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El desamor

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El desamor

Desamor: cuando las cosas no salen bien

Tu relación se ha roto y el mundo se te ha venido encima.

Quizás pienses que has sido el culpable o por el contrario, la otra persona o quizás que hayáis sido los dos…

De uno u otro modo, buscar culpables en una ruptura es una forma de evitar enfrentarnos a la situación y a los sentimientos que origina emprender el duro camino del desamor.

Ya nada será como antes y eso nos confunde y nos duele como si tuviéramos una espina clavada en nuestro corazón.

Cuando llega ese momento en el que nuestra pareja nos dice cosas como “he conocido a otra persona”, “ya no siento lo mismo”, “ya no estoy enamorado/a de ti”, todo se nubla, no queremos creer, pero la realidad impone su verdad.

Sentimos rabia, dolor, queremos parar el tiempo y darle a un botón y retroceder para encontrar el error que creemos que hay para corregirlo.

La sensación es que te han arrancado una parte de tu corazón y que no la vas a poder recuperar.

-Walter Riso-Especialista en temas de pareja nos dice:

“No puedo amar a quien no me quiere. No tiene sentido entregarme a alguien que no quiere estar conmigo.

Si no me aman, no me respetan o me subestiman, no me merecen como pareja.”

Crisis amorosas “normales”

La vida en pareja suele pasar por una serie de puntos especialmente críticos.

Hablamos de crisis de crecimiento, de compenetración y de maduración de la pareja.

Podríamos decir que son sarampiones que al superarse fortalecen el vínculo.

Estas crisis “normales”, una vez resueltas, apuntan hacia la consecución de un vínculo más fuerte, de un conocimiento más profundo de la otra persona.

Sobre todo, apuntan a un saber llevar adecuadamente el carácter y la psicología de la pareja, buscando una compaginación recíproca.

Crisis matrimonial

Algunas de estas crisis acaban mal porque producen o señalan distancias que la pareja no sabe o no quiere salvar.

Así, terminan con el corte más drástico.

La buena noticia es que estos finales pueden evitarse sabiendo detectar las necesidades que son más importantes en ese momento para los dos.

“Las crisis “normales”, cuando se superan, apuntan hacia la consecución de un vínculo más fuerte, de un conocimiento más profundo de la otra persona”.

¿Rutina o desamor?

Los tiempos cambian y traen consigo nuevas esperanzas y crisis con un sello particular e infrecuente hasta esos momentos: el desamor.

Un desamor que forma parte de la cotidianidad de la pareja y que a menudo es confundido precisamente con uno de los factores que lo ocasiona: la rutina.

Muchas personas se ven afectadas por esta oleada aterradora y contagiosa.

¿Qué está pasando? ¿Qué “locura colectiva” es esta? ¿Realmente el amor se ha vuelto más frágil?

Quizá se hayan perdido los resortes psicológicos para afrontar las dificultades que siempre han existido en la pareja o quizás “solo” sea la rutina, que termina imponiéndose dañando a la relación desde dentro, apoderándose de la vida en pareja .

La rutina: enfermedad mortal de la relación de pareja

Cuando la pareja entra en la rutina, en la monotonía, la vida compra papeletas para volverse insípida, uniforme, aburrida, insustancial, sosa.

Si se resiente es porque faltan esos alicientes que son tan necesarios en la unión.

Esos alicientes consiguen que la experiencia compartida se viva y se proyecte al futuro con una buena dosis de ilusión y entusiasmo.

Falta poner en esa vida en común imaginación, gracia, pequeños objetivos, gratificaciones recíprocas y planes compartidos.

Es la forma de huir de la rutina.

Lo notable aquí es que no hay grandes problemas, lo que falta son recursos para evitar la rutina, la caída tediosa y gris en unos días copiados unos de otros.

Cuando se entra en la rutina, la vida se torna larga, interminable, agotadora, cargante, insoportable, sin interés, indiferente.

Su pronóstico desprende un moderado pesimismo si no se ponen con cierta urgencia los medios adecuados para evitar el hundimiento y la ruptura.

“Cuando la pareja entra en la rutina, en la monotonía, la vida se vuelve insípida, uniforme, aburrida, insustancial, sosa.

Le van a ir faltando esos alicientes que son tan necesarios”.

¿Cómo sé que es rutina y no desamor?

Cuando la pareja entra en la rutina, la vida de cada uno se ve afectada de forma significativa.

