Hallar significado y propósito
¿Puede la filosofía combatir los problemas y dificultades cotidianos?
Esto es precisamente lo que propone Lou Marinoff en su libro Más Platón y menos Prozac: la marca de antidepresivo más conocida.
Lou Marinoff propone con este libro aplicar la filosofía a nuestro sistema de vida para alcanzar un mayor equilibrio interior.
Se trata de considerar la filosofía como una forma de vida más que como una disciplina, idea que existe desde Sócrates.
Un libro diferente que, con sencillez, nos acerca al pensamiento de grandes filósofos como Platón, Sócrates o Kant y demuestra que la filosofía puede ser una opción para lograr una vida más satisfactoria.
Más Platón y menos Prozac se inspira en los más importantes filósofos de la historia para enseñarnos a afrontar los principales y más habituales aspectos y situaciones de la vida.
Frente a la proliferación de libros de autoayuda de corte psicológico y, sobre todo, los excesos de una sociedad adicta a los antidepresivos y ansioliticos, el filósofo Lou Marinoff ofrece en su libro Más Platón y menos Prozac una reflexión original y muy divertida.
La filosofía puede ser la respuesta a muchos problemas personales que no son patologías.
La primera precisión sobre el libro de Marinoff es que el autor marca convenientemente las distancias entre psicología, psiquiatría y filosofía para colocar a cada una en su ámbito propio.
Recupera así el campo original de la filosofía recordando que ésta no es solo una disciplina académica, sino que tiene su raíz en la vida misma y está abierta a todos.
“La gran verdad sobre la filosofía (y este es un secreto bien guardado) es que todo el mundo puede ejercerla”, afirma con humor.
Es más, muchos problemas personales no son patologías que necesiten medicación, sino filosofía.
“Si su problema está relacionado con la identidad, los valores o la ética, lo peor que puede hacer es permitir que alguien le endose una enfermedad mental y le extienda una receta.
Ninguna pastilla hará que se encuentre a sí mismo, que alcance sus metas o que obre como es debido”.
Lo mismo es aplicable al indagar sin fin en el pasado de uno o a la autoayuda.
En la misma línea, señala también cómo algunos problemas sociales y políticos necesitan más un enfoque, y en su caso debate, filosófico y menos la habitual jerga sociológica, es decir, menos estadísticas o sondeos de opinión y más pensamiento.
Lo que Marinoff defiende es que cada persona acabe siendo su propio consejero filosófico.
Propone para esto el llamado proceso “PEACE”, acrónimo de los cinco pasos para enfrentarse con ayuda de la filosofía a problemas existenciales.
De modo resumido sería el siguiente.
En primer lugar, hay que plantearse correctamente el problema, identificarlo.
El segundo paso hace referencia a expresar las emociones.
Estas dos primeras etapas suponen enmarcar el asunto, algo que la mayoría de las personas hacen de forma natural y es, habitualmente, lo que cabe esperar de la ayuda de psicólogos y psiquiatras.
La tercera etapa supone analizar las opciones.
La cuarta implica dar un paso atrás y contemplar la situación en su conjunto: es el campo más filosófico, puesto que supone integrar y adoptar una determinada postura. De esta forma se acaba en el equilibrio.
Las categorías de las etapas anteriores son revisadas y se tiene que trabajar para integrarlas en una explicación que las abarque a todas e integre una explicación unificada.
Hay que cultivar una visión unificada de la situación en conjunto: el problema tal como se presenta, su reacción emocional y las opciones que ha analizado al respecto.
En este punto, hay que considerar los métodos, sistemas y enfoques filosóficos para abordar la situación que le afecta en su globalidad (p.e. el budismo y el estoicismo pueden ayudarnos a no angustiarnos por no conseguir lo que queremos conseguir al explicar que la causa verdadera del sufrimiento es apegarse a lo que no depende de nosotros y que no nos define como humanos realmente).
