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Lenguaje Emocional

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Lenguaje emocional

Que importante son las palabras,

¿Que tal si cambiáramos un reproche ,   por un te amo?

y ¡si en vez de reñir, aconsejáramos ?

y ………¿si en vez de juzgar perdonáramos?

Que fácil es decir palabras,   cuando no se piensan,

pero que maravillosas son las palabras

cuando salen del corazón como un “te amo” con amor,

incluso un “perdóname” con humildad

“La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas”.

-Sigmund Freud-

Hablamos todos los días. Pero no solemos prestar suficiente atención a las palabras que elegimos, aunque revelan muchísima información sobre nosotros y dejan entrever incluso nuestras tendencias más profundas e inconscientes.

Lo cierto es que escogemos las palabras que usamos como elegimos la ropa que nos ponemos o el color con el que pintamos las paredes de nuestra casa; o sea, mezclamos elementos inconscientes y racionales.

Las palabras, en particular, son herramientas particularmente poderosas, emotivas y evocadoras.

Su elección no es tan accidental como pensamos.

De hecho, hasta cierto punto todos somos “camaleones lingüísticos” ya que cambiamos nuestra forma de hablar para adaptarnos a nuestro interlocutor.

No nos dirigimos de la misma manera a nuestra pareja que a un colega de trabajo o a un desconocido.

No obstante, a pesar de esas diferencias, existen patrones de fondo que dejan entrever nuestras tendencias psicológicas más arraigadas, sobre todo en el plano del lenguaje emocional.

Las palabras revelan el nivel de responsabilidad afectiva

Si somos capaces de entenderlas y gestionarlas asertivamente, se convertirán en la brújula que nos guíe, pero si culpamos a los demás de ellas desarrollaremos un locus de control externo que nos convertirá en víctimas mientras traspasamos todo el peso de nuestra responsabilidad sobre los demás.

Y las palabras que elegimos dejan entrever precisamente nuestro nivel de responsabilidad afectiva.

De hecho, existen diferentes maneras de expresar lo que sentimos.

Por ejemplo, cuando estamos enfadados o frustrados tenemos básicamente tres opciones para expresar verbalmente ese malestar:

Enfoque personal. Frases como “estoy enfadado” indican que asumimos la responsabilidad por la emoción que estamos experimentando porque usamos la primera persona del singular: “yo”.

Enfoque inculpatorio. Frases como “me has hecho enfadar” señalan que estamos intentando transferir la responsabilidad de la emoción que estamos sintiendo sobre nuestro interlocutor.

Enfoque impersonal. Frases como “me han enfadado” revelan que estamos proyectando nuestra responsabilidad en un ente externo, a menudo vago, como puede ser la autoridad o las reglas, usando un lenguaje impersonal.

La diferencia es sutil pero importante porque cuando desarrollamos un lenguaje emocional basado en un locus de control interno

Somos conscientes de que:

Somos responsables de nuestras reacciones, emociones y decisiones.

Mantenemos el control de la situación.

Nos reservamos el derecho de decidir cómo actuar.

Somos los verdaderos artífices de nuestra vida.

En cambio, cuando nuestro lenguaje emocional revela un locus de control externo:

Cedemos el control de nuestras reacciones y emociones a otras personas o fuerzas.

Asumimos el papel de víctimas perennes y nos sentimos desgraciados.

Culpamos a los demás, obligándolos a cargar con nuestro malestar.

Caemos en la indefensión aprendida porque creemos que no podemos cambiar.

¿Cómo usar asertivamente el lenguaje de las emociones?

Las palabras que usamos terminan dando forma a nuestra percepción de la realidad.

Literalmente, determinan cómo vemos el mundo y, por consiguiente, pueden ampliar o limitar nuestro universo de opciones para cambiar lo que no nos gusta.

Por ejemplo, si pensamos: “mi jefe me vuelve loco”, creeremos que el problema radica en esa persona y, por tanto, la única solución que contemplaremos será cambiar de trabajo (o echar al jefe, pero esa no suele ser una opción viable).

En cambio, si pensamos: “me siento frustrado cuando mi jefe me da orientaciones confusas” habremos detectado el problema y podremos abordarlo para intentar solucionarlo.

Para asumir la responsabilidad por nuestros sentimientos, lo ideal es cambiar nuestro lenguaje emocional asumiendo este marco lingüístico:

Observación. Refiere los hechos y datos específicos sin realizar juicios de valor.

