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Maltrato psicológico

Maltrato psicológico

Se entiende por maltrato psicológico todo comportamiento sistemático e intencional que dañe la emocionalidad y el bienestar psicológico de la víctima.

La gama de conductas incluidas en este espectro es amplia: va desde la indiferencia como castigo hasta los insultos y las humillaciones.

Por tanto, su identificación es dificultosa en muchas ocasiones, en especial para quien lo vive.

La persona que ve su integridad física afectada sufre, a menudo, consecuencias como trastornos depresivos o de ansiedad, que le impiden enfrentarse a la realidad de lo que atraviesa.

En una relación de maltrato se establecen jerarquías de poder, donde el abusador adquiere la capacidad de controlar ciertas áreas de la vida de la persona abusada, ya sean psicológicas o materiales (como el dinero, por ejemplo).

El maltrato psicológico es capaz de destruir a una persona sin la necesidad de ponerle la mano encima.

Generalmente, provocan que la víctima se sienta como indigna de ser querida, culpable de todas las situaciones o con una fuerte desconfianza respecto a su propia autoestima.

“Eres persona, no felpudo”

El maltrato psicológico es un tipo de abuso que ha tardado en hacerse un hueco en la realidad mental de la sociedad.

A menudo, enmascarado por la violencia física, no se le dio la importancia que merece hasta que el auge de los cuidados de la salud mental surgió hace poco más de una década.

Precisamente por eso, nunca está de más caracterizar dicho maltrato de forma clara, además de indicar los signos que la caracterizan.

Maltrato psicológico: qué abarca esta forma de violencia

Entre sus manifestaciones más comunes están la intimidación con gritos o amenazas,

la invalidación de los sentimientos, opiniones e intereses de la víctima,

la desvalorización de sus logros o capacidades, la humillación,

el aislamiento social, la inducción de sentimientos injustificados de culpa, vergüenza o inseguridad,

el control de los ciclos de sueño y alimentación, el chantaje,

los celos crónicos, las acusaciones falsas,

la violación de los límites de autocuidado,

la violación de la privacidad, la exigencia de acceso a contraseñas de cuentas de correo y redes sociales o dispositivos de comunicación,

el obligar a la víctima a elegir entre la persona abusiva y otras personas importantes en su vida,

condicionar el respeto, el afecto o la tranquilidad a que la víctima se comporte como la persona abusiva desea,

cualquier tipo de presión para tener relaciones sexuales,

esconder o tirar las pertenencias, limitar la libertad de movimiento, y cualquier otra obstrucción del ejercicio de los derechos humanos.

Las formas sutiles del maltrato son muy peligrosas por lo complicado de su identificación.

Estas conductas, en apariencia inofensivas, minan poco a poco a las víctimas, creando importantes consecuencias a nivel psicológico.

Pero, ¿cómo son estas formas sutiles de maltrato y en qué consisten?

Las formas sutiles de maltrato

Es habitual que, al hablar de maltrato psicológico, se haga referencia a las formas más evidentes de identificación.

Por el contrario, las formas sutiles de maltrato psicológico se caracterizan por ser encubiertas, jugar a la ambigüedad y ser candidatos a otra interpretación más generosa respecto a los intereses del agresor.

Así, podríamos pensar que este incluso quiere ayudar o, al menos, no incomodar.

Las investigaciones apuntan a que las formas sutiles de maltrato son mucho más habituales que otras que dejan señales más evidentes, como el caso del maltrato a nivel físico.

Sin embargo, el daño provocado por estas formas sutiles de maltrato puede ser más profundo a la larga.

La dificultad para identificar la agresión, los sentimientos reprimidos y el silencio que producen hacen que la intervención llegue más tarde y, por lo tanto, que salir o revertir la situación sea más complicado.

Las formas sutiles de maltrato pueden parecer comentarios o conductas aparentemente inofensivas.

Algunas de las formas en las que aparece son el desprestigio, la humillación, formas de chantaje o el control.

Este tipo de agresión puede producirse en diferentes contextos, como la pareja, de padres a hijos o, incluso, en otro tipo de vínculos como la amistad.

Por otra parte, estas formas sutiles de maltrato se caracterizan por generar sentimientos y sensaciones en la víctima muy concretos.

Generalmente, provocan que la víctima se sienta como indigna de ser querida, culpable de todas las situaciones

o con una fuerte desconfianza respecto a su propio autocuidado.

1. La ley del hielo

La conocida como “ley del hielo” o “ley de silencio” es una de las formas sutiles de maltrato.

Se caracteriza por emprender acciones encaminadas a ignorar a la víctima, como retirarle la palabra durante un tiempo o fingir que no se le escucha o ve.

Este es un chantaje encubierto por parte de la víctima, que no se deshará de su indiferencia hasta que el otro se pliegue a sus deseos.

La ley del hielo pone de manifiesto la inmadurez emocional del agresor y un pésimo manejo de la comunicación.

Las consecuencias para la víctima pueden ser enormemente dañinas.

Ser ignorado conduce a sentimientos de miedo, tristeza, ira y, sobre todo, mucha angustia.

