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BENEFICIOS DE LA SONRISA

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Beneficios de la sonrisa

La sonrisa es una de las expresiones más elementales de los seres humanos.

Sonreímos, de hecho, desde antes de nacer, desde que estamos en el útero materno, tal como ha permitido comprobar la tecnología de las ecografías ultrasonido.

«La sonrisa es una curva que lo endereza todo»

Phyllis Diller

La curva más bonita en una mujer es su sonrisa.

¿Qué pasa con el cerebro cuando sonríes?

Cuando sonríes el cerebro interpreta que estás contento y libera sustancias como endorfinas, serotonina y otros analgésicos naturales, que ayudan a tener una sensación de bienestar y reducir los niveles de dolor y estrés.

Muchísimos estudios científicos han analizado la sonrisa, sus implicaciones, sus efectos, todo lo que sonreír conlleva.

Una de las conclusiones más destacadas de esos trabajos es que la sonrisa tiene mucho poder de seducción.

En primer lugar, porque la sonrisa no es solo un resultado involuntario de sentirse bien: también es posible forzar una sonrisa.

En línea con Charles Darwin -quien anotó que “la simulación de una emoción tiende a despertarla en nuestras mentes”-

cuando una persona sonríe, aunque no sea de manera genuina, se ayuda a sí misma a sentir alegría o satisfacción.

Hay muchas diferencias entre una sonrisa natural y otra fingida, incluso a nivel cerebral.

En la sonrisa genuina o espontánea (llamada “sonrisa de Duchenne”,

en homenaje al médico francés Guillaume Duchenne, que la investigó en el siglo XIX), los extremos de la boca y las mejillas suben, los dientes quedan expuestos y se forman arrugas al lado de los ojos.

En el cerebro se activan la corteza temporal prefrontal, los ganglios basales y el hipotálamo.

En cambio, cuando alguien ejecuta una sonrisa de manera voluntaria actúan en su cerebro las cortezas motora y premotora.

Intenta reproducir los mismos rasgos de la sonrisa de Duchenne, pero aun para quienes lo entrenan (los políticos, por ejemplo) es muy difícil dar a esas sonrisas “artificiales” un aspecto de total naturalidad.

Está demostrado que más sonrisas, mayor bienestar y menos estrés….

¿Y qué pasa a nivel hormonal?

Sonreír estimula la liberación de sustancias como dopamina, serotonina y endorfinas, neurotransmisores que contribuyen a aumentar la sensación de bienestar, y reduce los niveles de cortisol, una hormona que se segrega como respuesta al estrés y la ansiedad.

Por ello, se genera una suerte de círculo virtuoso: sentirse bien hace que uno sonría, y la misma sonrisa aumenta la sensación de bienestar.

Algo así como si la sonrisa y la felicidad se alimentaran a sí mismas.

Un elemento positivo es que esto también funciona con las sonrisas no genuinas.

En un experimento realizado por investigadores de la Universidad de Kansas, Estados Unidos -cuyos resultados se publicaron en 2012-,

se pidió a un grupo de personas que sostuvieran con la boca unos palillos que les formaban una sonrisa involuntaria;

a la mitad de esas personas les pidieron de forma explícita que sonrieran, mientras que a la otra mitad no les dijeron nada al respecto.

Tanto esas personas como las de un grupo de control tuvieron que resolver dos tareas estresantes.

Los resultados fueron contundentes: todos los participantes “sonrientes”, tanto aquellos a quienes les habían pedido que sonrieran como aquellos a los que no, mostraron frecuencias cardíacas más bajas durante la recuperación del estrés que los del grupo de control, es decir, los que realizaron las tareas sin sonreír.

“Estos hallazgos -escribieron los investigadores- demuestran que existen beneficios fisiológicos y psicológicos al mantener expresiones faciales positivas durante situaciones de estrés”, incluso aunque esas expresiones fueran involuntarias.

Una expresión que se contagia

Resulta casi de sentido común el hecho de que la sonrisa es un valor muy apreciado en las personas que trabajan en el área de servicios y de atención a los clientes.

Pero también hay estudios que lo han analizado, como uno realizado por expertos de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, y publicado en 2004: comprobaron que -siempre y cuando el trabajo esté bien hecho- si los trabajadores sonríen no solo generan la sensación de ser simpáticos y amables, sino también más competentes.