Marinoff relata a continuación nueve casos procedentes de su consulta, explicando cómo el pensar filosófico (concretos autores y textos) tiene algo que decir en casos tan variados como conflictos matrimoniales o intergeneracionales, la crisis de la edad madura, el trabajo y un largo etcétera.
El autor termina explicando cómo, más allá del asesoramiento personal, proliferan en EE.UU. y otros países nuevas formas de filosofía práctica.
Entre ellas, además del asesoramiento empresarial destacan los grupos formales e informales donde se debate, de modo filosófico, cuestiones actuales con una sola regla: la urbanidad.
Esta es una de las partes más interesantes del libro, ya que estos “cafés filosóficos” u otras modalidades ponen de manifiesto que es posible recuperar tanto la reflexión como el debate en términos muy distintos a los que habitualmente nos proponen los medios de comunicación.
Pensar está al alcance de todos, lo cual es una buena noticia.
Quizás tras el libro de Marinoff surjan otros muchos que echen mano de otras herramientas tradicionales que los humanos teníamos para enfrentarnos a la vida, como son la buena literatura, el cine o el teatro.
Una de las corrientes filosóficas que más ayudan a comprender es el estoicismo.
Las cuatro virtudes del estoicismo
El estoicismo es una filosofía muy simple, que busca el crecimiento personal y con base a eso, mejorar las relaciones de las comunidades. Sus creencias se basan en 4 aspectos principales:
1. Sabiduría: tener la capacidad intelectual de lidiar con todo tipo de situaciones buscando siempre la solución más lógica y racional.
2. Templanza: aprender a controlar todos los instintos y vivir con base única en la moderación de los deseos y las emociones.
3. Justicia: dar a todos lo que les corresponde, tomando en cuenta sus derechos y sus verdades.
4. Valentía: demostrar la fuerza emocional necesaria para saber aceptar los aspectos negativos de la vida sin miedo.
¿Cómo puedes practicarlo?
Primer paso: Aprende a controlar tus emociones. Marco Aurelio, solía utilizar la meditación y como mantra decía: «Hoy escapé de mi ansiedad, la saqué de mí porque me di cuenta que venía de mis propias percepciones y no de afuera».
Segundo paso: Busca un ejemplo que te inspire y sigue sus pasos. Séneca, en su libro «Cartas de un estoico» dice:
«Elige a alguien cuya forma de vivir tenga tu aprobación. Mantente siempre en su misma dirección, como un guardián, como un modelo».
Tercer paso: Aprende a aceptar los fracasos como parte natural de la vida. Las caídas son parte del éxito.
Cuarto paso: Lee todo lo que puedas y actúa con base en tus aprendizajes. Epícuro, en su libro «El arte de vivir» dice: «No digas que has leido varios libros, demuéstralo con tus acciones».
Quinto paso: Analiza el uso que le das a tu tiempo, puede ser que le estés dando demasiada importancia a nimiedades.
Esta creencia filosófica, sigue vigente en la actualidad. El líder político, Nelson Mandela se guiaba por los libros de Marco Aurelio, uno de los máximos representantes del estoicismo.
La filosofía cree en la paz, mas no quiere decir que crea en la pasividad.
El consejo de Epicteto para afrontar los problemas
“Cada cosa tiene dos asas: una, por la que es llevadera, la otra, por la que no lo es.
Si tu hermano actúa injustamente contigo, no lo tomes por el lado del agravio, pues es el asa no llevadera.
Si lo tomas por el otro lado y piensas que es tu hermano, la persona que creció a tu lado, entonces lo tomarás por el buen lado, que te lo tornará soportable”, recomienda el Equiridion, un manual que recoge las enseñanzas del filósofo estoico Epicteto y que ha llegado a nuestros días gracias al discípulo Lucio Flavio Arriano.
“No son las cosas que nos pasan las que nos hacen sufrir, sino lo que nos decimos sobre estas cosas”.
