va a apoyar en todo y lo va a hacer todo por mí; mis amigos están de acuerdo en todo lo que hago y están a mi disposición en cualquier momento.

No caigas en estas ideas. No lo esperes todo de los demás, espéralo todo de ti mismo.

Evita las decepciones permanentes, busca tu propia cura

Las decepciones son aspectos que te van a acompañar toda la vida. El mundo nunca va a ajustarse a las expectativas preconcebidas.

Tus seres queridos pueden fallar y aquellos a quienes tienes en un pedestal pueden demostrar, de vez en cuando, que también son falibles.

Debes asumirlo, pero nunca rendirte.

Las decepciones te harán abrir los ojos y lo más probable es que, después de ellas, seas más cauto, prudente e incluso escéptico.

No pasa nada. Es normal, no obstante, ten cuidado con caer en estas dimensiones:

El negativismo.

La falta de confianza en el ser humano, en general.

La pérdida de la ilusión.

Esto es lo último en lo que debes convertirte: en una persona enfundada por la tristeza, esa herida causada por una decepción que nunca sanó.

Las decepciones duelen y cambian, pero nunca debes dejar que te hundan. No te cierres puertas hacia tu propio crecimiento personal.

La vida es cambio y aprendizaje. Son aspectos negativos que integrar y asumir para después poder avanzar.

En ocasiones, una decepción puede provenir de un engaño. Es algo que debes tener en cuenta, porque a veces las decepciones son necesarias para poder ver una realidad de la que no eras consciente.

Las decepciones a veces son un regalo

Una decepción puede despertarte del letargo y mostrarte que la persona que te ha fallado no te respetaba como tú pensabas. Quizás, incluso, hubiera sido necesario sacarla de tu vida, más tarde o más temprano.

No veas las decepciones como hechos insalvables puesto que, en ocasiones, son hasta necesarias.

Para salir de ellas, para afrontarlas, debes entrar en contacto contigo mismo para recobrar tu autoestima y volver a confiar en los demás.

Siempre hay gente buena; siempre hay mil proyectos que pueden ilusionar y hacer feliz. La esperanza es algo que nunca se termina, siempre y cuando tú la contengas en tu propio corazón.

¿Cómo salir fortalecido de una decepción?

1. Prestando atención a las emociones

Tras abrir los ojos y sufrir una terrible decepción, la ira, la tristeza, la angustia y el miedo hacen acto de presencia. De repente, nos encontramos en una vorágine de emociones que nos controlan, que nos hacen estallar y ser injustos con aquellos que se encuentran a nuestro lado.

Por eso, es importante que nos paremos a reflexionar sobre nuestras emociones. Verlas y comprenderlas nos permitirá saber cómo liberarlas para que no se enquisten y se vuelvan en nuestra contra.

Quizás descubras que has querido crear en tu mente una realidad que no existía. A veces, tenemos expectativas muy altas con respecto a los demás, los idealizamos y esto nos hace caer en equívocos.

2. Hablando en voz alta sobre lo que sientes

Escribir nos ayuda a liberarnos de aquello que nos está removiendo por dentro, pero, en ocasiones, tenemos que ir un paso más allá.

Hablar en voz alta de lo que te está ocurriendo, transmitírselo a otra persona y que esta te escuche sin juzgarte no solo te permitirá desahogarte, sino que te ayudará a darte cuenta de muchas cosas. Por ejemplo, mientras por tu boca brotan todos esos sentimientos expresados mediante palabras, es posible que descubras tu propio método de sanación.

En ocasiones no vemos la salida ante un problema hasta que nos ponemos a hablar de ello. Es entonces cuando, entre una gran cantidad de ideas incoherentes y negativas, vemos una luz que es la solución de todo.

Descubre: Quien mucho traga, al final se ahoga

3. Tomando la decepción como una fuente de aprendizaje

Es momento de que dejes de sentirte una víctima de las circunstancias, de que ante un problema te dejes caer y permitas que la tristeza te consuma. Esto no te servirá de nada.

¿Aprendes de lo bueno o de lo malo? Tan solo de esto último. Porque son los peores momentos los que nos ponen a prueba.

La decepción debes verla como una oportunidad de aprender tanto de ti como de las demás personas.

Si lo haces bien, dejarás esas expectativas a un lado y esas tentaciones de idealizar fuera de tu alcance.

Es difícil que esto suceda de un día para otro. Todo aprendizaje requiere de un tiempo y un progreso necesarios. No obstante, recuerda que esto que ahora te está haciendo infeliz, una vez superado, te originará un gran bienestar.

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4. Confiando, a pesar de todo

Tras una decepción empiezas a desconfiar de todos. Sin embargo, es importante que no generalices. El hecho de que una persona te haya decepcionado no implica que otras lo hagan.

La desconfianza tan solo te generará más malestar. Empezarás a no abrirte a los demás, a no mantener relaciones sanas y naturales. Estarás siempre “con la mosca detrás de la oreja”. Incluso, en ocasiones, puede que te aborde la paranoia y seas injusto con aquellos que tan solo intentan ser buenos contigo.

A pesar de todo lo malo, nunca dejes de confiar en los demás. Te estarás perdiendo a personas hermosas que puedes echar de tu vida cuando podrían haberla enriquecido.

Aunque lo parezca, no se termina el mundo por una decepción. Claro está que, si no aprendes de ella, al final se surgirán otras que te harán igual daño.

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