Eso podría estar relacionado con el hecho de que la sonrisa es una gran herramienta para lograr empatía: la sonrisa se “contagia”.

La explicación radica en las llamadas neuronas espejo, las cuales nos inducen a imitar ciertos gestos y conductas que vemos en los demás.

En términos sencillos, se puede decir que las neuronas espejo nos hacen actuar como los demás para que sea más sencillo ponernos en su lugar y entenderlos.

De ahí que, cuando alguien sonríe, quien lo vea también sienta el impulso de sonreír.

De hecho, en una investigación de 2011 se propuso a un grupo de voluntarios que interpretaran los gestos que veían en otras personas.

Pero a la mitad de esos voluntarios se les indicó que debían sostener un lápiz con la boca, lo cual les impedía sonreír cuando veían a alguien sonriente.

Pues bien, quienes tenían un lápiz en la boca mostraron mayores dificultades para interpretar los gestos que quienes podían imitarlos sin obstáculos.

Más aún: hay trabajos científicos que han explicado que esta es la razón por la cual es difícil fruncir el ceño cuando se observa la sonrisa de otra persona.

Por otra parte, las personas que se inyectan bótox con fines estéticos o cirugía pierden cierta movilidad en algunos músculos faciales.

Está comprobado que esas intervenciones producen ciertas limitaciones en los movimientos faciales, entre ellos la sonrisa.

Como consecuencia, esas personas tampoco pueden imitar del todo bien los gestos de las personas con las que interactúan y, por lo tanto, se modifica su procesamiento neuronal.

Personas que sonríen, más longevas

Las sonrisas también podrían predecir la longevidad. Científicos de Estados Unidos analizaron los gestos con los que 230 jugadores profesionales de béisbol de ese país fueron fotografiados en 1952.

¿El resultado?

Los jugadores que en las imágenes no sonreían vivieron una media de 72,9 años. La expectativa de quienes mostraron una “sonrisa parcial”, una pose, fue algo superior: 75 años.

Y la de quienes tenían en la cara una sonrisa plena, una sonrisa de Duchenne, fueron los que vivieron más: un promedio de 79,9 años. Los expertos aclaran que, por supuesto, la sonrisa no es una fórmula mágica para prolongar la vida.

La explicación radicaría en una cuestión de probabilidades: quienes sonreían en las fotos debían sonreír más durante el resto de sus vidas.

Y eso, como se ha venido señalando, es una señal -y a su vez causa- de una existencia con menos estrés y mayor bienestar.

Si hiciera falta otro motivo para sonreír más, se puede destacar el hecho de que, como asegura un estudio realizado también en Estados Unidos, las personas que sonríen resultan más atractivas.

Un hecho que no solo tiene su importancia al momento de ligar, sino que -de acuerdo con la autora del trabajo- hace que esas personas también sean vistas como más exitosas, amigables e inteligentes.

En 2012, el investigador Ron Gutman ofreció una charla TED sobre “el poder de las sonrisas”, y afirmó que “una sonrisa puede generar el mismo nivel de estimulación cerebral que 2.000 barras de chocolate”.

Con la ventaja de que, al revés que el chocolate, el exceso de sonrisas no tiene contraindicaciones, sino que hace bien a la salud.

La teoría del feedback (de la retroalimentación) facial propone que los movimientos faciales asociados a cierta emoción pueden influir en las experiencias afectivas.

Es una de las teorías más representativas del estudio psicológico de las emociones y la cognición, por lo que continúa siendo discutida y experimentada constantemente.

En psicología sobre todo en los estudios se pretendo poner nombre a todo de ahí la teoría del feedback facial, cómo se definió.

En cualquier investigación se empieza con una pregunta y supongo que la pregunta sería….

¿el movimiento del rostro crea emociones?

Después se investiga

 y cuáles han sido algunas de sus comprobaciones experimentales.

La relación entre cognición y experiencias afectivas ha sido ampliamente estudiada por la psicología.

Entre otras cosas se ha intentado explicar cómo ocurren las emociones, de qué manera las hacemos conscientes, y cuál es su función tanto a nivel individual como social.

