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ESTADO DE ANIMO Y EMOCIONES

ESTADO DE ANIMO Y EMOCIONES

Estado de ánimo y emociones: ¿en qué se diferencian?

Parecen lo mismo, pero en realidad no lo son. Ambas trazan particularidades que definen cómo te sientes en tu día a día.

Parecen lo mismo, pero no es así.

Estado de ánimo y emociones trazan dos fenómenos muy similares, pero distintos a la vez.

Esa particularidad que limita cada dimensión nos permite conocer mucho mejor nuestro comportamiento, nuestro estado mental y la forma de interaccionar con el entorno.

En realidad, aquello que sentimos lo es todo.

Podríamos decir que la principal distinción entre una realidad y otra es el tiempo.

Las emociones pertenecen al cuerpo y son las primeras en aparecer; lo hacen muy rápido.

Más tarde llega la representación mental de las mismas, es decir, los sentimientos.

Por último, acontece una fase más compleja en la que se pueden combinar muchos de estos sentimientos, dejándonos ya la impronta de un estado de ánimo concreto.

Como podemos intuir, se trata de un proceso sofisticado que nos anima en una dirección u otra.

Mientras unas parten de reacciones psicofisiológicas a estímulos concretos, el otro es más generalizado y depende de múltiples factores que no siempre podemos identificar.

Por ejemplo, podemos llevar unos días con un estado de ánimo irritable y no saber muy bien la razón.

Comprender la diferencia entre una dimensión y otra nos facilitará gestionarlas mucho mejor.

El médico renacentista Paracelso, a medio camino entre ciencia y magia, veía un paralelismo entre los fenómenos físicos exteriores y lo que sucedía en nuestro organismo.

Relacionó, por ejemplo, el relámpago con la epilepsia. Y no andaba equivocado, ya que ambos corresponden a descargas eléctricas.

Es cierto que nuestros estados de ánimo no solo se ven a veces influenciados por el exterior (frío-calor, luz-oscuridad), sino que hay situaciones psicológicas que pueden compararse con fenómenos exteriores.

En efecto, cuando estamos alegres es como si el sol brillara en nuestro interior, y si nos sentimos deprimidos, como si este se hubiera ocultado.

Pero lo cierto es que, aunque la lluvia a veces provoca molestias, también despierta sentimientos positivos.

“Nosotros experimentamos las emociones como nos suceden, no como las hemos elegido”.

-Paul Ekman-

Diferencias entre estado de ánimo y emociones

¿Cómo te sientes últimamente?

¿Apagado, sin muchas ganas de nada y apesadumbrado quizá?

Al responder a esta pregunta tan simple ya estaremos hablando de nuestro estado de ánimo.

Bien es cierto que las emociones colorean nuestra vida, pero el estado de ánimo le ofrece una tonalidad más estable y persistente.

La emoción es una pincelada puntual originada a raíz de un estímulo.

Siempre es interesante recordar que cuando hablamos de estos temas, es imprescindible nombrar a toda una referencia en este campo.

El psicólogo Paul Ekman explicó las diferencias básicas entre estas dos dimensiones en su libro “La naturaleza de la emoción”

De este modo, lo primero que debemos entender es que la mala comprensión y la gestión de las mismas nos puede jugar malas pasadas.

Estado de ánimo o emociones: ¿qué nos influye más?

Los estados de ánimo más sutiles que las emociones, pero pueden afectarnos notablemente.

Podemos reprimirlos, disimularlos o rechazarlos, pero estaremos rechazando nuestra humanidad. Tomar conciencia de ellos nos ayudará a estar en equilibrio.

Los estados de ánimo, a diferencia de las emociones primarias, son menos intensos, pero más duraderos e influyentes; pueden parecer débiles, discretos, fáciles de olvidar, pero subestimamos su potencia e influencia, capaz de arruinarnos el día…

Nuestra vida está coloreada por los pequeños matices del alma.