Sentimiento. Indica cómo te sientes hablando en primera persona.

Necesidad. Señala la necesidad que subyace a ese sentimiento.

Solicitud. Propón una acción específica que pueda satisfacer tu necesidad, a modo de propuesta, no con una actitud demandante.

Por ejemplo: “cuando me ignoras, me siento mal, porque necesito saber que soy importante para ti.

Por eso, me gustaría que la próxima vez pudiéramos hablar”.

En el caso de un jefe: “cuando no me da información suficiente, me siento frustrado porque necesito saber qué debo hacer. Por eso, me gustaría que la próxima vez fuera más específico”.

Por último, pero no menos importante, es fundamental que seas capaz de distinguir entre las causas y los desencadenantes.

Cuando algo provoca una respuesta afectiva, es porque ha tocado alguno de tus puntos sensibles.

Todos llevamos a cuestas un equipaje emocional, de manera que somos más sensibles a ciertas actitudes, palabras o sucesos.

Pero esos hechos no son la causa última de tu malestar, sino tan solo un factor desencadenante.

No puedes cambiar todo lo que te molesta del mundo – y mucho menos culpar a los demás – pero tienes la posibilidad de reaccionar mejor ante esos eventos. Y puedes comenzar cambiando tu lenguaje emocional.

Tu salud mental te lo agradecerá.

¿Conoces el significado de las palabras Sawabona y Shikoba?

Existe una tribu en el sur de África con una costumbre verdaderamente hermosa que se identifica con una palabra: Sawabona.

Cuando alguien se comporta de forma inadecuada lo llevan al centro de su aldea y entre todos lo rodean.

Durante dos días ellos le recuerdan a esa persona todas las cosas buenas que él hizo.

Esta tribu cree que cada uno de nosotros venimos al mundo siendo buenos y deseando seguridad, amor, paz y felicidad.

Ocurre que en la búsqueda de nuestro lugar, en el devenir de nuestra vida, podemos cometer errores. Estos deslices son para ellos gritos impacientes de auxilio.

El significado de Sawabona

Este pueblo cree que el anhelo de sentirse seres especiales y buenos a veces les lleva a fallar en su comportamiento.

Entonces, se reúnen para enderezarlo y reconectarlo con su verdadera naturaleza, recordándole quién es en realidad y que puede darle la mano de nuevo a su verdad.

Así, cuando esto ocurre, todos le repiten “Sawabona” que significa “yo te respeto, te valoro y eres importante para mí” y esa persona responde “Shikoba”, que quiere decir “entonces…yo soy bueno y existo para ti”. Este acto de reconocimiento reconstruye el interior malherido de la persona que agravió sabiéndose querido y valorado.

De esta forma, utilizando el lenguaje con amor, en esta tribu se recuerdan diariamente a través de las expresiones Sawabona y Shikova, que todos son especiales y que su interior es bueno, aunque a veces no actúen de forma correcta.

Y lo cierto es que con este hermoso acto y sencillo saludo, transmiten el mensaje de que nunca es demasiado tarde o demasiado pronto para ser quien quieras ser.

No tienes un tiempo concreto para hacerlo o no hacerlo, puedes empezar cuando quieras, pero recuerda que se gana más con la paciencia que con la violencia.

En ocasiones, cuando nos comportamos de forma inadecuada, estamos pidiendo a gritos que alguien nos haga sentir valiosos.

Sí, … es un grito al amor, al aprecio y al cariño.

Si consiguiésemos imaginar que cada uno de nosotros tiene un letrero colgante que reza

“hazme sentir importante y especial”

nuestros contactos serían más puros y benevolentes y crearíamos un verdadero interés por las personas que tenemos delante.

Educar en valores

La comunicación emocional está enferma en nuestra sociedad, no somos hábiles a la hora de considerarnos ni a nosotros ni a los demás.

El bello comportamiento de esta tribu nos muestra la importancia de educar en el valor del respeto y el cariño a nuestros pequeños.

Desde esta premisa siempre será posible influirnos y salvarnos, ya que hoy en día vivimos en un entorno peligroso en el que se carece de moral, motivación y autoestima para salir adelante y enfrentar al mundo.