Una parte de la investigación en este campo sugiere que las experiencias afectivas ocurren después de que procesemos cognitivamente un estímulo asociado con una emoción.

A su vez, esto último generaría una serie de reacciones faciales, por ejemplo, una sonrisa, que dan cuenta de la emoción que estamos experimentando.

No obstante, la teoría del feedback facial, o teoría de la retroalimentación facial, sugiere que también puede ocurrir el fenómeno contrario:

realizar movimientos con los músculos faciales relacionados con cierta emoción, repercute significativamente en cómo la experimentamos; incluso sin necesidad de que exista un procesamiento cognitivo intermediario.

Se le llama teoría de la “retroalimentación” facial, precisamente porque sugiere que la activación muscular del rostro puede generar una retroalimentación sensorial hacia el cerebro; cuestión que finalmente nos permite experimentar y procesar conscientemente una emoción.

La teoría del feedback facial tiene sus antecedentes en las teorías de finales del siglo XIX, que priorizan el papel de la activación muscular con la experiencia subjetiva de las emociones.

Estos estudios continúan hasta nuestros días, y se han desarrollado de manera importante desde de la década de los 60’s, momento en el que las teorías sobre la afectividad cobran especial relevancia en las ciencias sociales y cognitivas.

En una recopilación sobre los antecedentes de la teoría del feedback facial, en el año de 1962, el psicólogo estadounidense Silvan Tomkins propuso que la retroalimentación sensorial llevada a cabo por los músculos del rostro, y las sensaciones de la piel, pueden generar una experiencia o estado emocional sin necesidad de intercesión cognitiva.

Esto representó el primer gran antecedente de la teoría de la retroalimentación facial.

Posteriormente se sumaron las teorías de Tournages y Ellsworth, en 1979, quienes hablaron de la hipótesis de la modulación emocional mediada por la propiocepción, lo que constituye otro de los grandes antecedentes de la definición de esta teoría.

De la misma década son también reconocidos los trabajos realizados por Paul Ekman y Harrieh Oster sobre emociones y expresiones faciales.

Entre las décadas de los 80’s y 90’s siguieron muchos otros investigadores, que han realizaron numerosos experimentos para comprobar si efectivamente los movimientos musculares pueden activar experiencias afectivas determinadas.

Desarrollaremos a continuación algunos de los más recientes, así como las actualizaciones teóricas que han derivados de estos.

El paradigma del bolígrafo sostenido

En 1988, Fritz Strack, Leonard L. Martin y Sabine Stepper realizaron un estudio en donde le pidieron a los participantes que observaran una serie de caricaturas divertidas.

Mientras tanto, a una parte de ellos se les pidió sostener un bolígrafo con sus labios. A los demás se les pidió lo mismo, pero con los dientes.

La petición anterior tenía una razón: la postura facial que se realiza al tener entre los dientes un bolígrafo contrae el músculo cigomático mayor, que usamos para sonreir, lo que favorece la expresión facial sonriente.

Por el contrario, el movimiento facial realizado con el bolígrafo entre los labios contrae el músculo orbicular, lo que inhibe la actividad muscular necesaria para sonreir.

De esta manera, los investigadores medían la actividad facial asociada con la sonrisa, y quería ver si la experiencia subjetiva de la alegría se relacionaba con dicha actividad.

El resultado fue que las personas que sostuvieron el bolígrafo con los dientes reportaron que las caricaturas eran más divertidas que aquellas personas que sostuvieron el bolígrafo con los labios.

La conclusión fue que las expresiones faciales asociadas con alguna emoción efectivamente pueden transformar la experiencia subjetiva de dicha emoción; incluso cuando las personas no están totalmente conscientes de los gestos faciales que están llevando a cabo.

¿Se inhibe la retroalimentación facial cuando somos observados?

En el año 2016, casi tres décadas después del experimento de Strack, Martin y Stepper, el psicólogo y matemático Eric-Jan Wagenmakers, replica junto con sus colaboradores el experimento del bolígrafo sostenido.

Para sorpresa de todos, no encontraron evidencia suficiente que sostuviera el efecto de la retroalimentación facial. En respuesta, Fritz Strack explicó que el experimento de Wagenmakers se había realizado con una variable que no estuvo presente en el estudio original, lo que seguramente había afectado y determinado los nuevos resultados.