-Epícteto-
“La regla del 90/10” que nos dice que es mucho más influyente la reacción que manifestamos ante los acontecimientos que los propios acontecimientos en sí.
De hecho, tan solo el 10% de nuestra vida está determinado por lo que nos pasa: cometer un error, el retraso del avión o los atascos de tráfico que nos hacen llegar tarde al trabajo, por ejemplo.
Por otro lado, el 90% está directamente relacionado con la manera en la que reaccionamos ante estas situaciones que suponen el 10%.
Está demostrado como en una misma situación las personas reaccionan de maneras muy dispares.
En función de la reacción primaria que tengan ante el hecho disparador que acaba de acaecer, podrán beneficiarse o no de un día más o menos agradable.
Es decir, nuestra reacción ante una adversidad, puede mejorar o empeorar el resto de nuestro día, de nuestra semana o incluso del año….. Todo depende de nosotros.
Tener esta regla presente es importante ya que nos hace ser conscientes de que controlamos la mayor parte de nuestra vida: el 90%.
También nos libera de sentir emociones inútiles, al hacernos ver que existe un 10% sobre el que no tenemos ningún control.
Si somos capaces de poner fuerza de voluntad en el asunto, algo que podría ser muy negativo puede convertirse en un simple hecho puntual o incluso hacer que extraigamos la parte positiva.
Epicteto hacía referencia a esa tendencia tan humana a enfadarnos y frustrarnos cuando las cosas no salen como deseábamos, pero también nos invita a ver el otro lado para encontrar lo positivo o, al menos, aquello que haga la situación más tolerable, de manera que podamos mitigar el daño que nos causa.
¿Cómo lograrlo?
Enfocarnos en lo que podemos controlar: nuestra percepción de las situaciones
Epicteto, fiel a los principios estoicos, pensaba que solo nos atañe aquello que depende de nosotros.
“En cuanto a todas las cosas que existen en el mundo, unas dependen de nosotros, otras no.
De nosotros dependen nuestras opiniones, movimientos, deseos, inclinaciones y aversiones; en una palabra: todas nuestras acciones.
Las cosas que no dependen de nosotros son todo aquello que no es nuestra propia acción”.
Este filósofo estaba convencido de que para encontrar el equilibrio y la paz interior, la eudaimonía, “felicidad,” “estar bien,” o florecimiento
debemos enfocarnos en aquello que depende de nosotros, lo cual significa: la manera en que interpretamos los acontecimientos.
Podemos enfocarnos en lo negativo y maximizar aquello que nos daña o, al contrario, podemos intentar buscar lo positivo o aquello que podemos aprovechar para mitigar las consecuencias del problema.
Viktor Frankl coincidía con esa visión estoica. El psiquiatra que estuvo prisionero en los campos de concentración nazis afirmó: “cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.
Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas – la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias – para decidir su propio camino”.
No te lo tomes como algo personal
El mundo no conspira contra ti, si no conspiras contra el mundo.
Para Epicteto el mal no existía – al menos tal y como lo entendemos nosotros.
Afirmaba que “así como no se coloca un blanco para desacertarlo, de igual manera no se genera en el mundo una naturaleza del mal”.
El filósofo prefería dar el beneficio de la duda a dejar que la ira o la frustración lo desgastaran por dentro.
Recomendaba: “cuando alguien te maltrate o hable mal de ti, persuádete que él cree que está obligado a ello.
No es entonces posible que él se adhiera a lo que a ti te parece, sino a sus pensamientos, de manera tal que si tiene un parecer erróneo es sólo él quien se hiere pues sólo él es quien se equivoca
Si te sirves bien de esta regla, soportarás pacientemente a quienes hablen mal de ti; pues a cada injuria, no dejarás de decir: “él cree tener razón”.