Si comprendemos esta enseñanza iremos más allá de ser educados y amables y nos mostraremos al mundo con una sonrisa como carta de presentación, con una bandera blanca o señal de paz que inundará nuestro día a día de gratitud y confianza.

Además, antes de motivarnos a nosotros mismos, también existe la posibilidad de motivar a los demás, desde el conocimiento mutuo del ser y de las emociones propias y ajenas.

De esta forma, aportaremos gran cantidad de información emocional tremendamente interesante a la hora de relacionarnos.

La misma sensibilidad y consideración que otorgamos la percibiremos y así aumentaremos la calidad y la influencia de nuestras relaciones.

Ojalá llegue el día en el que aprendamos la importancia del Sawabona y el Shikoba en nuestra sociedad.

Todos sin excepción necesitamos que nuestro entorno nos recuerde que estamos recorriendo un buen o mal camino y que somos seres maravillosos que conservamos ante todo la capacidad de rectificar, de sorprender, de sentir, de conocer y de sentirnos orgullosos.

Y, sobre todo, darnos cuenta de que si no nos comportamos de la forma adecuada tenemos el poder y la fortaleza para empezar de nuevo y enmendar nuestros errores.

Ser agradecidos y generosos nos ayuda a mejorar la relación con aquellas personas que nos rodean, así como a sentirnos bien con nosotros mismos.

Aloha es la palabra hawaiana utilizada para saludar en Hawái y bendecir a los visitantes, que se podría traducir aproximadamente como belleza, paz, disfrute, o bienaventurado seas.

La cultura de Hawái define el «Espíritu Aloha» como la motivación que se expresa a través de la alegría, la cortesía, la simpatía y razonabilidad, y no obviando otros aspectos como serenidad, sensualidad y un sano orgullo.

En su tradición, se considera que la motivación Aloha cura el espíritu y el cuerpo y contagia felicidad.

Otra prueba del poder de las palabras

En el año 2004 un científico japonés llamado Masaru Emoto llevó a cabo una investigación para demostrar el poder de las palabras.             El experimento consistió en hervir arroz y distribuirlo en tres recipientes iguales.                                                                                  Uno de ellos llevaría una etiqueta positiva, otro una etiqueta negativa y el último una neutra, para utilizarse como control.

Durante un mes estuvo dedicándole al arroz con etiqueta positiva palabras agradables y dulces todos los días y realizó todo lo contrario con el tarro que tenía la etiqueta negativa, mediante insultos, desprecios, indiferencia y odio.

Pasado este mes, el arroz que había recibido los mensajes agradables había conservado mejor su aspecto y no desprendía un olor desagradable.                                                                                        Por otro lado, al tarro al que se le dedicaron palabras desagradables e insultos se llenó de hongos, haciendo que el arroz adquiriera un color ennegrecido y desprendiera un olor a podrido.

Este experimento pone de manifiesto el poder que tenemos con los mensajes que trasmitimos.                                                                                     Si esto pasa con un simple y sencillo arroz, ¿qué no les ocurrirá a las personas que nos rodean y con las que nos comunicamos de forma cotidiana?

Puede que este experimento solo sea pseudociencia y en ningún caso pretendemos tomarlo como algo totalmente verídico y científico, pero el mensaje que nos transmite sí que podemos utilizarlo y descubrir con él el maravilloso poder que tenemos con las palabras, ya sean escritas o habladas.

“Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció.

Es importante darnos cuenta que muchas veces no es qué nos dicen, sino cómo nos lo dicen.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       

Las palabras tienen el poder de cambiar lo que pensamos, atesoran la voluntad de dar una nueva visión a lo que tenemos en frente y sobre todo tienen la maravillosa capacidad de aliviar y dar paz.

No se trata de hacer un uso irreal del lenguaje para cambiar lo que pensamos y pasar de un “no puedo lograrlo” a un “lo lograré”, pero sí está en nuestra mano dejar de usar los términos que solo traen dificultades como el “siempre”, el “nunca”, el “tengo que”, el “debo de”… y pasar a emplear palabras que nos ayuden como “puede que nunca me haya salido bien, pero hoy es otro día, voy a probar”.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

El lenguaje está a nuestro servicio para ayudar y dar forma a nuestra mente y nuestras ideas, seamos escritores de nuestras vidas y hagamos un guión lleno de fuerza y mensajes que impulsen y no nos limiten.                                                                                                    Hacerlo puede ser muy sencillo y la diferencia entre ponerlo en práctica y no hacerlo es muy grande.

