“Los valores personales“: la brújula de nuestra vida
La vida es un camino en el cual podemos experimentar subidas, bajadas y momentos de mayor estabilidad.
Aunque estos vaivenes son parte intrínseca de la existencia, hay algo que nos puede ayudar a mantener el rumbo en medio de los cambios y la incertidumbre: hablamos de los valores personales.
Los valores podrían definirse como el GPS que nos guía a la hora de vivir, marcando la ruta correcta en dirección a nuestras metas y objetivos.
A pesar de lo importantes que son, a menudo son los grandes olvidados.
En un mundo que va tan rápido, y nosotros en piloto automático y en el cual es fácil estar desconectados de nosotros mismos, vivimos al día y apenas hacemos un parón para reflexionar y mirar hacia dentro para entender hacia dónde vamos y por qué.
Aunque a grandes rasgos la mayoría podría afirmar tener claros sus valores personales, la realidad es que no mucha gente hace un ejercicio verdaderamente consciente de análisis de ellos.
De hecho, revisar nuestros valores de vez en cuándo nunca está de más, ya que dependiendo de nuestro momento vital podemos cambiar nuestro parecer.
Lo que en el pasado era central para nosotros hoy puede resultar irrelevante.
También es importante aclarar que no hay unos valores mejores que otros.
No hay ninguna norma que indique cuáles son los “correctos”, ya que se trata de una cuestión completamente personal.
Los valores adecuados son, sencillamente, los que cada individuo considera, siendo lo fundamental que haya coherencia entre estos y las acciones que se realizan.
El problema es que hoy en día tendemos a enfocarnos mucho en las metas que queremos conquistar, pero poco en el horizonte que queremos tener como telón de fondo en el camino.
Estamos tan obsesionados con hacer y conseguir cosas que olvidamos el valor de trazar un camino coherente.
A diferencia de las metas, los valores no son tangibles, no se llegan a cumplir nunca como tal. Más bien, estos representan la dirección que vamos llevando a lo largo de nuestra vida.
Para entender la diferencia entre valores y objetivos, vamos a poner un ejemplo.
Imaginemos que una persona tiene como valor ser un buen padre/madre.
Para ir en esa dirección, podría establecer una serie de objetivos, como pasar más tiempo con su hijo jugando cada día, ayudarle en sus tareas escolares o escucharle atentamente cuando tenga un problema.
Si nos identificamos con un valor determinado, nos resulta más fácil concretar objetivos y trabajar cada día para acercarnos a ellos.
Cuando sentimos que nuestra existencia va en consonancia con aquello que nos importa, nuestro bienestar psicológico es mayor.
Pero no sólo eso. Cuando tenemos una buena brújula de valores nos va a resultar más fácil mantener el equilibrio ante la adversidad.
Aunque haya momentos duros y reveses, cuando tenemos un horizonte claro sabemos tomar decisiones con claridad y vivir conectados con el día a día.
Si estoy pasando una época de mucho estrés laboral, tener mis valores claros me va a permitir seguir atendiendo a mi familia, reservar tiempo para mí e incluso tomar decisiones sobre mi carrera profesional para tener una vida satisfactoria.
Tener valores nos empodera, y nos ayuda a no perder el rumbo de nuestro barco aunque la marea esté revuelta.
En definitiva, cuando los valores personales están clarificados la vida cobra sentido, tenemos motivación hacia las cosas y disfrutamos más de la existencia.
¿Qué ocurre si no tenemos claros nuestros valores?
Acorde a todo lo que hemos venido comentando, es esperable que la ausencia de unos valores personales claros vaya a suponer problemas. Todos necesitamos tener un “para qué”.
Si no sabemos hacia dónde vamos, dejamos de sentirnos conectados con la vida, nos volvemos apáticos, incluso podemos dudar de quiénes somos y de lo que queremos realmente.
Cuando no sabes hacia donde navegas…, ningún viento es favorable”. Esta frase fue mencionada por Séneca, un filósofo, político, orador y escritor romano, nos recuerda que la planificación sigue siendo clave para lograr el éxito
De hecho, muchas personas acuden a la consulta de psicología buscando aclarar un enorme nudo de problemas que sienten no logran desenredar.
A veces, la ausencia de una hoja de ruta nos lleva a tomar malas decisiones, actuar de manera contraria a lo que sentimos…y eso va mermando nuestra salud emocional.