No es que ya no te atraiga tu pareja, es que la vida en pareja no te resulta atractiva.

Como consecuencia, tu vida tampoco te satisface, pues compartes la mayor parte del tiempo con la persona amada.

Existe una sensación de hastío, de tedio, de aburrimiento y de vacío.

Cuando ves a tu pareja sientes “mariposas en el estómago” pero al mismo tiempo te sientes sin fuerzas para continuar.

Si se realizan actividades diferente en pareja, todo cobra sentido de nuevo y la ilusión reaparece, mejorando tu estado de ánimo.

Cuando existe desamor no experimentamos esa sensación de apatía  o vacío.

La sensación es más similar a la decepción, a que no hay vuelta atrás.

Es como si algo que siempre ha estado ahí, de repente se esfuma sin dejar rastro. Incluso se puede llegar a experimentar tristeza y compasión por la otra persona.

Crisis de pareja

El amor es el sentimiento gratificante por excelencia.

Cautiva positivamente y se acompaña de una fuerte atracción, de una tendencia a estar y a compartir la vida.

El desamor es lo opuesto. No es gratificante y nos aleja de la persona que antes amábamos.

Cuando aparece el desamor no hay compromiso ni ganas de compartir la vida con esa persona.

La sensación es más similar a la decepción, a que no hay vuelta atrás”.

Si aparece el desamor, la única salida es la ruptura. No hay vuelta atrás, por mucho que nos empeñemos.

El desamor puede señalar el fin de una etapa y así hay que aceptarlo.

Sin embargo, cuando la rutina hace su aparición, todavía nos quedan esperanzas.

La rutina se puede superar, el desamor es más difícil.

Las 6 etapas del desamor y cómo nos afectan a nivel psicológico

Un período de desamor conlleva, en la mayoría de los casos, un período de duelo.

¿Qué etapas del desamor forman parte de este duelo hasta llegar a la ruptura?

¿Quién no ha sufrido alguna vez un desamor o una ruptura?

Cuando pasamos por esta experiencia, transitamos por una serie de etapas asociadas al desamor, que son similares a las que vivimos en un duelo (por la muerte de un ser querido, por ejemplo).

Sin embargo, no todas aparecen siempre, y tampoco tienen por qué manifestarse en orden.

De hecho, lo más común en el duelo es pasar por alguna de las fases más de una vez, de forma cíclica, hacia adelante, hacia atrás… y esto no es signo de un duelo patológico.

Conoce las diferentes etapas del desamor y cómo podemos experimentarlas.

Las 6 etapas del desamor

El desamor puede ser considerado como un duelo o como un vínculo afectivo destructivo.

En este programa, nos hemos centrado en el desamor como una experiencia de pérdida y duelo.

En el duelo, experimentamos una serie de etapas; en este caso, las etapas del desamor.

Según los especialistas, el duelo es ‘el proceso psicológico de la adaptación a una pérdida, pues toda pérdida produce una herida emocional, un daño al organismo’.

Así, para transitar este duelo y sanar, conviene pasar por una serie de fases. Os contamos cuáles son las más habituales.

Negación/shock

Igual que ocurre en el duelo por la muerte de un ser querido, la primera de las etapas del desamor suele ser la fase de shock o negación.

Sobre todo, si hemos sufrido una ruptura en la que somos nosotros “la parte dejada“.

En la primera fase, nuestra mente niega la realidad (inconscientemente) porque nos duele demasiado.

A veces incluso, nos sentimos como en una pesadilla de la que desearíamos despertar.

Toma de conciencia y primer impacto psicológico

Con las horas, días o semanas, vamos siendo cada vez más conscientes de nuestra nueva realidad.

Que esa persona ya no quiere estar en nuestra vida. Y empezamos a tomar conciencia de lo que nos ha ocurrido, y del hecho de tener que afrontar lo que no está pasando.

Es la fase del primer impacto psicológico, que puede venir acompañada de diferentes emociones: ira, tristeza, nostalgia, rabia…

Sentimientos contradictorios

Otra de las etapas del desamor que solemos experimentar (que no tiene por qué ser en tercer lugar; puede ocurrir más al inicio de la ruptura, por ejemplo) es la que va asociada a sentimientos contradictorios.

Por un lado, sentimos la pérdida, echamos de menos a la otra persona, estamos tristes, tenemos pocas ganas de hacer planes…

Por la otra, podemos sentir rabia hacia esa persona, a la vez que alivio porque la relación era tormentosa y por fin hemos salido de ella, por ejemplo.

