Vida después de la vida
Qué sucede con nosotros después de la muerte, ese misterio insondable, inseparable de la vida misma.
La muerte sigue siendo un tema tabú que se ha tratado desde la antigüedad (Biblia, Platón, El libro tibetano de los muertos). Y las más recientes investigaciones
El miedo a la muerte
El miedo a la muerte siempre está presente en alguna medida, ya que el ser humano tiende a la supervivencia por el instinto mismo.
El miedo a la muerte es una reacción común y natural ante la conciencia de que vivir, que es todo lo que conocemos, termina en algún punto.
Sin embargo, en algunos casos, este temor es tan intenso que afecta de modo significativo la calidad de vida y la capacidad de desempeñarse con normalidad.
Motivos por los que surge el miedo a la muerte
De acuerdo con un trabajo publicado en Frontiers in Psychology, la muerte es comprendida como una realidad básica de la vida, mientras que el miedo deriva de la incertidumbre sobre la vida después de la muerte o eventos que pudieran ocurrir tras el fallecimiento.
Se trata de una ansiedad denominada tanatofobia y que no solo se ciñe al deceso en sí, sino al proceso que implicaría
¿Por qué se producen estos temores? Las siguientes son las razones básicas que desencadenan el pavor a morir.
1. Terror a lo desconocido
Lo más habitual es que el miedo a morir se deba al desconocimiento sobre lo que sucede después de la vida terrenal. Es posible que en algunas personas esta incertidumbre les genere aprehensión y ansiedad; les asusta pasar por una experiencia nueva y no saber si podrán sortearla con éxito.
El miedo a lo desconocido es una respuesta instintiva y natural que se remonta a nuestros ancestros primitivos.
2. Rechazo a la pérdida de control
La sensación de que se pierde el control sobre la vida es otro factor del temor a fallecer.
De hecho, la muerte es algo que no se puede evitar y, aparte, es posible que ocurra en cualquier momento.
Por lo tanto, la incidencia de la propia voluntad en esta situación es muy limitada.
La idea de la nada o el «más allá»
Algunas personas tienen miedo a morir porque vinculan esta experiencia con la idea de que fallecer es el final de todo lo hecho o logrado en la vida, y que no habrá nada más después de eso.
Preocuparse en la nada absoluta genera ansiedad, ya que implica la ausencia total de existencia, pensamiento, emoción y conciencia. No es fácil ni concebir ni asimilar esta idea.
Asimismo, quienes son creyentes pueden tener una idea atemorizante del más allá.
En muchas religiones se plantea la idea de que tras la muerte habrá un juicio de las acciones que se llevaron a cabo en vida.
Por lo tanto, quizás se presente el temor de ser «condenado» o pasar por aflicciones en el «más allá».
¿Es posible mitigar el miedo a la muerte?
A pesar de los grandes avances de la ciencia y la tecnología no se ha logrado dar respuesta a muchas de las dudas sobre si existe algún aspecto del ser humano que sobrevive cuando el cuerpo físico deja de funcionar y acaba por destruirse.
Este aspecto ha recibido muchas denominaciones: alma, psique, mente, espíritu, ser, conciencia.
El asunto ha sido motivo de polémicos debates científicos desde hace mucho tiempo y cualquier indicio acerca de la existencia de una cierta consciencia o de algo que se extienda más allá después del fallecimiento siempre fue tomado con gran suspicacia.
La física demuestra que hay vida después de la muerte, pero “nuestra mente no lo ve”
“La muerte, tal y como la concebimos, no existe, sólo es una ilusión”.
Esta es la principal conclusión a la que ha llegado el médico, Robert Lanza, defensor de la teoría del biocentrismo, en la que se niega que el tiempo o el espacio sean lineales.
Para la gran mayoría de científicos este tipo de afirmaciones son sólo sandeces o, al menos, hipótesis indemostrables.
Sin embargo, Lanza parece haber encontrado en el famoso experimento de Young, también denominado de la doble rendija (doble-split), el perfecto aliado para defender su tesis. Si con este se logró demostrar la naturaleza ondulatoria de la luz,
Lanza pretende hacer lo propio con el espacio y el tiempo.