Dicha variable era una cámara de video que grababa la actividad de cada uno de los participantes.

De acuerdo con Strack, la experiencia de sentirse observado provocada por la cámara de video, habría modificado significativamente el efecto de la retroalimentación facial.

El efecto de la observación externa en la experiencia afectiva

Ante la controversia anterior, Tom Noah,Yaacov Schul y Ruth Mayo (2018) replicaron nuevamente el estudio, primero utilizando una cámara y después omitiendo su uso.

Como parte de sus conclusiones proponen que, lejos de ser excluyentes, los estudios de Strack y Wagenmakers son consistentes con las teorías que explican cómo el sentirse observado afecta las señales internas relacionadas con la actividad más básica; en este caso con la retroalimentación facial.

En sus investigaciones comprobaron que el efecto de la retroalimentación facial se presenta notoriamente cuando no hay un dispositivo electrónico grabando (con lo cual, los participantes no están preocupados por el monitoreo de su actividad).

Por el contrario, el efecto disminuye cuando los participantes saben que están siendo monitoreados mediante la cámara de video.

La inhibición del efecto se explica de la siguiente manera: la experiencia de sentirse observado genera la necesidad de ajustarse a expectativas externas, para las cuales, la información interna no está disponible o no está preparada.

Así pues, Noah, Schul y Mayo (2018) concluyeron que la presencia de la cámara llevó a los participantes a adoptar la postura de una tercera perspectiva sobre la situación, y en consecuencia, generaron menos sintonía ante la retroalimentación facial de sus propios músculos.

La sonrisa delfín

Los delfines, qué duda cabe, son criaturas especiales que expresan algunas cualidades aún inexploradas, y vibraciones de frecuencias elevadas.

Poseen un elevado nivel de conciencia de sí mismos y de su entorno y, por consiguiente, una especial conexión con los humanos.

Por lo tanto, podemos aprender de ellos y hacer lo posible por vibrar alto en nuestro día a día. De esta manera, como los delfines, tendremos siempre una sonrisa en la cara.

En los cursos de Minfullnes del Dr. Andrés Pomares en el colegio médico, aparte de empezar con su frase celebre…

¡¡¡¡¡Que bien estoy vivo!!!!

No habla de la sonrisa delfín  y de como nuestra mente se relaja cuando comenzamos con la sonrisa en una meditación.

Personalmente lo recomiendo, he participado en varios y volveré a participar para reciclarme,

¡que no te vendan paja! este curso va directo al grano, por su sencillez y su practicidad.

El Dr. Andrés Pomares sabe sacar el máximo rendimiento y su precio es muy asequible,

También hacer mención a José Martos por su extraordinaria organización.
Se me olvidaba conocerás la sonrisa delfín.

LA SONRISA ES EL REFLEJO DEL ALMA

…Aprender a sonreír en cualquier momento del día tiene efectos en las personas verdaderamente sorprendentes.

Ayuda a sanar la depresión, el estrés y la angustia.

Limpia y ventila los pulmones.

Oxigena el cerebro y el cuerpo.

Regulariza el pulso cardiaco.

Relaja los músculos tensos.

Disminuye la tensión arterial de la sangre.

Ayuda a quemar calorías.

Se segregan endorfinas.

Incrementa la confianza en uno mismo.

Potencia la creatividad.

Alivia el insomnio.

Ayuda a eliminar pensamientos negativos

Si pides un favor a alguien de forma amable, pero sobre todo con una sonrisa sincera, puedes estar seguro de que no te verás defraudado.

La sonrisa da confianza, seguridad, incluso en un momento dado puede disminuir el efecto de algún error que podamos haber cometido.

Os recuerdo algunas frases que describen la sonrisa…

“Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo, pero su recuerdo, a veces, nunca se borra.”

“Sonríe aunque sea una triste sonrisa, porque más vale una sonrisa triste, que la tristeza de no poder sonreír.”

“No hay nadie tan rico que no la necesite ni tan pobre que no la pueda dar.”

Haz que tu sonrisa cambie el mundo

Pero no que el mundo cambie tu sonrisa.

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