Los sentimientos contradictorios son muy habituales en el desamor, y también en los diferentes tipos de duelo.

Es normal sentirlos y no debemos alarmarnos por experimentarlos; con el tiempo y la aceptación progresiva de la pérdida van perdiendo intensidad hasta desaparecer.

Noches en blanco

Las noches en blanco también son otras de las etapas del desamor, aunque no todas las personas experimentan esta etapa.

En las noches en blanco experimentamos insomnio: nos despertamos a las tantas de la mañana (o directamente, no podemos dormirnos al acostarnos) y empezamos a darle vueltas a todo.

Aparecen las preguntas sin respuesta en torno a la ruptura y a la relación en general, pudiendo llegar a sentir mucha angustia.

¿La buena noticia? Que, como todas las etapas del desamor, estas noches también irán espaciándose en el tiempo hasta desaparecer.

Recuperación

La recuperación es una de las etapas del desamor que experimentamos hacia el final de este camino.

Es importante diferenciarla de la etapa de la aceptación, que explicaremos en el siguiente punto.

La recuperación implica una mejora del estado físico y mental. Después de las noches en blanco, de la angustia y la ansiedad desbordante en muchos casos, empezamos a experimentar una mejoría física.

Dormimos mejor, los pensamientos rumiativos están desapareciendo, comemos mejor y, en definitiva, empezamos a encontrarnos mejor.

En esta etapa, vislumbramos una pequeña luz al final del camino. Sin embargo, aún no hemos llegado a la aceptación (psicológica) de la pérdida.

Aceptación

La aceptación es la última de las etapas del desamor e implica asumir la nueva realidad: aceptar que las cosas han ido como han ido y que no podían ir de otra manera. Implica dejar de sentir esa tristeza profunda y empezar a ser conscientes de todo lo aprendido durante esta experiencia tan dolorosa, pero necesaria.

La aceptación conlleva paz y calma, además de agradecimiento por lo vivido (aunque esta última emoción no siempre aparece). En definitiva: la aceptación conlleva dejar atrás la experiencia y sentir que disponemos de la energía necesaria (y las ganas) para enfocarnos en el presente, en el “aquí y ahora”.

-William James- decía…

“La aceptación de lo que ha sucedido, es el primer paso para superar las consecuencias de cualquier desgracia”.

Las etapas del desamor conllevan diferentes emociones que experimentamos en diferente grado.

Es importante saber que, ante una situación de pérdida (en este caso, la pérdida de un amor), es lógico, sano y adaptativo experimentar un proceso de duelo.

Afortunadamente, con el tiempo (y la terapia psicológica en algunos casos), las emociones pierden intensidad, aceptamos la pérdida y la integramos como parte de nuestra historia de vida.

El desamor es una enseñanza, una situación de la que tenemos que aprender una lección, no es necesario buscar culpables sino seguir adelante y recordar lo que hemos aprendido, no se trata de tener miedo, sino de disfrutar de nuestro presente y de todo lo bueno que tiene.

Quizás pienses que has sido el culpable o por el contrario, la otra persona o quizás que hayáis sido los dos…

De uno u otro modo, buscar culpables en una ruptura es una forma de evitar enfrentarnos a la situación y a los sentimientos que origina emprender el duro camino del desamor.

Ya nada será como antes y eso nos confunde y nos duele como si tuviéramos una espina clavada en nuestro corazón.

La experiencia de desamor es un camino doloroso que hay que atravesar tras poner punto y final a lo que un día fue nuestro sueño.

Ser capaces de olvidar nuestro amor o al menos dejar de sentirlo no es tarea fácil, sino un proceso largo que en la mayoría de las ocasiones estará acompañado de nostalgia, tristeza y noches en vela.

Los errores más comunes que te impiden superar una ruptura

 1. Intentar “superarle” en vez de sanar tú

 Te esfuerzas en demostrar que ya no te importa. Que eres fuerte. Que sigues adelante.

Pero en el fondo, tu motivación sigue girando alrededor de él o ella:

❌ Sales con otras personas para olvidarle.

❌ Subes fotos en redes para que vea que estás bien.

❌ Te repites a ti misma o a ti mismo “no le quiero en mi vida, estoy bien” sin sentirlo de verdad.

La clave no es centrarte en olvidar a tu ex, sino en reconstruirte a ti mismo.