Estados de ánimo como la melancolía o el buen humor nos influyen más que las grandes emociones.

Todos nos enseñan algo, por eso es importante aceptarlos y amarlos, pues son, en definitiva, lo que nos hace humanos.

Podríamos definir los estados de ánimo como los contenidos mentales –conscientes o inconscientes– en los que se mezclan estados del cuerpo, emociones sutiles y pensamientos automáticos.

El papel que desempeñan y su influencia sobre lo que somos y lo que hacemos es inmenso y, sin embargo, les concedemos poca atención.

Pero podemos acercarnos a ellos, pues nos ofrecen una información muy valiosa; solo es necesario detenerse: parar de trabajar, de correr, de maldecir el mundo…

Los estados de ánimo no tienen necesariamente un objetivo preciso como las emociones, lo que no implica que carezcan de causa, sino que esta no resulta tan evidente.

En general, las emociones son una “respuesta” a algo que nos “llega” de fuera; los estados de ánimo, en cambio, pueden llegarnos también del interior, ser autoproducidos.

Las emociones radicalizan y simplifican nuestra percepción de los acontecimientos; los estados de ánimo la complican, pero la hacen más sutil.

Las emociones son unas “agitadoras sociales” que modifican nuestra relación con los demás y con el mundo; los estados de ánimo son, más bien, “agitadores internos” que modifican nuestra relación con nosotros mismos y nuestra visión del mundo –lo que puede impulsarnos a cambiar muchas cosas, pero de un modo más lento–.

Las emociones nos impulsan hacia la acción exterior, y los estados de ánimo, en primer lugar, hacia la reflexión interior.

Los estados de ánimo pueden perseverar tras la estela de fuertes emociones (el estado en que nos hallamos después de una gran alegría o una gran decepción).

Y pueden representar también el terreno que las facilita: la morosidad, que favorece los golpes de tristeza y de melancolía; el resentimiento que preparan las oleadas de cólera; el pánico que estalla sobre un fondo de ansiedad.

Primero vienen los nubarrones grises y luego se desata la tormenta…

Pero lo esencial de nuestra meteorología mental se basa más en los estados de ánimo: a fin de cuentas, pasamos poco tiempo bajo la influencia de la cólera y mucho más bajo el influjo de nuestras irritaciones.

Más tiempo con la nostalgia que con la verdadera desesperación. Más tiempo con las inquietudes que con las grandes crisis de angustia…

Las nubes afectan a nuestra salud

La luz solar contiene vitamina D que absorbemos.

Además, se encuentra ligada a la serotonina, una sustancia que aumenta los niveles de bienestar y de felicidad.

Además, no es la única hormona que se ve afectada con la lluvia y los días nublados, pues los cambios de tiempo y la escasez de horas de sol hace que las conexiones neuronales de nuestro cerebro se vean afectadas.

Con ello, se altera la producción de dopamina o noradrenalina, sustancias responsables de nuestro estado de ánimo.

Las fatídicas consecuencias de esta falta de luz son la apatía, tristeza, decaimiento y menos ganas de vida social.

¿CÓMO SABER QUÉ ESTADO DE ÁNIMO NOS INVADE?

Nuestros estados de ánimo siempre están ahí, como un ruido de fondo, pero para percibirlos es necesario detenerse y escuchar; como si paseásemos por el bosque y nos detuviésemos a escuchar: percibiríamos, entonces, el sonido del viento, el de los árboles moviéndose, el trinar de los pájaros…

Detenerse para escuchar el murmullo de nuestro interior suele ser suficiente al principio; si queremos ir más lejos, será necesario que aprendamos a escuchar y a observar mejor nuestros estados de ánimo, usando, por ejemplo, la meditación.

La meditación zen, precisamente, nos ofrece una hermosa metáfora.

Podemos observar nuestros estados de ánimo permaneciendo cerca de ellos, como un caminante que entra en una cascada y permanece al abrigo, entre la roca y el agua que cae con fuerza, temblando un poco, algo mojado también, pero protegido y en un lugar privilegiado.

