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DIETA PSICOLOGICA No todo es lo que comemos, también lo que pensamos.

DIETA PSICOLOGICA

No todo es lo que comemos, también lo que pensamos.

¿Cómo estás nutriendo tu mente?

Lo que ves, lo que escuchas, lo que piensas, las personas de quienes te rodeas… todo esto va alimentando tu mente e incorporándose a tu definición (autoconcepto).

¿Estás escogiendo de manera inteligente este alimento?

¿Cómo estás nutriendo tu mente?

Si te preguntan con qué sueles nutrir tu cuerpo, quizás puedas responder rápidamente.

Quizás hablarías de tu esfuerzo consciente por tomar más productos ecológicos, por ingerir más frutas y verduras, o tal vez admitirías consumir más alimentos procesados de lo recomendable.

Sin embargo, quizás encuentres más dificultades para responder a la pregunta

“¿con qué estás nutriendo tu mente?”.

Hablamos de un interrogante al que muchos de nosotros no le prestamos atención.

Sin darte cuenta, estás continuamente nutriendo tu mente.

Lo que piensas, lo que ves, lo que escuchas, lo que haces… todo esto va alimentándote interiormente y haciéndote ser quien eres.

¿Eres feliz y positivo?, ¿te sientes cargado, irritable y pesimista?, ¿estás preocupado o agradecido?

Cada segundo, la información que te llega desde dentro y desde fuera va moldeándote; pero, ¿eres consciente de la calidad de esa información?

Tenemos interiorizado un concepto de felicidad que se basa en lograr metas y alcanzar el éxito.

Sin embargo, el verdadero bienestar proviene de lograr un estado de paz, de calma interior.

La cultura de la dieta hace referencia al conjunto de creencias que tienen como fundamento la idea de que sólo los cuerpos delgados son saludables.

Aunque a priori tú no te sientas identificado con dicha premisa, lo cierto es que su alcance es tal que prácticamente todos caemos en su trampa.

Lo cierto es que es extremadamente complicado huir de su influencia, pues detrás de ella existe una industria multimillonaria que se alimenta de nuestras inseguridades.

Hacer que los consumidores se obsesionen por su físico y su alimentación escudándose en una supuesta mejoría de salud ha permitido generar nuevas necesidades.

Muestra de ello son los servicios vinculados a ofrecer asesoramiento nutricional para perder peso, el aumento desorbitado del número de clínicas de medicina estética o los gimnasios enormes que crecen como champiñones en las ciudades.

Si bien atender nuestra salud con hábitos como el ejercicio no tiene nada de negativo, el problema radica en la asociación que se crea entre salud y delgadez.

En este punto la salud deja realmente de importar, pues el criterio que se emplea como guía no es otro que la estética.

Hoy vamos a comentar algunas de las ideas más extendidas asociadas a esta cultura de la dieta, todas ellas falsas.

Por desgracia, seguramente te resulten familiares la mayoría, e incluso hayas creído firmemente que son ciertas y tienen una base científica cuando no es así.

En primer lugar, la cultura de la dieta da por hecho que lo “normal” es ser una persona delgada.

Todos aquellos que no encajen en lo que se considera socialmente como tal están condenados a una mirada llena de crítica y juicio.

Por el contrario, los individuos que sí dan con el perfil de delgadez reciben a menudo admiración e incluso lo tienen más fácil a la hora de ser vistas, escuchadas y apreciadas en distintas facetas de la vida.

Las personas gordas son juzgadas incluso a un nivel moral, siendo a menudo tachadas como más perezosas, incapaces, e irresponsables, etc.

Por otro lado, la cultura de la dieta promueve a menudo el lema de “si quieres, puedes”.

Esto, traducido al ámbito de la alimentación, viene a decir que si te esfuerzas lo suficiente podrás conseguir ese cuerpo idealmente delgado que todo el mundo admira.

Por tanto, tira por tierra la existencia natural de diversidad en los cuerpos de la gente.

La delgadez es siempre el objetivo prioritario.

Ser delgado se convierte en un deber e incluso en un objetivo vital, de forma que todo vale para conseguirlo.

Da igual todo lo que dejes en el camino (pasar hambre, ver afectada tu vida social, consecuencias en tu salud física y mental…) mientras logres ese cuerpo modelo.