Por ello, el espacio de terapia es un excelente lugar para mirar hacia dentro y revisar nuestra brújula de valores.
Aclarar la dirección que queremos seguir es el primer paso para establecer metas concretas y empezar a actuar, tomar las riendas de nuestra vida y construir una existencia satisfactoria y con sentido.
Una de las señales más habituales de malestar psicológico tiene que ver con la falta de control percibido sobre la propia vida y la desesperanza.
A menudo, las personas que inician un proceso de terapia se sienten abatidas por problemas que creen que no saben abordar.
En este sentido, el trabajo con los valores devuelve esa sensación de control, brindando a la persona el poder de tomar pequeñas decisiones cotidianas orientadas al horizonte que se desea.
La importancia de los valores para el bienestar
Los valores permiten que exista una conexión y también una coherencia entre lo que se cree, quiere y valora y lo que se hace.
Por ello, se dice que ayudan a las personas a encaminarse en la vida.
El dolor y las situaciones que generan malestar forman parte de la vida.
Las personas tendemos, por naturaleza, a escapar intentando anular las emociones y sentimientos negativos.
Es importante darse cuenta de que la evitación del sufrimiento no es una solución válida.
Hay que integrar esas emociones y sentimientos negativos de modo que el aprendizaje de la experiencia pueda influir de la manera más positiva posible en el futuro.
De no ser así, el evitarla y anularla, no se procesaría la información y el sufrimiento permanecería latente, aunque oculto. Paralizado, sin superarse.
Desde la terapia de aceptación y compromiso (ACT, por sus siglas en inglés) se trabaja una forma de psicoterapia experiencial conductual y cognitiva basada en la teoría del marco relacional del lenguaje.
Es una perspectiva en la que se enfatizan varios conceptos como: la evitación experiencial, la fusión cognitiva, la ausencia o debilitamiento de los valores y la rigidez conductual en su aparición y curso.
Los valores en la psicoterapia
En la psicoterapia actual, se otorga gran importancia a los valores, ya que estos forman parte de los antecedentes históricos de la persona en su contexto.
A su vez, se hace énfasis en la aceptación, lejos de la actitud enjuiciadora que está instalada en la queja continua para conseguir una ilusión de bienestar.
Desde la terapia de aceptación y compromiso, el objetivo es eliminar la rigidez psicológica mediante procedimientos básicos como la aceptación, el estar presente, el compromiso de los valores propios, el descubrimiento del Yo como contexto y la difusión de los pensamientos negativos o incomodos.
En pocas palabras, el objetivo es crear una vida significativa para la persona, haciendo que aprenda a aceptar el dolor que inevitablemente viene con ella, no arrastrarlo en el tiempo.
Es importante que los pacientes tengan muy en cuenta que algunas cosas no están bajo su control, pues esto les permite abandonar su rigidez conductual, su actitud enjuiciadora y, en cambio, les hace experimentar mayor tranquilidad.
Para poder ayudar al paciente hay que determinar cuáles son sus valores y si sus comportamientos van en dirección de los mismos.
Es muy probable que en su vida cotidiana sus comportamientos estén centrados en la resolución de sus problemas, abandonando lo más importante: sus valores.
Esta situación da lugar a la aparición del trastorno por evitación experiencial, que tiene que ver con querer la anulación de pensamientos y sentimientos relacionados con experiencias negativas.
El objetivo terapéutico será ayudar a que la persona asuma el compromiso de sus conductas en dirección de lo que ella misma valora o quiere.
Así, desde esta perspectiva, podrá enfrentar sus problemas y no solamente “acabar” con el sufrimiento que la llevó a terapia.
Tomando como base de apoyo los valores personales, se puede promover el cambio de la conducta, consiguiendo con ello el bienestar.
De este modo, se origina una mayor salud psicológica a partir de un repertorio amplio y flexible de comportamientos orientados a los valores personales.
Por otra parte, los estados cognitivos (pensamientos) y emocionales no deseados como la tristeza, la ansiedad, las preocupaciones, el miedo, etc. son considerados parte de la condición humana y, por tanto, naturales. Así se entiende que deben ser integrados a la vida, no evitarlos ni luchar contra ellos un día tras otro.
Entonces:
Lograr un mayor bienestar mediante el compromiso de las acciones en lo que verdaderamente importa.
La conducta debe estar guiada por lo que se valora y quiere.