Uno de los objetivos de la meditación que se denomina “plena conciencia”

Consiste, precisamente, en hacerse a un lado durante un instante y ver pasar los estados de ánimo, descomponerlos, comprenderlos… pero sin intentar detener su flujo.

¿Alguien puede detener el agua de una cascada?

Ahora que sabemos qué es un estado de ánimo, podemos preguntarnos qué los distingue de una emoción.

La respuesta podría ser que el estado de ánimo es una especie de primo evolucionado y civilizado de las emociones que se han quedado más obsoletas; son, por así decirlo, emociones sutiles.

Como dijo Daniel Goleman, el autocontrol emocional es la base de todos los logros.

Ahora bien, dicho autocontrol requiere de un buen conocimiento en esta competencia.

Comprender qué nos pasa y por qué nos permitirá regular lo que nos sucede para conseguir lo que queremos en cada momento.

Profundizando las diferencias entre estado de ánimo y emociones.

1. Finalidad: quién es quién

¿Para qué sirve cada una de esas dimensiones? Sabemos que las dos pertenecen al territorio de los afectos y que determinan el bienestar o el malestar mental.

Sin embargo, cada una cumple un fin concreto:

Las emociones tienen como finalidad facilitar nuestra adaptación ante los eventos (estímulos) del entorno.

Por tanto, definen una respuesta psicofisiológica inmediata ante un estímulo concreto, y lo hace liberando una serie de neurotransmisores.

El estado de ánimo es una mezcla de emociones y sentimientos acumuladas durante días.

Es decir, se trata de un estado en el que se combinan el malestar o bienestar mental, emocional y físico.

No hay ninguna finalidad en este tipo de experiencias multifactoriales, son más bien una reacción temporal a una acumulación de sensaciones psicoemocionales que debemos comprender.

2. La duración: las emociones son más rápidas y fugaces

Señala Paul Ekman que las emociones son sensaciones intensas, pero breves, que pueden durar unos segundos o unos pocos minutos.

Ahora bien, los estados de ánimo nos acompañan durante horas e incluso días.

Todos hemos pasado por esas épocas en las que nos sentíamos más desalentados o motivados, llenos de energía.

Asimismo, si arrastramos durante varias semanas o meses un estado de ánimo apático o desesperanzado, estaríamos hablando de un trastorno afectivo (bien estacional, un trastorno depresivo como una distimia, etc.)

3. Los desencadenantes: ¿qué origina el estado de ánimo y las emociones?

La Universidad de Canterbury realizó un estudio para comprender la diferencia entre el estado de ánimo y emociones.

Una de las cuestiones que determinaba la aparición de una y de otra son los desencadenantes.

La teoría James-Lange propone que el origen de las emociones se relaciona con nuestras reacciones fisiológicas ante los estímulos.

Por ejemplo, al llegar al trabajo, veo que el ordenador no arranca. Mi reacción emocional es la tensión y tras ella, el enfado o la frustración porque las medidas que tomo no dan resultado.

Ahora bien, el desencadenante que da forma a nuestro estado de ánimo es complejo y va apareciendo con el tiempo; no es inmediato. En él, se combina un estado mental concreto, una serie de emociones que vamos sintiendo día tras día (que se acumulan) y también nuestro estado físico.

En ocasiones, factores como el estrés en el trabajo, la preocupación, la falta de ejercicio y la mala alimentación trazan un estado de ánimo desesperanzado y negativo. A todos nos es conocida esta realidad.

4. ¿Cómo se regulan?

Las emociones al ser respuestas psicofisiológicas.

Alteran nuestros pensamientos, pueden nublar nuestra atención, generarnos tensión muscular, dolor de estómago…

Todas esas reacciones suceden muy rápido, pero el problema es que nos podemos dejar llevar por ellas y emitir una respuesta desajustada.