Biocentrismo: La Vida y la Conciencia Como Claves Para Comprender la Naturaleza del Universo el físico norteamericano parte de la premisa de que la vida crea al Universo, y no al revés, la base misma del biocentrismo.
A partir de aquí, va deduciendo paso a paso que la mortalidad es una idea falsa, creada por nuestra conciencia.
En primer lugar, sugiere que la conciencia de una persona determina la forma y el tamaño de los objetos en el universo.
Para explicarlo, utiliza como ejemplo la forma en la que percibimos el mundo que nos rodea: “Una persona ve un cielo azul, y se le dice que el color que están viendo es azul, pero las células cerebrales tienen la capacidad de variar esta percepción, pudiendo ver el cielo de color verde o rojo”.
En pocas palabras, concluye, “lo que vemos sólo existe gracias a nuestra conciencia”.
El Multiverso y la Teoría de Cuerdas
Este es el motivo por el que Lanza dice que creemos en la muerte. Al observar el universo desde el punto de vista del biocéntrismo, erramos a la hora de concebir el espacio y el tiempo, pues lo haríamos en función de lo que nos dicta la conciencia.
En resumen, el espacio y el tiempo son “meros instrumentos de nuestra mente”, por lo que entender la muerte como algo terminal no tendría sentido según sus tesis.
Al concebir que las dimensiones espacio-temporales son meras construcciones mentales, la inmortalidad sería una realidad para Lanza.
Es decir, hay vida después de la muerte (física) debido a que habitaríamos un mundo sin fronteras lineales de espacio y tiempo, lo que entronca con la Teoría de Cuerdas.
A pesar de ello, lamenta el científico, seguimos creyendo que “la vida es sólo un poco de carbono y una mezcla de moléculas, las cuales dan forma a nuestra existencia durante un tiempo y luego vuelven a descomponerse en el suelo”, explica el físico.
“Trascendemos a la vida, pero nuestra mente nos impide verlo”
Las personas que han tenido una experiencia cercana a la muerte describen una luz al final de un túnel o cierta visión, pero no tenemos certezas ya que, hasta ahora, nadie que haya muerto de verdad resucitó.
Los científicos, tienen palabras para describir qué pasa con nuestra consciencia luego que nuestro corazón deja de latir y damos un último suspiro.
Qué pasa con el cerebro al morir
Una vez que los principales órganos y sistemas del cuerpo humano dejan de funcionar, perderemos signos vitales y se nos categoriza como muertos clínicamente.
Se pensaba que al dejar de respirar y tener pulso todo el cuerpo se apagaba, pero ahora se sabe que el cerebro se toma algo más de tiempo.
Según la neurocientífica Jimo Borjigin, la muerte no es cruzar una línea, sino que un proceso.
Una vez que nuestros signos vitales se apagan, el cerebro sigue funcionando por medio minuto más.
En ese medio minuto, se produciría el viaje que lleva finalmente la muerte y, en que rotamos entre consciencia e inconsciencia.
La prueba estaría en las personas que lograron salvarse de la muerte luego de haber perdido sus signos vitales.
Una de cada cinco personas que tuvo un roce personal con la muerte, describe experiencias que quedan guardadas en su memoria y que van desde ver una luz brillante a encontrarse con personas que fueron significativas en su vida, entre otras cosas más.
A este tipo de casos, se les denomina ECM (Experiencias cercanas a la muerte) y la ciencia busca formas de saber si son reales o solo un engaño de un cerebro que se está apagando.
Me quedo con algo que todos aprendimos en la escuela “La energía ni se crea ni se destruye solo se transforma” y si somos energía, nos transformamos.
Para dar Luz a estas dudas podemos buscar más información
VIDA DESPUES DE LA VIDA
El libro del Dr. Raymond Moody médico psiquiatra y licenciado en filosofía. “La vida después de la vida,” salió en 1975 causando un gran revuelo.
En esta obra Moody recoge una serie de relatos de las personas que superaron la muerte clínica.
Los relatos de algunos de sus conocidos le incitaron a internarse en el problema del proceso de la muerte.
Cuando comenzó a recolectar datos, vio que existían numerosas personas que durante su muerte clínica tuvieron visiones extracorporales.
En esta obra mítica se establecen las siete fases de ese lugar entre dos orillas.