Probemos a cambiar las palabras que dirigimos a los demás y a nosotros mismos y encontremos las que son adecuadas y sean positivas y funcionales, quizás cambiando solo la forma de decirlo, ya cambiemos el contenido.                                                                            Si nos ayudan, nos empujan y hacen bien son las adecuadas.            Por el contrario, si vemos que agotan nuestra fuerza, que solo nos limitan, no nos ayudan o incluso estamos haciendo daño a otros quizás debamos plantearnos la posibilidad de cambiar el lenguaje con el que nos dirigimos a nosotros mismos.

Si sobre el arroz y las plantas ya podemos ver el efecto diferencial del lenguaje, imagínate qué ocurre cuando lo dirigimos a personas.                       

Porque juntando letras tenemos en nuestros labios la posibilidad de cuidar o maltratar a los demás, al igual que hemos hablado antes de cómo podíamos hacer una cosa u otra con nosotros mismos.                   En este sentido podemos hacer muchas elecciones, y entre ellas, siendo una de las más importantes, están las palabras.

1. Por favor Gracias, Lo siento, perdón, Te amo.

Otra palabra ,esta vez hawaiana …Ho’oponopono

Ho’oponopono significa “enmendar”, “corregir un error”.

Según esta filosofía, todo lo que aparece en nuestra vida es un pensamiento, una memoria, un programa funcionando (un error) y se presenta para darnos una oportunidad de soltar, de limpiar, de borrar.

“El principal propósito de este proceso es descubrir la Divinidad dentro de uno mismo.

El Ho’oponopono es un profundo regalo que nos permite desarrollar una mutua relación con la Divinidad dentro de nosotros y aprender a pedir que en cada momento, nuestros errores en pensamiento, palabra, acto y acción sean limpiados

¿Qué es Ho’oponopono?

El Ho’oponopono es un arte hawaiano muy antiguo de resolución de problemas.

Ho’oponopono significa “enmendar”, “corregir un error”.

Según esta filosofía, todo lo que aparece en nuestra vida es un pensamiento, una memoria, un programa funcionando (un error) y se presenta para darnos una oportunidad de soltar, de limpiar, de borrar.

Para ello decimos de forma consciente:

Lo siento, Perdón, Te amo, Gracias

Otra palabra mágica 

Ubuntu es una regla ética o filosofía sudafricana enfocada a la lealtad con las personas y a su manera de relacionarse. La palabra proviene de las lenguas Zulú y Xhosa.

Surge del dicho popular «Umuntu, nigumuntu, nagumuntu» que en Zulú significa « una persona es una persona a causa de los demás».                                                                                                 Ubuntu es visto como un concepto africano tradicional. Al ser una palabra que abarca muchas aspectos, creo que una buena manera de explicar su significado es mediante un cuento, que me contaron :

Un antropólogo que estudiaba los usos y costumbres de una tribu en África del Sur propuso un juego a los niños del lugar. Consiguió una buena porción de frutas y dulces que trajo de la ciudad, y los colocó en una cesta bajo un árbol.

Llamó a los niños y les dijo que aquél que llegara corriendo primero al árbol ganaría el cesto con frutas y dulces.

Cuando el antropólogo dio la señal para que corrieran, inmediatamente los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos hacia la cesta. Entonces todos se sentaron y repartieron los dulces y disfrutaron de las frutas.

Cuando él les pregunto por qué fueron todos juntos, si uno solo podía haber ganado toda la cesta,ellos respondieron: ¡UBUNTU! ¡UBUNTU!

¿Cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?

Namaste’

Namasté lo mejor de mi te saluda, mi ser interior bendice y saluda a tu ser interior.

Cuando el saludo Namaste se realiza desde la autenticidad del alma, cuentan, se crea un vínculo genuino entre las dos personas, más allá de intereses, expectativas y roles sociales.

Otra característica interesante de la significación espiritual de esta palabra radica en la creencia de que existe una esencia divina en cada persona.

Las esencias divinas se reconocen y se saludan.

A pesar de que en las sesiones de yoga se suele emplear Namaste como despedida, al acabar la clase, lo cierto es que es más un saludo que una manera de decir adiós.                                            

“La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas”.

-Sigmund Freud-

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