Por ejemplo, decir algo poco respetuoso cuando nos enfadamos.

Para regular una emoción, lo primero que debemos hacer es no dejarnos llevar por ella de manera instintiva sin antes haberla analizado y tomado contacto con ella para comprenderla.

Porque su finalidad es sencilla: ayudarnos a adaptarnos mejor a nuestro entorno. Si estoy enfadado, debo resolver esa situación injusta, no dejarme llevar por ella.

Ahora bien, los estados de ánimo requieren de un trabajo psicológico más delicado, profundo y mantenido en el tiempo.

Son como una botella llena de muchos ingredientes que debemos analizar antes de que se desborde o estalle.

Si me siento desesperanzado, debo comprender qué hay detrás de ese estado.

Tal vez haya un exceso de preocupación, de emociones descuidadas y de hábitos de vida que deberíamos cambiar.

De eso se trata, al fin y al cabo, de situar la mirada en el interior para comprender, para realizar cambios, para conocernos mejor y darnos lo que necesitamos.

El Principio 10-90

¿Cuál es este Principio?

El 10% de la vida está relacionado con lo que nos pasa, y el 90% de la vida está relacionado con la forma en cómo reaccionamos.

¿Qué quiere decir esto?

Nosotros realmente no tenemos control sobre el 10% de lo que nos sucede.

No podemos evitar que el coche se averíe, que el avión llegue tarde,… lo que tirará por la borda todo nuestro plan.

Un automovilista puede obstaculizarnos en el tráfico.

No tenemos control de este 10%. Nos viene dado.

El otro 90% es diferente. Nosotros determinamos ese otro 90%. ¿Cómo?… Con nuestra reacción.

Tú no puedes controlar el semáforo en rojo, pero puedes controlar tu reacción. Tú puedes controlar cómo reaccionar.

Usemos un ejemplo…

Estás desayunando con tu familia. Tu hija tira una taza de café y salpica tu camisa de trabajo. Tú no tienes control sobre lo que acaba de pasar.

Lo siguiente que suceda será determinado por tu reacción. Supongamos que tú maldices, regañas severamente a tu hija porque te tiró la taza encima; ella rompe a llorar.

Después de regañarle, te vuelves a tu esposa y la criticas por colocar la taza demasiado cerca del borde de la mesa. Y sigue una batalla verbal. Tú vociferando vas a cambiarte la camisa; cuando acabas, encuentras a tu hija demasiado ocupada llorando y terminándose el desayuno, para estar lista para la escuela; tu hija pierde el autobús.

Tu esposa debe irse inmediatamente para el trabajo. Te apresuras a coger el coche y llevas a tu hija a la escuela. Debido a que ya vas con retraso, conduces a 65 km/h, cuando la velocidad máxima permitida es de solamente 50 km/h. Después de 15 minutos de retraso y ganarte una multa de tráfico de 100 €, llegas a la escuela.

Tu hija corre a su clase sin decirte adiós.

Después de llegar a la oficina 20 minutos tarde, te das cuenta de que se te olvidó el maletín.

Tu día empezó mal; y parece que se pondrá cada vez peor. Estás loco por llegar a tu casa.

Cuando llegas a tu casa, encuentras un claro distanciamiento en tu relación con tu esposa y tu hija. ¿Por qué? Pues debido a cómo reaccionaste por la mañana.

¿Por qué tuviste un mal día?

• A) ¿Tu hija lo causó?

• B) ¿El café lo causó?

• C) ¿El policía lo causó?

• D) ¿Tú lo causaste?

La respuesta es la “D”. Tú no tenías control sobre lo que pasó con el café.

La forma en cómo reaccionaste esos 5 segundos fue lo que causó tu mal día. Te presento lo que debió haber sucedido:

El café te salpica. Tu hija está a punto de llorar.

Tú, amablemente, le dices: “Está bien, cariño, sólo necesitas tener más cuidado la próxima vez”.