Se describen por vez primera las visiones, el túnel de luz, el ser al borde del “otro lado”, la revisión de la vida en imágenes,
Este libro fue el primero que leí en mi adolescencia, después me llegó por Causalidad….
LA MUERTE: UN AMANECER Elizabeth Kübler-Ross:
Morir es trasladarse a una casa más bella, «se trata sencillamente de abandonar el cuerpo físico como la mariposa abandona su capullo de seda.»
Las experiencias científicas de la doctora Kübler-Ross, permiten confirma que la muerte es un pasaje hacia otra forma de vida.
Nos hace comprender que la experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento, puesto que se trata del inicio de otra existencia, el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo y oyendo, comprendiendo y riendo, y en el que se tiene la posibilidad de continuar el crecimiento espiritual.
Gracias a ella sabemos que una luz brilla al final, y que a medida que nos aproximamos a esa luz, más blanca, de una claridad absoluta, nos sentimos llenos del amor más grande, indescriptible e incondicional que podamos imaginar.
YO VI LA LUZ
EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE EN ESPAÑA
El Dr. Enrique Vila López jefe de medicina preventiva del Hospital Virgen Macarena, al que conocí personalmente y fui seguidor de casi todas sus conferencias.
Destacó en el campo de las Paraciencias, ámbito en el que se centra este último trabajo, que dejó preparado para ser publicado antes de su muerte.
Yo vi la Luz es un minucioso estudio en el que su autor entrevista a 120 personas que tuvieron en común una experiencia cercana a la muerte. En él recoge las grandes similitudes y las curiosas diferencias entre los testimonios de los afectados.
Contado de manera cercana, como era el.
Dr. Vila nos abre las puertas de un mundo desconocido para todos, el de la muerte, desde el que nos mira y nos alienta a seguir creyendo, con esperanza, que existe algo más allá al que debemos contemplar sin temor y con optimismo.
El libro cuenta con un prologuista de excepción como es Juan Jose Benítez gran amigo del autor y ambos colaboraron en diversas investigaciones.
La Supraconciencia existe: Vida después de la vida
El doctor Manuel Sans Segarra, prestigioso cirujano y pionero en la investigación de la supraconciencia, junto con el periodista Juan Carlos Cebrián, explora las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) desde una perspectiva científica y espiritual.
A través de casos documentados y el estudio de la física cuántica, este libro ofrece una nueva comprensión de la conciencia y la vida después de la muerte, desafiando las concepciones tradicionales y proporcionando una guía para superar los miedos y ayudarnos a reflexionar sobre nuestra propia vida.
Me quedo con lo que he aprendido y lo que aún me queda por aprender.
Cuando un alma deja su cuerpo biológico, sobreviene una expansión de consciencia, una sensación de inmensa paz y liberación.
Las almas nunca parten solas, nadie muere solo, por lo general son acompañados por familiares que partieron antes y que vienen a acompañarlos.
También guías espirituales se hacen presentes para tranquilizarles y acompañarlos en su trayecto.
Algunas veces son llevados a lugares de recuperación, sobre todo si se pasó por una muerte inmediata o por una larga y desgastante enfermedad.
O si se tuvo una vida difícil.
La persona que abandona su cuerpo recibe y percibe con agrado nuestros pensamientos de agradecimiento por su vida.
Siempre podemos ayudarles con nuestras palabras y pensamientos tranquilizadores para evitar su preocupación o apego a este plano.
El alma se despide una vez que siente y percibe que sus familiares están más tranquilos.
Por lo general se hacen presentes en su cuerpo de energía a través de los sueños.
Lo que más necesita una persona al abandonar su base fisiológica es sentirnos y sabernos que vamos a estar bien.
La persona que más me ayudo a superar el duelo de un ser querido fue…
Elizabeth Kübler-Ross: La connotada científica que confirmó que sí existe el Más Allá.
Esta médico y psiquiatra suiza recabó centenares de testimonios de experiencias extracorporales, lo que la llevó a concluir que “la muerte no era un fin, sino un radiante comienzo”.