Ignora los cambios naturales que el cuerpo atraviesa en sus diferentes etapas.

La cultura de la dieta da por hecho que el cuerpo siempre debe permanecer en un estándar de delgadez, dejando a un lado el hecho de que los cuerpos cambian influidos por muchas variables. La edad o la maternidad en el caso de las mujeres son un ejemplo de aspectos que transforman claramente nuestra corporalidad.

Esto coloca en las personas una enorme presión, así como gran frustración por no tener esos cuerpos estáticos y perfectos que aparecen en las redes, la televisión, las películas, etc.

Por último y no menos importante, esta cultura promueve la asociación entre delgadez y salud.

Se da por hecho que el aspecto corporal es el indicador más fiable del estado de salud de una persona.

Por ello, quienes poseen un cuerpo gordo son considerados enfermos que deben cambiar.

Por supuesto, está probado que la salud viene determinada por muchas más variables además del peso, de forma que una persona con un cuerpo gordo puede tener unos indicadores adecuados de salud.

De la misma manera, una persona delgada puede tener un estado de salud deplorable.

Sencillamente, hay cuerpos más grandes que otros y esto no tiene por qué indicar que hay problemas en el organismo.

La relación entre la cultura de la dieta y los trastornos de la conducta alimentaria

Lo cierto es que la cifra de pacientes que sufren problemas de la conducta alimentaria no ha dejado de aumentar en los últimos años.

La edad de inicio de estos trastornos es cada vez más temprana y ya no es sólo una problemática observada en mujeres.

Ellos también comienzan a manifestar dificultades cada vez más evidentes en la relación con la comida y el cuerpo.

Lo cierto es que los trastornos alimentarios representan un problema de salud de elevada complejidad.

Por ello, sería inadecuado depositar en la cultura de la dieta todo el peso de su origen.

Sin embargo, es evidente que esta creciente obsesión de la sociedad por la estética y la delgadez ha sido un importante catalizador de estos problemas de salud mental en la población, especialmente en los más jóvenes.

Los trastornos de la conducta alimentaria son problemáticas multifactoriales.

En su desarrollo entran en juego variables individuales, familiares y sociales. Aunque no es ni de lejos la única razón, combatir estas creencias distorsionadas sobre la salud podría ser una forma de reducir el riesgo en aquellas personas más vulnerables.

Fomentar hábitos de salud a la vez que se abraza la diversidad corporal puede ser un buen comienzo.

Dieta mental: ¿qué es y cómo puede ayudarte?

Desecha los pensamientos tóxicos y promueve aquellos que te nutren y enriquecen.

Esta es la base de la dieta mental, un ejercicio que puede transformar tu vida. Descubre por qué.

¿Cuántas veces has hecho dieta a lo largo de tu vida?

Con el objetivo de cuidar tu cuerpo, escoges deliberadamente qué comer, restringes ciertos alimentos perjudiciales y aumentas la cantidad de los más saludables.

Ahora bien, ¿cuidas del mismo modo tu mente?,

¿te preocupas por aquello con lo que la alimentas?

Si no es así, te invitamos a conocer y probar la dieta mental.

Has de saber que tus procesos mentales son, en gran medida, responsables de cómo te sientes, de los éxitos que logras y de las oportunidades que dejas escapar.

Así, si te sientes triste, frustrado o desesperado, si no te gusta tu realidad actual, revisar tu contenido mental es un importante primer paso.

Lo que pensamos lo hemos aprendido, por lo que podemos modificarlo.

El término dieta puede definirse como el control o la regulación de los alimentos que una persona ingiere, con el fin de lograr un fin específico.

Así, existen dietas para perder peso, para ganar masa muscular, para mejorar el estado de salud… En todas ellas se toman decisiones conscientes y deliberadas de lo que se introduce en el organismo.

De igual forma, la dieta mental consiste en establecer el tipo de contenidos cognitivos que deseamos sostener, promoverlos, y descartar aquellos que no vayan alineados a nuestro objetivo.

En palabras más sencillas, consiste en hacernos cargo de lo que pensamos.

Seguramente creas que esto es algo sobre lo que no tienes control: los pensamientos simplemente vienen, motivados por las circunstancias que vives en cada momento y no hay nada que puedas hacer, ¿verdad?

En realidad, nuestros patrones de pensamiento no son más que hábitos, nos hemos acostumbrado (o nos han programado) a pensar de un modo determinado.