Después de ponerte una camisa nueva y coger tu maletín, miras a través de la ventana y ves a tu hija tomando el autobús escolar. Ella se vuelve y te dice adiós con la mano.

¿Notas la gran diferencia? Dos desarrollos diferentes. Ambos empezaron igual. Ambos terminaron de diferente forma. ¿Por qué? principio 10/90.

Tú realmente no tienes control sobre el 10% de lo que sucede. Pero el otro 90% se determinó por tu reacción.

Aquí están algunas formas de aplicar el Principio 10/90:

Si alguien te dice algo negativo acerca de ti, no te lo tomes muy a pecho; deja que el ataque caiga como el agua sobre el aceite.

No dejes que los comentarios negativos te afecten, reacciona apropiadamente, y no arruinarás tu día.

¿Por qué estresarse? Eso hará que las cosas se pongan peor.

Ahora ya conoces el Principio 10 – 90. Aplícalo y quedarás maravillado con los resultados.

No perderás nada si lo intentas.

El Principio 10 – 90 es increíble. Muy pocos lo conocen y aplican este principio.

¿El resultado? Millones de personas están sufriendo de un estrés por el que no vale la pena sufrimientos, problemas y dolores de cabeza.

Todos debemos entender y aplicar el Principio

10 – 90. ¡Puede cambiar tu vida!

Disfruta…

TODO ESTA BIEN.

Un discípulo Intrigado, le preguntó al maestro:

– Pero ¿nunca te acontecen situaciones que no puedes resolver?

No entiendo por qué siempre dices «está bien, está bien» cuando se te pone al corriente de alguna contrariedad o vicisitud.

El maestro sonrió y dijo:

– Sí, todo está bien, todo está bien.

– Pero ¿por qué? -preguntó escéptico e incluso un poco irritado el discípulo.

Y el maestro explicó:

– Porque cuando no puedo solucionar una situación en el exterior, la resuelvo en mi mente cambiando de actitud.

Ningún ser humano puede controlar todas las circunstancias o situaciones externas, pero sí puede aprender a controlar su actitud ante las mismas.

Por eso, para mí, todo está bien, todo está bien.

Hoy elijo vivir en el presente.

Me libero de las influencias del pasado

y dejo de usarlo para dañarme, para culpar o culparme o recordarme lo que tengo ahora

Me libero del miedo al futuro, no existe

Nunca vivo un instante que no sea el presente

Elijo vivir con consciencia

Me fundo aquí y el ahora

Lo que está ocurriendo ahora es lo mejor que me puede ocurrir.

Lo acojo sin juzgarlo

ACOSTUMBRATE

Acostúmbrate a hablar sólo de las cosas que están funcionando en tu vida.

Acostúmbrate a comentar que la vida es bella y a observar los detalles que la hacen bella.

Acostúmbrate a tener muchas razones para sentirte bien.

Acostúmbrate a ver lo que te gusta de otras personas.

Acostúmbrate a pensar que lo mejor está por llegar.

Acostúmbrate a armonizar las conversaciones internas sabiendo que tú eres el creador de tu realidad.

Acostúmbrate a ser positiv@.

Acostúmbrate a tener la intención para que las personas que entren en contacto contigo siempre evolucionen o que permanezcan donde estaban pero que nunca nadie retroceda jamás a raíz de haberte conocido.

Acostúmbrate a disfrutar la compañía de cada persona y valorar su aporte a tu existencia.

Acostúmbrate a vivir y dejar vivir a los demás en paz y armonía.

Acostúmbrate a respetar las diferencias.

Acostúmbrate a dejar amor en otras vidas.

Acostúmbrate a VALORARTE, ADMIRARTE AMARTE…

Recuerda que eres MAGNIFIC@, ESPLENDID@ Y NOTABLE!

Acostúmbrate a SERTE fiel a ti mism@.

Y sobre todo:

ACOSTUMBRATE A CELEBRAR TUS LOGROS!

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