La diferencia entre problema y conflicto que debes conocer – sí o sí
Epicteto hacía referencia a que todos los actos siempre están motivados, aunque a veces no conozcamos o compartamos esas razones.
Por tanto, es mejor que no nos tomemos las cosas demasiado a pecho, pues de esta manera nos dañarán más.
Supongo que de ahí viene el dicho: ”Tomarse las cosas con filosofía”
En cambio, asumir que muchas veces las personas no hacen mal a propósito o que simplemente se han dejado llevar por las circunstancias nos permite adoptar la distancia psicológica necesaria para evitar que sus comportamientos, actitudes o palabras nos dañen más de lo debido.
No realices juicios de valor
Por último, Epicteto nos alertaba de lo erróneo de muchas de nuestras interpretaciones.
Nuestro pensamiento a menudo se apresura a sacar conclusiones y realizar juicios de valor, muchas veces empujado más por las emociones que por la razón.
“Si alguien ‘se baña temprano’. No dices que hace mal al ‘bañarse tan pronto’, sino que ‘se baña antes de cierta hora’.
Si alguien “bebe” mucho vino. No dices que hace mal en ‘beber’, sino que ‘bebe’.
Pues si no conoces lo que lo motiva a ‘beber’, ¿cómo sabes que hace mal? Razonando siempre de este modo no darás cabida a tus fantasías”, recomendaba el filósofo.
Al eliminar los juicios de valor, sobre todo cuando no conocemos los motivos que llevan a una persona a actuar de determinada manera, nos ahorramos muchas frustraciones y aligeramos nuestro corazón del rencor.
Asumir una actitud más objetiva en nuestra relación con los demás nos ahorrará muchos conflictos y sinsabores, permitiéndonos proteger nuestro equilibrio emocional.
Platón (discípulo de Sócrates y maestro de Aristoteles).
Platón fue el primer pensador que se planteó el estudio de conocimiento por sí mismo, iniciando un campo dentro de la filosofía que acabo dando lugar a la psicología cognitiva.
Platón utilizo en su obra distintas metáforas (como la metáfora de las ideas) y alegorías (la conocida alegoría de la caverna), sin embargo, hoy contaremos la alegoría del carro, en versión actualizada.
Con la alegoría del carro, Platón pretendía explicar las partes del alma, con dos caballos que representan un alma racional y un alma apetitiva (el bien y el mal respectivamente).
Para platón la personalidad humana es como un carro tirado por dos caballos. Uno es bueno y fácil de controlar, y el otro es más difícil e imposible de dominar.
Platón consideraba que el mal podía ser debido a una falta de control del alma racional (ésta última representaría el bien y la virtud). Ambas aportarían la energía necesaria para que el carro avance.
Avanzamos en el tiempo y adentrándonos en la perspectiva de la psicologia cognitiva, nosotros expondremos una interpretación actualizada de la metáfora del carruaje para para explicar de forma gráfica y simple qué somos y cuál es el viaje de nuestra vida.
Imaginemos que nos dejan prestado un bonito carruaje para emprender un gran viaje.
El carruaje este bien, en perfectas condiciones, pero para que se ponga en marcha necesitamos algo más.
El carruaje por sí solo no nos lleva a ningún lugar, permanece estático y no avanza hacia ningún sitio.
Necesita al menos 2 caballos que tiren de él y lo muevan.
Tenemos ya el carruaje y los caballos, ya nos podemos mover, ahora bien, a dónde vamos y quién nos dirige, necesitaremos un chofer, un conductor que sepa indicar a los caballos de nuestro carruaje cuál es el camino hacia el destino elegido.
¿Y cómo puede nuestro chofer dar las instrucciones precisas a los caballos? Necesita unas riendas a través de la cuales pueda controlar a los caballos y dirigirlos a la meta.
Ahora si ya tenemos nuestro vehículo equipado. Un bonito carruaje, con unos potentes caballos, que nos llevaran al lugar elegido gracias al chofer que maneja y controla las riendas.