Sin embargo, podemos realizar cambios al respecto.

¿Cómo puede ayudarte?

Tal vez te estarás preguntando por qué necesitarías hacer dieta mental,

¿por qué invertir esfuerzo en cambiar esa serie de patrones de pensamiento que vienen acompañándote durante años?

La realidad es que puedes experimentar transformaciones profundas y muy positivas si comienzas a ponerlo en práctica.

Entre las principales se encuentran las siguientes:

1. Mejora la relación contigo mismo

La relación que tienes contigo es la más importante de cuántas hay en tu vida.

Ten presente que tú estás a tu lado 24 horas al día, 365 días al año. Si esta relación no es positiva, estás conviviendo con una voz que constantemente te recuerda que no eres válido, que no mereces; te recuerda cuántos errores cometes y las veces que has fracasado, te convence de que no lograrás nada y, en definitiva, te hace sentir miserable.

La dieta mental crea el hábito de hablarse a uno mismo con amor, respeto y compasión.

Moldea la imagen que tenemos de nosotros aumentando la autoestima, mejorando el autoconcepto y convirtiéndonos en nuestros mejores aliados.

2. Favorece estados emocionales positivos

La ansiedad, el miedo, la tristeza, la frustración, la desesperanza… todos nuestros estados emocionales son el resultado directo de nuestros pensamientos.

Si hacemos una limpieza mental, si comenzamos a seleccionar qué tipo de creencias admitimos y potenciamos y cuáles no, el modo en que nos sentimos cambiará drásticamente.

3. Te ayuda a afrontar la adversidad

Cada vez que afrontamos un obstáculo o una adversidad, ponemos en marcha el diálogo interno.

Este nos ayuda a interpretar y procesar lo que está sucediendo y decide qué tipo de acción tomaremos.

Mediante la dieta mental puedes conseguir que ese diálogo sea motivador y empoderante, que te ayude a relativizar, a mantener una actitud optimista y a considerarte capaz de salir adelante.

Con este tipo de contenidos mentales se fomenta la resiliencia y se logra una regulación emocional en los momentos más complicados.

4. Te acerca a la consecución de tus metas

Entrenar la mente hacia nuestras metas facilita su consecución.

Para alcanzar una meta, tenemos que convertirnos en nuestros propios entrenadores personales.

Hemos de motivarnos y creer en nosotros mismos, guiarnos durante el proceso, redirigirnos cuando se haga necesario un cambio de rumbo…

Estas directrices son imprescindibles.

Sin embargo, no nos las ofrecemos a nosotros mismos, por lo general. Nuestra mente divaga, no tiene claridad, y con frecuencia nos recuerda lo complicado de nuestro objetivo o lo lejos que estamos de alcanzarlo.

Con la dieta mental, educamos ese estilo de pensamiento de forma que nos acompañe de la mejor manera, haciéndonos sentir capaces y proporcionándonos el estímulo que necesitamos para seguir.

¿Cómo aplicar la dieta mental?

Aplicar la dieta mental es sencillo (que no fácil); basta con aplicar una serie de pasos que te coméntanos a continuación:

Identifica tus pensamientos predominantes, los que con más frecuencia suelen estar en tu mente.

Generalmente, estos toman la forma de sentencias referentes a ti mismo, a los demás y al mundo y se presentan en términos absolutos. “Soy tímido y cobarde”, “la vida es sufrimiento”, “las personas son crueles”.

Revisa también que tipo de pensamientos aparecen cuando enfrentas situaciones concretas, qué te dices a ti mismo en diversas situaciones cotidianas. Ve anotándolo y encontrarás patrones claros.

Establece los pensamientos apropiados, aquellos con los que vas a nutrir tu mente a partir de ahora.

Estos deben ser la contrapartida positiva de tus pensamientos predominantes negativos. Han de resultar agradables, amables y respetuosos, ser motivadores y optimistas.

Por ejemplo: “soy una persona valiosa y capaz”, “la vida tiene muchas cosas buenas”, “estoy rodeado de personas que me quieren”.

Implementa la dieta mental.

Es momento ahora tomar la decisión de comenzar a potenciar y favorecer esos pensamientos positivos, nutritivos y funcionales.