Hay que aprender a contemplar el malestar como algo natural que forma parte de la vida, transitando por los momentos de malestar, sin luchar ni oponer resistencia, ya que así se retroalimentaría el malestar y esto generaría incluso más sufrimiento.
Los valores son un proceso y nunca se acaban, es decir, que siempre se está en búsqueda de ellos, por lo tanto, se pueden mantener a lo largo del tiempo y cultivar durante toda la vida.
Los valores elegidos por una persona representan la guía que dirige su conducta hacia aquello que le importa.
De esta manera, permiten que exista una coherencia entre lo que valora y lo que hace, lo cual le genera bienestar.
Componentes
Desde la terapia de aceptación y compromiso se trabaja la aceptación de los valores en base a los cuatro componentes:
Valores (aquello que se valora o quiere). Por ejemplo: la familia, los amigos, la generosidad, la seguridad, el cuidado de uno mismo, el disfrutar, lo formativo, lo laboral, etc.
Exposición y no evitación de los llamados eventos internos indeseados, que serían los pensamientos y emociones negativas o incómodas.
Defusión Esta técnica consiste en repetir de manera continua una palabra, o frase que se nos venga a la mente cuando estamos teniendo los pensamientos negativos, de tal manera que al cabo de un rato de repetición la palabra que se está diciendo pierda el sentido. y, por tanto, desactivación de funciones y distanciamiento de la emociones y pensamientos desagradables.
Técnicas de defusión cognitiva
Veamos ahora algunas herramientas que pueden ser de utilidad al aplicar esta teoría.
1. Enunciar nuestros pensamientos
Cuando estemos teniendo un pensamiento intrusivo que nos perturba procedemos a colocar un enunciado de la siguiente manera; colocamos el pensamiento al final de la siguiente frase “yo no soy” o “yo soy”, todo dependiendo de cuál sea el pensamiento.
Por ejemplo, si estamos pensando en hacerle daño a un animal o a alguna persona, simplemente debemos acomodar ese pensamiento como “yo no soy una persona agresiva, y no tengo porque hacerle daño a nadie”.
2. La pérdida del sentido
Esta técnica consiste en repetir de manera continua una palabra, o frase que se nos venga a la mente cuando estamos teniendo los pensamientos negativos, de tal manera que al cabo de un rato de repetición la palabra que se está diciendo pierda el sentido.
Luego debemos hacer lo mismo con el pensamiento que nos molesta, hasta que le quitemos el sentido, y de tal manera ya no sea un pensamiento del cual tratamos de huir, sino que seremos capaces de hacerle frente repitiendo constantemente.
Estos ejercicios son de gran utilidad para conseguir apartar nuestra realidad de esos pensamientos intrusivos que pueden llegar a ser realmente molestos, y si hacemos de ellos un hábito es muy probable con el paso del tiempo los molestos pensamientos desaparezcan.
Fortalecimiento de las conductas que están guiadas por lo que se quiere y valora.
El psicólogo ayuda a cada persona con sus valores mediante la búsqueda de los pensamientos y emociones temidas y evitadas para que aprenda a distanciarse de ellos y valorarlos como lo que son: solo pensamientos o sentimientos.
Ayudando a entender también que no todo lo que se piensa o siente tiene valor solo por el mero hecho de pensarlo o sentirlo.
Hay muchos pensamientos y emociones basura.
El tratamiento centrado en los valores de la persona ayuda a orientar los cambios en función de lo que ella considera valioso.
Los valores pueden llevarnos a la acción y al bienestar
Los valores encaminan.
Son creencias que conllevan a acciones, trascienden a situaciones específicas y guían la conducta de los sucesos en orden de prioridad para la persona.
Por tanto, la importancia de los valores en la psicoterapia representa una combinación de reglas verbales y consecuencias de la historia personal de cada uno y el compromiso asumido con ello.
Facilitan la toma de decisiones, que a su vez permite vencer la tendencia a ser controlado por demandas y presiones internas o externas de evitación del malestar, lo cual contribuye con el bienestar psicológico.
Empieza haciendo lo necesario, después lo posible, y de repente te encontrarás haciendo lo imposible.
San Francisco de Asís
Siembra un acto y cosecharás un hábito.
Siembra un hábito y cosecharás un carácter.
Siembra un carácter y cosecharás un destino.
Pero recuerda…
No se puede atravesar el mar simplemente mirando el agua. Rabindranath Tagore