Podemos asimilar nuestro cuerpo al carruaje, es nuestro soporte físico, pero nuestro cuerpo, sin nada más solo es una masa inerte que no nos lleva a ningún sitio, no tiene energía, ni propósito, simplemente yace.
Necesitamos el ser, el yo, el hombre que lo ha de conducir, el conductor del cuerpo, del carruaje.
El hombre se diferencia de los demás mamíferos en el desarrollo del lóbulo prefrontal, el cual le ha permitido el desarrollo del intelecto, y con él, la capacidad del lenguaje y del pensamiento.
El intelecto es la parte racional que nos permite controlar el entorno, tanto el entorno interno (de nuestro cuerpo) como el externo (el contexto).
A través del pensamiento, el chofer, nosotros, el yo, transmite la dirección y guía el camino que queremos seguir, son las riendas del carruaje con las que se controlan los caballos.
Es importante tener claro el destino a alcanzar y el camino a seguir para no perdernos. Finalmente, en el recorrido de nuestro viaje los caballos observan el paisaje por el que van atravesando y sienten, transmitiendo las emociones que experimentan.
En el transcurrir de la vida, para un viaje sin demasiados contratiempos, hemos de equilibrar nuestro cuerpo con nuestro intelecto, con nuestros pensamientos y nuestras emociones.
En ocasiones, dominara el pensamiento racional, y controlaremos fácilmente los caballos guiándolos por el camino correcto.
Otras veces, puede que el control no sea posible y nos desviemos del camino, sintiendo miedo e incertidumbre.
Otras, necesitaremos parar y tomar perspectiva de lo que hemos recorrido y del camino que nos queda por recorrer.
Puede ocurrir también, que los caballos se desboquen, y nos guien las emociones, la ira, la culpa, la vergüenza, o por el contrario, los caballos pueden estar relajados y nuestras emociones estarán serenas y conectadas con nuestros pensamientos, el viaje será más tranquilo.
Todo ha de estar coordinado y en equilibrio para que el viaje sea placentero y satisfactorio.
En realidad, con todos los componentes, logramos constituir nuestra personalidad.
Entendiendo la personalidad como el conjunto de aspectos que nos definen como individuo y nos diferencian de los demás individuos, permitiéndonos adaptarnos al entorno.
La persona es un agente activo que puede determinar el rumbo de su vida. En ello influyen todos los aspectos que la identifican como persona en interacción con el ambiente.
Desde el punto de vista de la psicología cognitiva el pensamiento, la emoción y la conducta están interrelacionados de tal forma que cada uno de ellos interviene en los otros dos. Los tres componentes han de estar en buenas condiciones para que nuestro funcionamiento vital sea satisfactorio.
Así, el cochero guiará de forma adecuada y adaptativa a los caballos del carruaje para que el pasajero llegue a su destino disfrutando del viaje.
Cada persona desarrolla su propia autonomía e independencia para afrontar todos los retos que se encuentre a lo largo del camino y elegir su propio destino.
Si en algún momento necesita ayuda puede contar con gente de confianza de su entorno que le proporcione afecto y el soporte adecuado o puede solicitar ayuda psicológica que le aporte las herramientas necesarias para el manejo de las dificultades.
Quédate con esa mirada. La que es capaz de ver en ti lo que tú no sabes que eres. Y así poder acercarte a lo que puedes llegar a ser
¿Qué mirada? La tuya. Porque hoy puedes elegir mirarte de otra forma.
Una mirada apreciativa, una mirada sin juicios, y con mucho mucho que agradecer(te).
Una mirada que va más allá de enfocarte en lo que te falta, en lo que no haces bien, en lo que te queda por conseguir, para mirar lo que eres, lo que ya has conseguido, lo que has logrado superar. Cuando te miras así, te haces fuerte, y fuerte puedes con todo.
Laura Chica «Vive la magia de ser tu»
