EL REGALO DE LOS REPRESENTANTES EN CONSTELACIONES FAMILIARES
En un estudio dirigido por Gunthard Weber en Alemania se preguntó a cierto número de personas por su sentir tras haber asistido a talleres de constelaciones. La gran mayoría de ellas afirmó que la experiencia había traído cambios profundos a sus vidas. Lo curioso es que esto lo decían incluso aquellas personas que habían participado como observadores o representantes, sin constelar explícitamente ningún asunto propio.
Cuando constelamos nuestro asunto, ponemos la intención y la dirección en resolver algo que sabemos que es una limitación en nuestra vida.
Cuando observamos o representamos, el campo espiritual de sanación que se abre durante el trabajo de constelaciones nos trae regalos que van más allá de lo que sabemos de nosotros mismos: áreas o temas en los cuales ni siquiera somos conscientes de que necesitamos crecer.
Después de todo, ¿qué es lo más invisible para cada uno de nosotros, sino la propia sombra? ¿Y acaso no es dicha sombra lo que más nos limita? ¿Cómo se nos podría ocurrir constelar lo que ni siquiera vemos?
Para esas áreas ciegas, silencioso pero lleno de poder, el viento del Campo también trae su soplo.
(“¡Para esto he venido aquí hoy!”, nos decimos a veces llenos de sorpresa y descubrimiento.)
En un taller de constelaciones, todos constelamos.