Puedes adoptar el hábito de repetirlos cada mañana antes de salir de casa o cada noche antes de dormir; pero, lo fundamental es que recuerdes aplicarlos en el día a día.

En aquella situación en que te asaltarían los pensamientos desagradables, decide no darles espacio y sustituirlos por estas nuevas creencias.

Sé firme y perseverante.

Prueba durante un tiempo. Si te mantienes constante durante siete días, permitiendo solo (o mayoritariamente) pensamientos positivos y constructivos, notarás una gran diferencia.

Tu estado de ánimo mejorará, tus relaciones serán más satisfactorias y te sentirás más motivado y capaz de lograr tus metas.

Sé constante y verás grandes cambios

En suma, la dieta psicológica o dieta mental, es un ejercicio de autocuidado, una medida que tomamos para asegurarnos de que nuestro espacio mental esté limpio y libre de toxicidades.

A este respecto, cuida también lo que escuchas y lo que ves, las personas de las que te rodeas;

escoge que todos los elementos de tu vida vayan en sintonía con esta nueva dieta mental que estás iniciando.

Verás como todo se transforma.

Esto no es algo sencillo de obtener, y requiere perseverancia y entrenamiento por nuestra parte, ya que no es algo a lo que estemos acostumbrados.

Por ello, dedica al menos media hora diaria a proporcionarte espacios de silencio, de quietud y de presencia.

Realiza respiraciones, practica la meditación, pasea por la naturaleza…

Simplemente permítete conectar contigo mismo sin distracciones externas.

Este corto periodo de tiempo será suficiente para generar cambios visibles en tu ánimo y en tus niveles de ansiedad.

Si fuésemos conscientes del poder de nuestros pensamientos, no los dejaríamos al azar.

Lo que piensas determina cómo te sientes, cómo te consideras a ti y a los demás, qué esperas de la vida y del futuro…

Tendemos a creer que nuestros pensamientos son consecuencia directa de nuestra realidad: “si algo me sale mal, tendré pensamientos negativos”.

La verdad es que en cada momento tenemos el poder de escoger nuestros pensamientos y así dirigir nuestra vida.

¿Estás nutriendo tu mente con optimismo, positividad, comprensión y mesura? O, por el contrario, ¿te estás alimentando pensamientos pesimistas, victimistas, críticos y exagerados?

¿Con qué tipo de información estás nutriendo tu mente?

Cada día accedemos a grandes cantidades de información, tanto de forma voluntaria como involuntaria. Los programas que escogemos ver en la televisión, la música que escuchamos, los libros que leemos… todo ello tiene un impacto beneficioso o perjudicial.

El contenido que consumes, la información que buscas ¿sobre qué versa?, ¿qué tipo de emociones te produce?, ¿qué palabras utiliza?

Antes de escogerla, imagina que tu mente es como un ordenador que se va a programar con aquello que reciba.

Así, tienes la posibilidad de programarte para la felicidad, el amor, la diversión y la gratitud, y no para la injusticia, las desgracias y el aspecto más oscuro de la vida.

Recuerda que esa información seguirá funcionando en tu interior una vez que cierres el libro, apagues la radio o el televisor.

Por último, has de saber que somos la suma de las personas con quienes más nos relacionamos habitualmente.

Precisamente por esto es importante rodearnos de seres humanos que nos inspiren, nos motiven, nos aprecien y nos respeten.

Si deseas convertirte en una persona amable, responsable, feliz o positiva, escoge compañías que te aporten aquello que tú mismo deseas reflejar.

Nada drena tanto nuestra energía como las personas manipuladoras y negativas.

Vive nutriendo tu mente de forma consciente

Por lo general, caminamos por la vida en piloto automático y sin prestar demasiada atención a los aspectos anteriormente mencionados.

Por ello es necesario hacer un esfuerzo consciente para empezar a escoger, de forma deliberada, aquello que queremos permitir en nuestra vida.

Presta atención a quienes te rodean, a las actividades que realizas a diario, a los pensamientos que sueles mantener.

¿Constituyen un alimento mental nutritivo, saludable y enriquecedor?

¿Contribuyen a formar la persona que deseas ser y el entorno del que deseas formar parte?

En gran medida, una mente sana, un estado anímico positivo y una vida satisfactoria dependen de estas pequeñas elecciones que realizamos a diario, no renuncies a tu poder.

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