La doctora suiza Elizabeth Kübler-Ross se convirtió en el siglo XX en una de las mayores expertas mundiales en el tétrico campo de la muerte, al implementar modernos cuidados paliativos con personas moribundas para que éstas afrontaran el fin de su vida con serenidad y hasta con alegría (en su libro”
LA MUERTE UN AMANECER, de 1969, que versa sobre la muerte y el acto de morir, describe las diferentes fases del enfermo según se aproxima su muerte, esto es, la negación, ira, negociación, depresión y aceptación).
Sin embargo, esta médico, psiquiatra y escritora nacida en Zurich en 1926 también se transformó en una pionera en el campo de la investigación de las experiencias cercanas a la muerte, lo que le permitió concluir algo que espantó a muchos de sus colegas: sí existe vida después de la muerte.
La férrea formación científica de esta doctora, que se graduó en psiquiatría en Estados Unidos, recibiendo posteriormente 23 doctorados honoríficos, se pondría a prueba luego de que a lo largo de su prolongada práctica profesional los enfermos moribundos a los que trataba le relataran una serie de increíbles experiencias paranormales, lo que la motivó a indagar si existía el Más Allá o la vida después de la muerte.
Así, se dedicó a estudiar miles de casos, a través del mundo entero, de personas de distinta edad (la más joven tenía dos años, y la mayor, 97 años), raza y religión, que habían sido declaradas clínicamente muertas y que fueron llamadas de nuevo a la vida.
Según narra…
“El primer caso que me asombró fue el de una paciente de apellido Schwartz, que estuvo clínicamente muerta mientras se encontraba internada en un hospital.
Ella se vio deslizarse lenta y tranquilamente fuera de su cuerpo físico y pronto flotó a una cierta distancia por encima de su cama.
Nos contaba, con humor, cómo desde allí miraba su cuerpo extendido, que le parecía pálido y feo.
Se encontraba extrañada y sorprendida, pero no asustada ni espantada. Nos contó cómo vio llegar al equipo de reanimación y nos explicó con detalle quién llegó primero y quién último.
No sólo escuchó claramente cada palabra de la conversación, sino que pudo leer igualmente los pensamientos de cada uno.
Tenía ganas de interpelarlos para decirles que no se dieran prisa puesto que se encontraba bien, pero pronto comprendió que los demás no la oían.
La señora Schwartz decidió entonces detener sus esfuerzos y perdió su conciencia.
Fue declarada muerta cuarenta y cinco minutos después de empezar la reanimación, y dio signos de vida después, viviendo todavía un año y medio más.
Su relato no fue el único. Mucha gente abandona su cuerpo en el transcurso de una reanimación o una intervención quirúrgica y observa, efectivamente, dicha intervención”.
Muchos de mis escépticos colegas me decían: «Se trata sólo de una proyección del deseo o de una fantasía provocada por la falta de oxígeno.»
Les respondí que algunos pacientes que sufrían de ceguera total nos contaron con detalle no sólo el aspecto de la habitación en la que se encontraban en aquel momento, sino que también fueron capaces de decirnos quién entró primero en la habitación para reanimarlos, además de describirnos con precisión el aspecto y la ropa de todos los que estaban presentes”.
La muerte no existe
La doctora Kübler-Ross aseguró que después de investigar estos casos concluyó que la muerte no existía en realidad, pues ésta sería no más que el abandono del cuerpo físico, de la misma manera que la mariposa deja su capullo de seda.
”Ninguno de mis enfermos que vivió una experiencia del umbral de la muerte tuvo a continuación miedo a morir. Ni uno sólo de ellos, ni siquiera los niños.
Tuvimos el caso de una niña de doce años que también estuvo clínicamente muerta. Independientemente del esplendor magnífico y de la luminosidad extraordinaria que fueron sido descritos por la mayoría de los sobrevivientes, lo que este caso tiene de particular es que su hermano estaba a su lado y la había abrazado con amor y ternura.
Después de haber contado todo esto a su padre, ella le dijo: «Lo único que no comprendo de todo esto es que en realidad yo no tengo un hermano.»
Su padre se puso a llorar y le contó que, en efecto, ella había tenido un hermano del que nadie le había hablado hasta ahora, que había muerto tres meses antes de su nacimiento”.