La víctima se culpa de la situación al no entender por qué es tratada de este modo.

2. Gaslighting

El acuñado como gaslighting por el cine hollywoodiense es una de las formas más sutiles de maltrato.

Se caracteriza por los esfuerzos del agresor por conseguir que la víctima dude de su propio criterio, juicio o, incluso, de su propia percepción o memoria.

En esta forma de chantaje, el agresor alude a que la víctima se ha imaginado o exagerado ciertas situaciones vividas, de forma consciente o inconsciente.

Así, en una discusión, la víctima dejará de confrontar su postura al surgir una duda en su interior de si lo vivido realmente no es como pensaba o recordaba.

Una situación, que repetida en el tiempo, termina con la confianza de la víctima, quedando en una situación de vulnerabilidad extrema frente al agresor.

Las consecuencias de estas formas sutiles de maltrato pasan por fuertes sentimientos de dependencia, sensaciones de despersonalización y pérdida de control.

Las víctimas de gaslighting, con frecuencia, afirman tener la sensación de volverse locas o estar perdiendo el control de sus vidas.

3. La sobreprotección

La sobreprotección no tiene nada que ver con proteger, más bien todo lo contrario.

En estas formas sutiles de maltrato los cuidados proporcionados tienen efectos limitantes en las víctimas.

Es decir, esta protección va en detrimento de la autonomía de la víctima y es una forma negligente de crianza.

La sobreprotección toma muchas formas: desde la baja capacidad para poner límites claros, el veto de las iniciativas propias o la evitación de cualquier tipo de frustración a toda costa.

Las consecuencias de estas acciones generan en la víctima sentimientos de miedo, dependencia y una baja tolerancia a la frustración que limita a la víctima en su vida diaria.

4. El conflicto de lealtad

El conflicto de lealtad es una de las formas sutiles de maltrato que, aunque pueden producirse en diversos contextos, generalmente están ligados a la separación con hijos de por medio.

En el conflicto de lealtad, los padres separados luchan por conseguir que el niño se posicione de forma incondicional con uno de ellos.

Sin olvidar, que la lealtad hacia uno supone la deslealtad hacia el otro.

Es habitual que los padres devalúen la figura del otro delante de sus hijos, coloquen al niño en un rol de juez o que le hagan sentir culpable por disfrutar con el otro progenitor.

Las consecuencias de este tipo de maltrato en los niños se asocian a sintomatología ansiosa, somatizaciones y pueden comprometer seriamente la estabilidad emocional de los mismos.

Formas sutiles de maltrato: las heridas gota a gota

Las formas sutiles de maltrato se caracterizan por ser ambiguas.

Sin embargo, son más comunes que otros tipos de maltrato más notorios y pueden provocar efectos muy dañinos en las víctimas a largo plazo.

Estas condiciones pueden agravar el pronóstico de las víctimas en su padecimiento.

Las formas sutiles de maltrato desgastan como las gotas que caen de manera repetida sobre la piedra.

Es decir, la reproducción de pequeñas acciones que por sí mismas no producirían mayor daño terminan, a costa de mantenerse en el tiempo, por dañar a la persona.

Se trata de fórmulas corrosivas cuyo mayor peligro reside en la dificultad para identificarlas.

Consecuencias psicológicas de este tipo de maltrato

El gran malestar psicológico que produce esta clase de abuso se manifiesta en todas las áreas de la salud de la víctima.

Algunas de las consecuencias más comunes son estas:

Malestar físico: dolencias derivadas del estrés y la ansiedad, como problemas cardiovasculares, insomnio, frecuentes catarros o malestar digestivo continuo.

Malestar psicológico: baja autoestima, pérdida del sentido de identidad, sentimientos de inseguridad, miedo, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, irritabilidad, falta de apetencia sexual, etc.

Conductas problemáticas: conduce, en ocasiones, al abuso de sustancias, la dejadez en el cuidado personal, episodios de violencia interpersonal o estilos de afrontamiento evitativos, entre otros comportamientos.

Es imposible describir un cuadro universal de afectación de la persona maltratada, pues cada caso es único y debe ser atendido de manera individual.

Aquí es donde entra en juego la labor de los profesionales de la salud.

El maltrato psicológico ocurre en cualquier ámbito: laboral, familiar, de pareja o en amistades.

¿Cómo reconocer el maltrato psicológico?

Tanto si estás inmerso en esta situación como si la presencias en alguien conocido (aunque especialmente en el primer caso), es complicado integrar todas las señales de malos tratos para llegar a asumir esta situación.

Por eso, aquí tienes las señales más significativas para reconocerlo.

1. Es intencional

Dejando a un lado los motivos de la persona que maltrata, sus comportamientos dañinos son intencionales.

Sus actos tienen como objetivo dañar a la víctima.

Bajo esto es posible que esté el propósito de controlar, compensar complejos o desfogarse, entre otras mil razones, pero no se puede negar que es a propósito.

2. Existen conductas de control

Desde juzgar el precio de aquello que se compra la víctima hasta prohibiciones directas sobre con quién salir de fiesta, el control es una manera de asegurar que el maltrato no tiene consecuencias.

