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LAS VIRTUDES HUMANAS

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CUENTO DE LAS VIRTUDES HUMANAS

Cuenta la leyenda que una vez se reunieron en un determinado lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades del ser humano. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, como siempre tan loca, les propuso:

– Vamos a jugar a las escondidas. Es un juego en el que yo me tapo los ojos y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras vosotros os escondéis. Cuando haya terminado, el primero a quien encuentre ocupará mi lugar para así continuar el juego.

El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia, la Alegría dio saltos y terminó por convencer a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada.

 Pero no todos quisieron jugar. La Verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué? si al final siempre la descubrían. La Soberbia opinó que era un juego muy tonto para ella, y la Cobardía prefirió no arriesgarse.

Uno a uno comenzaron a esconderse.

La primera en esconderse fue la Pereza, que se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Generosidad no alcanzaba a ocultarse, ya que todo sitio que hallaba le parecía ideal para algunos de sus amigos.

Un lago cristalino, ideal para la Belleza; la hendija de un árbol, ideal para la Timidez…. 

A sólo un número de que la Locura terminara de contar el Amor aún no había podido esconderse, ya que todo había sido ocupado. Sin embargo, divisó un rosal, y enternecido decidió ocultarse entre sus flores.

 La Locura comenzó a buscar. Fue fácil dar con la Duda, ya que la encontró sentada sobre una cerca sin decidir de que lado esconderse.

Así fue encontrando a todos: al Talento entre la hierba fresca, la Angustia en una cueva oscura, y al Olvido, que se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.

Sólo el amor no aparecía por ningún lado. La Locura lo buscó detrás de cada árbol, en cada arroyo, en la cima de cada montaña y en cuanto lugar pueda uno imaginarse, y, justo cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal donde todavía no había buscado.

Tomó una horquilla y comenzó a mover sus ramas, cuando, de pronto, un doloroso grito se escuchó.

Las espinas habían dañado los ojos del Amor…

La Locura no sabía como hacer para disculparse. Lloró, rogó, imploró, pidió perdón, hasta prometió ser su lazarillo….

Y desde entonces, el amor es ciego, desde la primera vez se jugó a las escondidas en la Tierra……

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