La luz al final del túnel
La doctora Kübler-Ross explicó que después que abandonar el cuerpo físico y de reencontrarse con aquellos seres queridos que partieron y que uno amó, se pasa por una fase de transición totalmente marcada por factores culturales terrestres, donde aparece un pasaje, un túnel, un pórtico o la travesía de un puente.
Allí, una luz brilla al final. “Y esa luz era más blanca, de una claridad absoluta, a medida que los pacientes se aproximaban a ella. Y ellos se sentían llenos del amor más grande, indescriptible e incondicional que uno se pudiera imaginar.
No hay palabras para describirlo.
Cuando alguien tiene una experiencia del umbral de la muerte, puede mirar esta luz sólo muy brevemente.
De cualquier manera, cuando se ha visto la luz, ya no se quiere volver.
Frente a esta luz, ellos se daban cuenta por primera vez de lo que hubieran podido ser.
Vivían la comprensión sin juicio, un amor incondicional, indescriptible. Y en esta presencia, que muchos llaman Cristo o Dios, Amor o Luz, se daban cuenta de que toda vuestra vida aquí abajo no es más que una. Y allí se alcanzaba el conocimiento.
Conocían exactamente cada pensamiento que tuvieron en cada momento de su vida, conocieron cada acto que hicieron y cada palabra que pronunciaron.
En el momento en que contemplaron una vez más toda su vida, interpretaron todas las consecuencias que resultaron de cada uno de sus pensamientos, de sus palabras y de cada uno de sus actos. Muchos se dieron cuenta de que Dios era el amor incondicional.
Después de esa «revisión» de sus vidas ya no lo culpaban a Él como responsable de sus destinos.
Se dieron cuenta de que ellos mismos eran sus peores enemigos, y se reprocharon el haber dejado pasar tantas ocasiones para crecer.
“Deben saber que si se acercan al lecho de su padre o madre moribundos, aunque estén ya en coma profundo, ellos oyen todo lo que les dicen, y en ningún caso es tarde para expresar «lo siento», «te amo» o alguna otra cosa que quieran decirles.
Nunca es demasiado tarde para pronunciar estas palabras, aunque sea después de la muerte, ya que las personas fallecidas siguen oyendo. Incluso en ese mismo momento se pueden arreglar «asuntos pendientes», aunque éstos se remonten a diez o veinte años atrás. Se pueden liberar de su culpabilidad para poder volver a vivir ellos mismos”.
La “conciencia cósmica “ de la doctora Kübler-Ross
La doctora Elizabeth Kübler-Ross, intrigada por todos estos asombrosos relatos, decidió una vez comprobar por sí misma su veracidad.
Y, luego de ser inducida a una muerte artificial en un laboratorio médico de Virginia, experimentó dos veces estar fuera de su cuerpo. “Cuando volví a la conciencia tenía la frase «Shanti Nilaya», que por cierto no sabía qué significaba, dándome vueltas en mi cabeza.
Posteriormente averigué que “Shanti Nilaya» significa el puerto de paz final que nos espera.
Ese estar en casa al que volveremos un día después de atravesar nuestras angustias, dolores y sufrimientos, después de haber aprendido a desembarazarnos de todos los dolores y ser lo que el Creador ha querido que seamos: seres equilibrados que han comprendido que el amor verdadero no es posesivo”.
La Dra. Elizabeth Kübler-Ross, falleció en Scottdale, Arizona, el 24 de agosto del 2004. Se enfrentó a su propia muerte con la valentía que había afrontado la de los demás, y con el coraje que aprendió de sus pacientes más pequeños.
Sólo pidió que la despidieran con alegría, lanzando globos al cielo para anunciar su llegada.
En su lecho de muerte, por cierto, sus amigos y seres queridos le preguntaron si le temía a la muerte, a lo que ella replicó: «No, de ningún modo me atemoriza; diría que me produce alegría de antemano.
No tenemos nada que temer de la muerte, pues la muerte no es el fin sino más bien un radiante comienzo.
Nuestra vida en el cuerpo terrenal sólo representa una parte muy pequeña de nuestra existencia.
El más grande regalo que podemos ofrecer a una persona cuando abandona su cuerpo es nuestra propia Paz y Energía Amorosa.
En honor para todas las almas que están experimentando su tránsito o transición.
Amor y Respeto para todos los que están despidiendo a un Ser querido.