Se implanta el miedo a la reacción del maltratador y se coacciona para que, además de hacer cosas y tomar decisiones que en realidad no se quieren, no se contemple la posibilidad de huir.

Revisar el móvil, no permitir el acceso a la cuenta bancaria, espionaje por la calle, juzgar de modo constante a personas afines, todo ello son ejemplos de este control.

3. Genera sentimientos de inferioridad

Las críticas constantes o el cuestionamiento de cada decisión son una manera de hacer sentir inferior a otra persona.

Este comportamiento es frecuente y puede disfrazarse de preocupación, pero suele orientarse a generar inseguridad en la víctima y crear dependencia en ella.

La persona que sufre el abuso también experimenta una ruptura de su autoconcepto.

Cuando todos los atributos positivos que se otorgan a uno mismo son machacados siempre, llega un punto en el que es imposible no cuestionarse si en realidad sabemos quiénes somos.

En este punto, las opiniones del maltratador o maltratadora toman carácter sustitutivo, pues son afirmaciones contundentes y simplistas.

4. Busca aislar a la víctima

No es raro que las consecuencias de la violencia psicológica alerten a alguien del entorno de la víctima.

Cuando esto sucede (o para prevenirlo), quien maltrata intentará alejarla de sus seres queridos de forma paulatina.

Esto tiende a efectuarse a través de críticas o conductas activas para impedir el contacto.

Controlar los mensajes del móvil, no dejar nunca sola a la víctima o convencerla de que sus allegados quieren perjudicarla son algunas de las técnicas para lograrlo.

5. Evasión de la responsabilidad

A través del gaslighting o luz de gas y la manipulación emocional, la persona que maltrata hará creer a su víctima que ella tiene toda la responsabilidad de su sufrimiento.

Si le grita, es porque le hace enfadar;

si tiene un ataque de celos, es porque se viste de forma provocadora;

si la insulta, es porque se equivoca muy a menudo.

El objetivo es alejar el foco de atención de quien maltrata, de forma que la víctima crea que el sufrimiento que pasa es culpa de sus errores y no de quien abusa de ella.

Y no solo eso, además tiene la capacidad de cambiar su propia situación si se comporta como le indica el/la maltratador/a (si bien esto es una ilusión resultado de la manipulación).

6. Es cíclico

A pesar de lo que se imagina desde fuera, el maltrato psicológico no es un acoso continuo.

Tiene altibajos, donde existen periodos de mayor calma y otros más violentos.

Se emplea mucho el refuerzo intermitente, en el que se premia o se castiga a la víctima de modo inconsistente.

Esta amalgama de pequeños gestos y eventos hacen que la víctima viva esperando el refuerzo positivo, «las buenas épocas», prolongando el abuso en el tiempo.

Sin embargo, su malestar psicológico nunca se termina, solo se atenúa en algunos lapsos.

¿Qué hago si yo o alguien de mi entorno sufre maltrato psicológico?

Una vez este término aparece en la mente, no se debe ignorar. Reconocer las señales es el primer y más importante paso, pero solucionarlo requiere de ayuda.

Si vives este tipo de abuso, no dudes en buscar apoyo en tus seres queridos y acudir a las instituciones pertinentes para el soporte profesional.

Y, si eres espectador/a, el consejo útil (y duro) es que seas incondicional.

Estarás ante una persona que vive en la negación, que se aísla o que reacciona mal a tu preocupación.

Si no puedes llegar hasta ella, contacta con los profesionales necesarios (servicios sociales, psicólogos, fuerzas de seguridad, etcétera).

El peligro que tienen las formas sutiles de maltrato es su propia naturaleza.

En su puesta en marcha suelen pasar desapercibidas; solo dan la cara cuando ya han causado un daño profundo en la víctima.

Por eso, la mejor forma de prevención frente a ellas es la información.

El maltratador psicológico puede ser un hombre o mujer que comparte las siguientes características:

• Son personas controladoras y con un bajo nivel de autoestima que quieren aumentar a medida que bajan la de la otra persona a la que agreden.

• Inseguridad en sí mismo.

• Baja capacidad para gestionar sus propias emociones y de empatía hacia los demás.

• Baja tolerancia a la frustración.

• Posibles rasgos de personalidad psicopáticos (falta de compasión hacia los otros) y pueden llegar a tener creencias sobrevaloradas.

• Generalmente son amables y encantadores con la mayoría de las personas con excepción de su víctima.

• En algunos casos, ellos mismos han sido víctimas de malos tratos, aunque el hecho de haber sido maltratado no implica (ni justifica) que la persona se convierta maltratador.

• Su comportamiento hacia la víctima se caracteriza por una gran variedad de amenazas (echarle de casa, macharse él/ella, llevarse a los hijos, amenazar con suicidarse…),

usa la ironía para dar lugar a la ambigüedad de sus actos, pone en duda la estabilidad emocional de la víctima, la intimida (malos gestos, gritos), se irrita y tiene cambios bruscos de su estado de ánimo con facilidad y constantemente culpa a la víctima de todo lo que va mal.

De ahí, que la información sea una de las variables más importantes en los planes de prevención.

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