Cuando cambias el foco, dejas de vivir en función de la ruptura y empiezas a vivir para ti.

2. Evitar el dolor en lugar de enfrentarlo

Te mantienes ocupada todo el tiempo para no pensar en ello.

Cada vez que la tristeza aparece, la ahogas con series, redes sociales o salidas.

Intentas “actuar normal” para no sentirte mal.

Parece que funciona… hasta que en los momentos en los que estás tú solo o sola sin tanta distracción el dolor vuelve con más fuerza.

Y es que el dolor no desaparece porque lo ignores.

Solo se acumula y explota cuando menos te lo esperas.

 El proceso de duelo necesita espacio. Si no te permites sentir, no podrás sanar.

3. Aferrarte a la idea de que era tu único amor posible

 Cuando una relación se acaba, el cerebro puede entrar en pánico.

Te convence de que:

“Nunca encontraré a alguien mejor.”

“Nadie me va a querer como él o como ella.”

“Era mi alma gemela, ¿y si me he equivocado?”

Pero piensa en esto:

¿No creías lo mismo antes de conocerle?

Es como cuando éramos pequeños y pensábamos que nunca superaríamos nuestro primer amor adolescente.

Y aquí estamos, amiga o amigo.

El hecho de que ahora no veas otras opciones no significa que no existan.

Solo significa que tu mente está atrapada en la pérdida.

Y eso cambiará con un buen trabajo interno.

4. Convertirle en una versión idealizada de sí mismo

Cuando alguien nos deja, nuestra mente juega trucos sucios.

Nos olvidamos de las discusiones.

Pasamos por alto los momentos en los que nos sentimos solos en la relación.

Hacemos una lista de sus virtudes, pero ignoramos sus defectos.

Es como si el cerebro editara la película de la relación y solo te dejara ver las escenas bonitas.

 Pero la historia completa era otra.

Si realmente fuera la persona ideal para ti, seguiría a tu lado.

Cómo cambiar el enfoque y superar la ruptura de verdad

1. Enfócate en sanar, no en olvidar

Pregúntate: ¿Cómo puedo hacerme sentir mejor hoy, sin depender de nadie más?

Crea nuevas rutinas que te nutran.

En lugar de pensar en lo que perdiste, empieza a construir lo que quieres.

Ejemplo de cómo implementarlo: En vez de forzarte a “no pensar en él o ella”, usa ese tiempo para aprender algo nuevo o reconectar con pasiones que dejaste de lado.

2. Acepta que el dolor forma parte del proceso

En vez de huir de la tristeza, déjate sentir.

Escribe sobre lo que duele en lugar de enterrarlo.

Recuérdate que cada emoción es temporal y que no te define.

Ejemplo de cómo implementarlo: Si te sientes mal un día, no te castigues pensando “otra vez estoy mal, debería estar mejor”.

En su lugar, dite: “Es normal que tenga altibajos. Esto no significa que no esté avanzando.”

3. Cambia tu diálogo interno sobre la relación

Cuando idealices el pasado, recuerda las razones reales por las que terminó.

Si te atrapas pensando “nadie más me querrá así”, cuestiónalo: ¿es esto realmente cierto o solo un miedo disfrazado de verdad?

Haz una lista de lo que no quieres repetir en tu próxima relación.

Ejemplo de cómo implementarlo: Si te descubres diciendo “Era el amor de mi vida”, cámbialo por “Fue alguien importante en mi historia, pero mi historia no acaba aquí”.

4. Construye una vida en la que tu felicidad no dependa de otra persona

Conéctate contigo mismo: ¿qué te gusta? ¿Qué te hace feliz fuera de una relación?

Cultiva relaciones nuevas y retoma las amistades que descuidaste.

Descubre el placer de estar solo o sola.

Ejemplo de cómo implementarlo:

En lugar de buscar desesperadamente a alguien más para llenar el vacío, aprende a disfrutar de tu propia compañía y a sentirte completo sin necesidad de otra persona.

“Te quise hasta que mi dignidad dijo: no es para tanto”.

Si has sentido esto mismo alguna vez recordarás ese proceso interior en el cual, nos damos cuenta de que el amor, a veces, tiene un límite, y se llama precisamente dignidad.

Recuerda que eres una persona válida que merece ser feliz.

Así que no pienses que una ruptura es el fin, porque puede ser el comienzo de algo totalmente nuevo y bello.

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